lunes, 14 de octubre de 2013

Día 13 – Knysna

Después de casi dos semanas de tiempo casi perfecto, con días soleados y temperatura agradable, la lluvia y el frío hacían acto de presencia, recordándonos que en esta parte del hemisferio nos encontrábamos en pleno invierno. La noche anterior ya hacía presagiar que el día sería pasado por agua, cosa que comprobamos nada más despertar. Amanecíamos con el cielo completamente negro, con lluvia y bastante frío. Para el día de hoy teníamos pensado visitar Robberg Nature Reserve, reserva natural que se encuentra en el mismo pueblo de Plettenberg, pero tras hablar con Charlie y comentarle nuestra intención, nos recomendó dejar la visita para el día siguiente, ya que parte del camino de Robberg Nature Reserve transcurre entre rocas y con el tiempo que hacía era un poco peligroso andar por sus caminos, así que decidimos posponer su visita para el día siguiente (aunque las predicciones no eran muy halagüeñas) e irnos a visitar Knysna, a unos cuarenta kilómetros. Se trata de una pequeña ciudad situada en el corazón de la Garden Route. En ella encontramos una laguna protegida por dos grandes montañas que la protegen de la fuerza del océano, las conocidas como The Heads. 


La montaña de la derecha se trata de una reserva natural que solo se puede visitar a través de tours organizados, mientras que la montaña de la izquierda se puede visitar por tu cuenta y encontramos varios miradores repartidos por ella, en concreto tres. The Heads y su laguna son las atracciones más populares de Knysna, pero además podemos hacer paseos en barco y varias actividades más.
Antes de marchar hacia Knysna, Charlie nos hizo un mapa de la zona y nos estuvo dando un montón de explicaciones para visitar los diferentes miradores de The Heads y algunos puntos de interés de la ciudad, así que tras desayunar nos pusimos rumbo hacia la N2, carretera que nos llevaría en poco más de veinte minutos hasta Knysna. 


Una vez llegamos a la ciudad, enseguida encontramos las indicaciones hacia The Heads a mano izquierda, así que nos fuimos directamente hacia allí. Justo antes de llegar a la parte final de la playa nos encontramos una señal a mano izquierda que nos indicaba “viewpoint”, así que empezamos a subir unas empinadas cuestas mientras las primeras mansiones aparecían a nuestro paso (sin duda se notaba que la zona era una zona de mucho dinero). Tras subir un poco, enseguida llegamos al primer mirador, el más alto de ellos, desde el cual se obtienen unas bonitas vistas de la laguna, el océano, la ciudad y la montaña de enfrente. 



El lugar es un buen sitio para divisar ballenas, aunque nosotros no tuvimos suerte. Tras un rato disfrutando de las vistas nos fuimos en busca del segundo de los miradores. Nos costó un poco encontrarlo, ya que no había indicaciones por ningún sitio, y tras volver al parking del mirador anterior y preguntar al gorrilla del parking por el segundo mirador, nos indicó que debíamos seguir recto por una pequeña calle que salía justo en frente del parking y girar la primera calle que nos encontrásemos a la derecha, la cual nos llevaría después de una bajada bastante pronunciada hacia el parking del segundo mirador en plena playa. Seguimos sus indicaciones y llegamos sin problema al parking. Dejamos nuestro coche aparcado y nos fuimos a visitar la zona. Se trata de una bonita playa con vistas de nuevo hacia la laguna y la otra parte de The Heads. 



Una vez visitamos la zona, nos fuimos a dar una vuelta por la urbanización, ya que las casas que se encontraban en ella eran realmente impresionantes. Tras dar varias vueltas por la zona, no encontramos ningún rincón interesante, así que nos fuimos hacia el tercer mirador. Para llegar hasta él debíamos bajar de nuevo hasta la carretera que nos había traído hasta aquí y girar hacia la izquierda para buscar el parking del restaurante que se encuentra en plena cala, justo al final de la carretera. De nuevo nos fuimos a visitar la zona, desde la cual se vuelven a obtener unas bonitas vistas de la laguna desde otra perspectiva diferente, esta vez con las vistas del faro de la zona, un faro bastante sencillo. 


No voy a negar que la zona es bonita, pero veníamos de pasar los dos últimos días en Storms River Mouth y Nature´s Valley, cosa que hacía tener el listón muy alto, y hacía que Knysna quedara algo eclipsada por sus competidoras.
Tras visitar The Heads nos fuimos hacia nuestro siguiente destino, Leisure Island (la isla de los millonarios), justo en la carretera que te lleva desde el centro de la ciudad hasta The Heads. Se trata de una pequeña isla con casas de película, un ambiente muy acogedor, y con las mejores vistas sobre la laguna y The Heads. Merece mucho la pena visitarla y recorrer las pocas calles que la componen, donde se respira una tranquilidad y un paz envidiable. Realmente fue lo que más me gustó de Knysna.


Tras un rato disfrutando de las vistas, nos fuimos a visitar The Waterfront (el puerto). De nuevo dejamos aparcado el coche en el parking vigilado por gorrillas (toda la Garden Route está llena de ellos), y tras la correspondiente propina, nos fuimos a visitar la zona. Se trata del típico paseo marítimo con tiendas de regalos y souvenirs, una zona con restaurantes para comer y alguna empresa que se dedica a dar paseos en barco por la laguna. Una zona con poco interés, al menos para mí. 


Como la zona no daba más de sí, nos fuimos paseando hasta el centro de la ciudad y llegamos hasta la zona comercial donde nos encontramos con un mercado, un centro comercial y varios puestos de mercadillo callejero. La zona en sí tampoco tenía nada en especial, así que como era ya la hora de comer, nos fuimos hacia Leisure Island de nuevo para comer disfrutando de unas vistas inmejorables. Tras unos bocatas y un rato de relax, nos fuimos a tomar un café bien caliente a un coffee shop que vimos anunciado a pocos metros de donde nos encontrábamos y la verdad que el sitio nos encantó. Se trata de un café-restaurante donde nos encontramos un ambiente muy acogedor, una decoración antigua muy bien escogida, unas tartas caseras deliciosas, y una chimenea encendida que daba al lugar un toque especial. Se encuentra en Hall Rd, una pequeña calle por encima de la carretera principal, aunque no recuerdo el nombre. Sin duda, una parada obligatoria.


Después de una reconfortante parada nos dirigimos hacia nuestra última visita del día, Noetzie Beach. Se trata de una playa prácticamente privada, solitaria, donde nos encontramos con unas viviendas-castillo en las faldas de la montaña. Para acceder a ella hemos de salir de Knysna por la N2 dirección Plettenberg, y una vez salgamos de la ciudad, encontramos el desvío a la derecha. Se trata de una carretera sin asfaltar aunque en buen estado que cruza un township, y que tras una bajada bastante pronunciada termina en un parking donde podemos dejar aparcado el coche. 



Tras un pequeño paseo de tres o cuatro minutos llegamos a Noetzie Beach. La zona no está mal, y la soledad del lugar invitaba a pasear tranquilamente por su playa, aunque de nuevo notaba que faltaba algo.


Quizá el frío y la lluvia, quizá el no poder quitarme de la cabeza los dos días anteriores, o quizás que simplemente el lugar no daba para más, pero la sensación es que Knysna y sus alrededores eran una parada interesante para dedicarle tres o cuatro horas, no más, Creo que con visitar The Heads y Leisure Island se visita lo más interesante de la ciudad.
Como teníamos pensado visitar Robberg Nature Reserve el día siguiente, decidimos regresar a Plettenberg para pasar la noche de nuevo en Beach House, ya que nuestro amigo Charlie nos había tratado tan bien que no quisimos perder tiempo en buscar alojamiento en Knysna. Una vez llegamos a Plettenberg, aprovechamos que teníamos tiempo y nos fuimos a buscar la reserva de Robberg para echar un vistazo, y justo al llegar a su entrada, un compañero inesperado apareció para saludarnos y darnos la bienvenida a la reserva. Se trataba de un precioso arco iris que salía desde el mar y bordeaba toda la península de Robberg, una imagen de postal.


Tras cientos de fotos del lugar regresamos a Beach House, donde Charlie se alegró muchísimo de volvernos a ver y estuvimos toda la noche charlando tranquilamente con él mientras nos explicaba sus largos viajes en moto cruzando África y América, y de su próximo destino, Europa. Sin duda una persona encantadora y muy servicial. Tras una enriquecedora charla, nos fuimos a dormir esperando que el día siguiente el tiempo nos diese una tregua, ya que a estas horas de la noche la lluvia caía con mucha fuerza y las previsiones para el día siguiente no eran mucho mejores.





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