El día de hoy podíamos decir que
era un día de aproximación. Teníamos nueve horas de coche hasta nuestro
destino, el pueblo de New Tingri, el cual usaríamos como puerta de entrada al
campo base de Everest, así que solo nos quedaba ponernos cómodos en nuestro
vehículo y seguir deleitándonos con el paisaje que Tíbet nos regalaba.
Volvíamos a encontrarnos con un
paisaje donde las altas montañas protegían a los campos de cultivo, mientras
pasábamos por pequeñas aldeas donde sus habitantes trabajaban sus tierras
prácticamente a mano.
De repente hicimos una parada, ya que un cartel
informativo nos recordaba que nos encontrábamos en el punto kilométrico 5.000
de la carretera que une la ciudad de Shangai con la frontera de Nepal.
Continuábamos ganando altura poco
a poco, hasta que llegamos al primero de los dos pasos de montaña del día, el
Tso la (4.536 mts). Cientos de banderas de oración coronaban el paso, mientras
una ligera capa de nieve cubría parte de su montaña.
Enseguida comenzamos el
descenso y de nuevo el paisaje nos regalaba postales en forma de montañas,
cielos y nubes de película.
Una vez bajamos el puerto de
montaña, dos desviamos de la carretera principal en busca de Sakya Monastery,
nuestra siguiente visita. Se trata de un monasterio con 900 años de historia,
en el cual se encuentra una colección de obras de arte de gran valor, como
sutras y otros tipos de manuscritos muy antiguos.
Pero sin duda, a mi lo que
más me gustó del monasterio fue el entorno donde se encuentra, ya que para
llegar hasta él hay que adentrarse por una carretera entre montañas la cual nos
regala unas vistas de ensueño.
Visitamos el monasterio tranquilamente, subiendo
a la terraza que rodea sus muros, desde la cual se obtienen unas bonitas vistas
del propio monasterio, del pueblo en el que se encuentra y sus alrededores. La
verdad que a estas alturas del viaje uno ya esta un poco saturado de tantos
monasterios, así que un lugar con buenas vistas se agradece.
Una vez dimos por concluida
nuestra visita, nos pusimos en marcha hacia nuestro siguiente destino, el
pueblo de New Tingri. Después de varios días de tanto coche uno está cansado de
él, pero el paisaje que se va encontrando por el camino recompensa las horas
que hay que pasar dentro del vehículo. Tras un rato largo, volvíamos a subir
nuestro segundo puerto de montaña del dia, el Gya Tso La (5.248 metros ).
Mientras subíamos el puerto, el tiempo comenzaba a cambiar rápidamente y
enseguida comenzó a nevar. Una coronamos el puerto bajamos a ver el lugar,
aunque la densa niebla no dejaba disfrutar de la panorámica del lugar. Una
pena, ya que Tenchuong nos comentaba que se podían ver montañas de más de siete
mil metros en días despejados. Otra cosa que fue curiosa fue el instantáneo dolor
de cabeza que sufrimos nada más poner un pie en el suelo, y es que 5.248 metros de
altitud son palabras mayores.
Tras las fotos de rigor
emprendimos la marcha hacia New Tingri. Mientras bajábamos el puerto, a lo
lejos empezamos a ver los primeros carteles informativos sobre el campo base de
Everest. Se notaba que nos íbamos acercando cada vez más a su base.
Paramos en el arcén de la
carretera, ya que Tenchuong nos comentó que este era un buen punto par ver las
primeras vistas del Everest en días despejados, aunque hoy no era nuestro día
de suerte, ya que aunque estuvimos parados esperando buen rato por si
despejaba, ya que al parecer el tiempo aquí cambia rápidamente, la suerte no
nos acompañó y tuvimos que dejar esa primera vez para otra ocasión.
Era inevitable
preguntarse si seríamos afortunados de poder ver el monte Everest en todo su
esplendor, ya que la montaña es tan impredecible que te mantiene en vilo hasta
el último momento, aunque esa respuesta tendría que esperar todavía un poco.
Llegamos a New Tingri a las 18:00 h, cansados de tanto coche pero con
ganas de dar una vuelta para estirar las piernas. El pueblo resultó ser una
calle de unos trescientos metros con varios restaurantes sin más, así que poco
se podía hacer. Estábamos ya a las puertas de EBC (Everest Base Camp) y nos
quedaban por delante dos días muy intensos. Solo necesitábamos un golpe de
suerte con el tiempo para poder ver el monte Everest en todo su esplendor y
todo sería perfecto. "¿Lo íbamos a
tener?", no podía parar de hacerme esa pregunta....
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