Despertábamos en Pokhara con unas ganas locas de empezar nuestra aventura. Hoy por fin íbamos a meternos de lleno en una de las grandes atracciones del país, sus montañas. Nepal tiene el honor de poseer ocho montañas de más de ocho mil metros de altura, y puede decirse que es el paraíso de cualquier amante de la montaña.
Dentro de Nepal existen diferentes regiones para realizar trekkings, entre las que destacan tres principalmente, La región del Everest, el valle de Langtang y la región de Annapurna. Para una primera visita al país siempre es difícil decantarse por una de ellas, aunque tras pedir consejo en foros y guías, al final nos decantamos por hacer el trekking al campamento base de Annapurna, y una vez terminada nuestra aventura solo puedo decir que la experiencia fue inolvidable.
Nos levantamos a las 7:00 h y tras un rico desayuno en nuestro hotel de Pokhara, nos pusimos en marcha hacia nuestro primer destino del día, el pueblo de Nayapul, punto de partida de nuestro trekking. Este primer trayecto lo hicimos en coche, y mientras nos acercábamos a él, nada más y nada menos que Annapurna Sur, Annapurna II, Machhaphuchhare y Annapurna IV nos daban la bienvenida al lugar. La cosa no podía empezar mejor.
Tras una hora de coche llegábamos a nuestro destino, Nayapul. El ambiente de la zona no podía ser otro que de pura montaña. Montones de montañeros se agolpaban a la entrada del pueblo, unos con la ilusión de comenzar una aventura inolvidable, otros con el cansancio en su rostro después de varios días de trekking por la montaña, pero todos los que nos agolpábamos allí con la misma ilusión y ganas de vivir una experiencia en pleno corazón del Himalaya.
Tras una hora de coche llegábamos a nuestro destino, Nayapul. El ambiente de la zona no podía ser otro que de pura montaña. Montones de montañeros se agolpaban a la entrada del pueblo, unos con la ilusión de comenzar una aventura inolvidable, otros con el cansancio en su rostro después de varios días de trekking por la montaña, pero todos los que nos agolpábamos allí con la misma ilusión y ganas de vivir una experiencia en pleno corazón del Himalaya.
Tras unos últimos preparativos, mochilas a las espalda, entrega de permisos en la entrada y por fin comenzaba nuestra primera etapa del trekking. Tras cruzar el puente, miles de banderas de oración nos daban el pistoletazo de salida, por delante teníamos diez días hasta nuestro regreso, pero nuestra ilusión nos llevaría en volandas hasta nuestro destino.
Nuestro primer destino del día sería Tikhedhunga, a unas cuatro horas, así que nos pusimos en marcha. Nada más empezar, enseguida nos llamó la atención algo que es imposible que pase desapercibido, se trataba de los porteadores y las cargas que llevaban a sus espaldas. No quiero criticar a la gente que decide hacer el trekking con porteador, todo lo contrario. Entiendo que para mucha gente de allí es su medio de vida, pero lo que sí quiero criticar es el abuso que se hace de esta práctica. Me niego a aceptar el hecho de porque otra persona cargue con su mochila, estos carguen con cosas inútiles y pesos del todo inhumanos. Llegamos a ver porteadores con tres y hasta cuatro mochilas juntas. Deberíamos pensar que son seres humanos, no mulas de carga.
Dicha esta reflexión, continuamos con nuestro trekking. El camino está muy bien marcado en todo momento y es muy fácil de seguir. Se disponen de grandes mapas en las entradas de prácticamente todos los pueblos que nos vamos encontrando por el camino, y al ser temporada alta (octubre), uno siempre se va cruzando con diferentes trekkers, guías y porteadores durante todo el trekking.
En esta primera parte de nuestro recorrido, el paisaje nos iba regalando campos de arroz, ríos, pequeñas aldeas donde parar y descansar... todo era precioso y la paz y tranquilidad del lugar invitaba a disfrutar de cada uno de los pasos que dábamos.
Cada poca distancia que recorríamos, encontrábamos vendedores ambulantes con fruta y bebida fresca, mientras que todos los pueblos que pasábamos disponían de restaurantes y puestos de comida para comprar.
Nuestro primer destino del día sería Tikhedhunga, a unas cuatro horas, así que nos pusimos en marcha. Nada más empezar, enseguida nos llamó la atención algo que es imposible que pase desapercibido, se trataba de los porteadores y las cargas que llevaban a sus espaldas. No quiero criticar a la gente que decide hacer el trekking con porteador, todo lo contrario. Entiendo que para mucha gente de allí es su medio de vida, pero lo que sí quiero criticar es el abuso que se hace de esta práctica. Me niego a aceptar el hecho de porque otra persona cargue con su mochila, estos carguen con cosas inútiles y pesos del todo inhumanos. Llegamos a ver porteadores con tres y hasta cuatro mochilas juntas. Deberíamos pensar que son seres humanos, no mulas de carga.
Dicha esta reflexión, continuamos con nuestro trekking. El camino está muy bien marcado en todo momento y es muy fácil de seguir. Se disponen de grandes mapas en las entradas de prácticamente todos los pueblos que nos vamos encontrando por el camino, y al ser temporada alta (octubre), uno siempre se va cruzando con diferentes trekkers, guías y porteadores durante todo el trekking.
En esta primera parte de nuestro recorrido, el paisaje nos iba regalando campos de arroz, ríos, pequeñas aldeas donde parar y descansar... todo era precioso y la paz y tranquilidad del lugar invitaba a disfrutar de cada uno de los pasos que dábamos.
Cada poca distancia que recorríamos, encontrábamos vendedores ambulantes con fruta y bebida fresca, mientras que todos los pueblos que pasábamos disponían de restaurantes y puestos de comida para comprar.
El paso que llevábamos era muy tranquilo y llevadero, y realizábamos pequeñas paradas para beber, comer y descansar, cosa que se agradecía enormemente, ya que en el día de hoy el calor era asfixiante. Poco antes de las tres horas de recorrido decidimos parar para comer en uno de los muchos restaurantes que nos íbamos encontrando.
Estábamos en Sudame, una pequeña aldea donde nos sirvieron unos macarrones deliciosos que a esas horas del día podrían catalogarse de exquisitez, y es que me sorprendió la calidad de la comida en todos nuestros días de trekking.
Tras el descanso para comer, encaramos la recta final del día con una subida pronunciada que nos hacía sudar bastante, pero que nos llevaba a nuestro primer destino para dormir, Tikhedhunga. Nos íbamos a alojar en Laxmi Lodge. Alojamiento sencillo pero más que suficiente, donde el trato de sus dueños nos hicieron sentir como en casa.
Tras dejar nuestras mochilas, una ducha nos hacía olvidar todo lo que habíamos sudado durante el día. Ahora ya solo nos quedaba disfrutar de la tranquilidad del lugar en compañía de un buen "black tea".
Los dueños del local fueron tan amables que nos dejaron estar en la cocina mientras preparaban nuestra cena, una deliciosa crema de tomate y un pollo frito deliciosos.
Nuestra primera etapa había sido inolvidable. Por suerte esto solo acababa de empezar.
Estábamos en Sudame, una pequeña aldea donde nos sirvieron unos macarrones deliciosos que a esas horas del día podrían catalogarse de exquisitez, y es que me sorprendió la calidad de la comida en todos nuestros días de trekking.
Tras el descanso para comer, encaramos la recta final del día con una subida pronunciada que nos hacía sudar bastante, pero que nos llevaba a nuestro primer destino para dormir, Tikhedhunga. Nos íbamos a alojar en Laxmi Lodge. Alojamiento sencillo pero más que suficiente, donde el trato de sus dueños nos hicieron sentir como en casa.
Tras dejar nuestras mochilas, una ducha nos hacía olvidar todo lo que habíamos sudado durante el día. Ahora ya solo nos quedaba disfrutar de la tranquilidad del lugar en compañía de un buen "black tea".
Los dueños del local fueron tan amables que nos dejaron estar en la cocina mientras preparaban nuestra cena, una deliciosa crema de tomate y un pollo frito deliciosos.
Nuestra primera etapa había sido inolvidable. Por suerte esto solo acababa de empezar.
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