Tras dos horas de vuelo, llegamos
a la ciudad de Munich. Nada más recoger nuestras mochilas, enseguida
encontramos señales que indican como llegar a las estación de tren. Son fáciles
de encontrar y de seguir, y se indican con la letra S (S-Bahn),
lo que vendría a ser nuestro sistema de tren de cercanías. Para llegar hasta el
centro de la ciudad, sería nuestro medio de transporte, así que decidimos
seguir las indicaciones hasta llegar a la estación de tren, que se encuentra
justo delante de la terminal del aeropuerto, todo en el mismo recinto, no hay
perdida.
Nada más salir del aeropuerto,
enseguida te vas encontrando máquinas expendedoras de billetes para el tren
donde podemos comprar cualquier tipo de billete. Las máquinas disponen de
varios idiomas, entre ellos el español, y además de estas máquinas, también
encontramos diferentes ventanillas donde podemos comprar los billetes si nos
liamos un poco con las máquinas, aunque no tienen ninguna complicación.
Para llegar a la ciudad desde el
aeropuerto, debemos comprar el Partner-Tageskarte-Gesamtnetz (20,40 euros), el
cual nos permite viajar hasta cinco adultos (cada dos niños entre 6 y 14 años
cuentan como un adulto), así que tras comprarlo, bajamos a las vías a buscar
nuestros trenes, el S1 o el S8 (cualquiera de los dos lleva hasta Hauptbahnhof,
la estación central de Munich).
En poco más de cuarenta y cinco minutos llegamos al centro, y tras algún que otro despiste (que complicado es buscar las calles en Alemán), llegamos a nuestro hostel que queda muy cerca de la estación, el Euro Youth Hostel.
Dejamos las mochilas en consigna,
ya que hasta las 14:00 h no nos dan cama, y decidimos irnos de nuevo a la
estación central para irnos a visitar el Palacio de Nymphenburg, ya que con la Partner-Tageskarte-Gesamtnetz,
tenemos incluido todo el transporte durante todo el día (de hecho, tiene
validez desde el momento que se compra hasta las seis de la mañana del día
siguiente).
Para llegar hasta Nymphenburg,
teníamos que coger el tranvía 17, que tiene parada justo delante del palacio.
Nada más llegar, la lluvia que nos había estando amenazando desde que
aterrizamos, hacía acto de presencia, y como ya comentaré más adelante, nos
arruinó gran parte de nuestra estancia en Munich.
Como eran prácticamente las 14:00
h, decidimos comer en una cervecería que encontramos justo delante de la parada
del tranvía.
Se trata de una Augustiner con un ambiente muy acogedor y con muy buena comida, muy recomendable, y que sería nuestro primer contacto con las cervecerías de Munich, sin duda, una atracción más de la ciudad.
Se trata de una Augustiner con un ambiente muy acogedor y con muy buena comida, muy recomendable, y que sería nuestro primer contacto con las cervecerías de Munich, sin duda, una atracción más de la ciudad.
Al ver que la lluvia no tenía
pinta de darnos tregua, decidimos ir a visitar el palacio. El Palacio de Nymphenburg
se trata de la antigua residencia de verano de los gobernantes bávaros. El
palacio es famoso por sus jardines, y además del palacio, tiene varios recintos
que se pueden visitar, además de su museo de carruajes.
Para realizar su visita, hay varios tipos de entradas, el Combination Ticket (11,50 euros) que te permite visitar todos los recintos, museo de las carrozas, museo de la porcelana, el Nymphenburg Palace (6 euros), que permite visitar solo el palacio, y alguno más.
Nosotros decidimos comprar el ticket completo (combination ticket), aunque una vez hecha la visita, creo que con el ticket sencillo (Nymphenburg Palace) hay más que suficiente. La visita del palacio en sí es interesante, pero el resto de visitas son del todo prescindibles bajo mi punto de vista (quizás el museo de carrozas también sea interesante de visitar).
Lo que sí considero imprescindible visitar son sus jardines. Un reciento al que se entra libremente, sin pagar entrada, el cual es un paseo muy agradable que transcurre entre pequeños lagos y riachuelos, y que se pierden entre pequeños bosques, todo muy bien cuidado.
Para realizar su visita, hay varios tipos de entradas, el Combination Ticket (11,50 euros) que te permite visitar todos los recintos, museo de las carrozas, museo de la porcelana, el Nymphenburg Palace (6 euros), que permite visitar solo el palacio, y alguno más.
Nosotros decidimos comprar el ticket completo (combination ticket), aunque una vez hecha la visita, creo que con el ticket sencillo (Nymphenburg Palace) hay más que suficiente. La visita del palacio en sí es interesante, pero el resto de visitas son del todo prescindibles bajo mi punto de vista (quizás el museo de carrozas también sea interesante de visitar).
Lo que sí considero imprescindible visitar son sus jardines. Un reciento al que se entra libremente, sin pagar entrada, el cual es un paseo muy agradable que transcurre entre pequeños lagos y riachuelos, y que se pierden entre pequeños bosques, todo muy bien cuidado.
Teniendo en cuenta que la lluvia caía cada vez con más fuerza, lo cual no nos permitió disfrutar con la tranquilidad que nos hubiera gustado recorrer sus jardines, la visita del palacio nos llevó unas tres horas, lo cual da una idea de lo grande que es todo el recinto.
Una vez terminamos la visita, nos fuimos de nuevo hacia nuestro hostel para que nos dieran las camas. Una vez instalados del todo, decidimos irnos a tomar una cerveza a uno de los iconos de la ciudad, la cervecería Hofbräuhaus.
Para llegar hasta ella, decidimos
irnos paseando por el centro de la ciudad, aunque la tarde no acompañaba para
nada. Bajamos Bayerstrasse hasta llegar a Karlsplatz. Continuamos bajando por
Kaufingerstrasse, la calle comercial del centro de la ciudad, hasta llegar a
Marienplatz, el corazón de la ciudad. Mientras bajábamos paseando, nos íbamos
encontrando con muchos de los iconos de la ciudad, la Frauenkirche, el
Neues Rathaus (nuevo ayuntamiento)…pero como teníamos intención de visitarlos
el día siguiente, no nos entretuvimos demasiado. Una vez pasado Marienplatz,
callejeamos un poco y llegamos a Hofbräuhaus.
La cervecería fue fundada en 1589, y en sus orígenes, tenía la función de proveer la cerveza a la familia real de Wittelsbach. El público en general fue admitido en 1828 por decreto de Luis I de Baviera.
La cervecería fue fundada en 1589, y en sus orígenes, tenía la función de proveer la cerveza a la familia real de Wittelsbach. El público en general fue admitido en 1828 por decreto de Luis I de Baviera.
La cervecería
rebosa historia, ya que Lenin era uno de sus visitantes asiduos, en la época de
su exilio. Otro de sus visitantes conocidos era Adolf Hitler. En febrero de
1920, fue el lugar elegido por el Partido Nacional Socialista Obrero Alemán
para proclamar el famoso programa de los 25 puntos por el que se regiría el
Partido Nazi hasta su prohibición. Afortunadamente, hoy en día, la cervercería
sirve de punto de encuentro para turistas y gente de la ciudad, y suele estar
abarrotada de gente.
La cervecería dispone de dos plantas, aunque a nosotros nos gustó más la planta de abajo, ya que hay mucho más ambiente. Debido a la gran cantidad de gente que hay (la sala de abajo tiene capacidad para 1000 personas, y la de arriba para 1500), hay que buscar sitio donde uno pueda, normalmente compartiendo mesa con gente, pero el ambiente es tan agradable, que hasta compartir mesa se convierte en algo divertido.
Si uno no encuentra sitio por su cuenta, se puede preguntar a algún camarero, que enseguida te buscará algún hueco donde poder sentarte.
La cervecería dispone de dos plantas, aunque a nosotros nos gustó más la planta de abajo, ya que hay mucho más ambiente. Debido a la gran cantidad de gente que hay (la sala de abajo tiene capacidad para 1000 personas, y la de arriba para 1500), hay que buscar sitio donde uno pueda, normalmente compartiendo mesa con gente, pero el ambiente es tan agradable, que hasta compartir mesa se convierte en algo divertido.
Si uno no encuentra sitio por su cuenta, se puede preguntar a algún camarero, que enseguida te buscará algún hueco donde poder sentarte.
Mientras nos
tomábamos unas cervezas (no hace falta decir que riquísimas!!!), la orquesta
tocaba canciones tradicionales bávaras, todo ello acompañado con pequeñas
palmas y gritos improvisados del resto del local, lo que le daba al local un
toque único y mágico. Sin duda, una visita imprescindible.
Otra recomendación son sus Pretzel gigantes, pero los que venden las vendedoras ambulantes que recorren el local con sus cestas gigantes. Después de haber probado montones de ellos, puedo decir que los mejores Pretzels que comí en todo el viaje, fueron sin dudas los de Hofbräuhaus.
Otra recomendación son sus Pretzel gigantes, pero los que venden las vendedoras ambulantes que recorren el local con sus cestas gigantes. Después de haber probado montones de ellos, puedo decir que los mejores Pretzels que comí en todo el viaje, fueron sin dudas los de Hofbräuhaus.
Después de
un rato mágico, nos fuimos directos al hostel, ya que el cansancio del viaje
pasaba factura, y al día siguiente teníamos un día muy completo.
Vaya, por lo que veo , dísteis una buena ruta por el mundo de la cerveza:xDDD.
ResponderEliminarBuen detalle el de la cervecería Hofbräuhaus. A pesar de la lluvia, merece la pena darse un paseíto por allí.
Besos, viajeros:*^
Hola Bego!!!
EliminarVisitar Munich es sinónimo de cerveza. El tiempo que estuvimos en la ciudad, visitamos muchas de ellas, y para mí son una visita imprescindible, ya no solo por beber cerveza, si no por su ambiente. Sin duda, una atracción turística más. Y si encima tienen tanta historia como Hofbräuhaus, pues imagínate!!!!
Muchos besos!!!!!
Que gran ciudad, Munich!
ResponderEliminarSi, es sinónimo de cerveza, jajaja, de buena cerveza, y también de schnitzels a la vienesa, salchicas blancas, pretzels... Que recuerdos!
El castillo de Nymphemburg muy chulo, yo estuve perdido por allí en pleno invierno, de noche y bajo la nieve, por un rato pensé que nos tocaba pasar la noche allí perdidos, jajaja
Muy chulo el blog. A la que pueda lo miro mas detenidamente!
Saludos,
Carles
Muchas gracias Carles!!!!
EliminarMe alegro que te guste el blog. Munich, como bien dices, una gran ciudad!!!!
Encantado de saludarte!!!