En nuestro segundo día en
Xingping, teníamos una de las actividades más populares y sin duda, uno de los
platos fuertes de la zona, el crucero por el río Li. Nos levantamos temprano,
ya que el día anterior habíamos quedado con la mujer que se encargaba de la
balsa que nos llevaría por el río a las 7:00 h, y nada más salir de nuestro
hostel, nos estaba esperando puntual. Nos dirigimos hacia el embarcadero, y
nada más llegar, comprobamos que la actividad en él era todavía escasa, así que
nos subimos a nuestra balsa de bambú (en realidad es pvc como ya comenté), y
nos dirigimos hacia Yangdi.
Conforme empezamos a navegar, fuimos testigos del despertar del día a día en el río. Como los lugareños se acercaban a sus orillas para lavar sus ropas o limpiar sus verduras, como los pescadores del lugar faenaban en sus pequeñas balsas antes que la horda de barcos y turistas inundasen el río, toda una postal de ensueño de la que pudimos disfrutar prácticamente solos (merece mucho la pena madrugar y salir muy temprano para poder navegar por el río sin la presencia de los enormes barcos que vienen desde Guilin o Yangshuo).
Ni que decir tiene que el crucero es una delicia, navegar por el río Li, rodeado por las montañas Kársticas sin nadie alrededor, es una experiencia única. Cada rincón del río guarda una pequeña postal de ensueño, una pequeña imagen que no puedes dejar de mirar, un paisaje que intentas grabar en tu memoria, deseoso que perdure en ella para siempre.
El viaje en balsa duró algo más de una hora, ya que aunque normalmente se llega hasta Yangdi, nosotros decidimos quedarnos un pueblo antes, ya que teníamos pensado volver andando hasta Xingping. El camino de vuelta nos llevó tres horas a un ritmo bastante tranquilo, y la verdad que merece mucho la pena hacer el regreso andando. El camino discurre entre pequeñas aldeas y campos de cultivo, mientras que pequeños caminos que salen hacia el río, esconden pequeños tesoros para la vista.
El camino está muy bien marcado, aunque como es habitual por estas tierras, no hay ningún tipo de señal, aunque cualquier persona que te encuentras por el camino está dispuesta a ayudarte, y muchos de ellos te ofrecen sus casas como pequeños restaurantes de paso. Aunque es un camino largo, en ningún momento se hace pesado, ya que todo el terreno es bastante llano, y las pequeñas estampas que te encuentras en él, lo hacen un camino del todo recomendable.
Conforme vas andando, te encuentras con que hay que cruzar el río hasta la otra orilla para poder seguir. Un barco se encarga de hacer el trayecto de una parte a la otra (10¥).
Sin darnos prácticamente cuenta, llegamos a Xingping, así que decidimos ir a comer al restaurante que nuestro hostel tiene un par de calles más atrás, el The Old Place Restaurant. Nos gustó tanto la comida y el trato, que lo hicimos nuestro cuartel general durante nuestros tres días en Xingping. Después de comer, nos pusimos en marcha dirección hacia nuestro siguiente objetivo, el trekking hasta el pueblo de Shawan. Para realizar este trekking, hay que ir hacia el embarcadero para cruzar el río a la otra orilla (2¥). Una vez allí, hay que tomar el camino que sale a la izquierda justo al bajar del barco. Una vez tomamos el camino, el río siempre queda a nuestra izquierda. El trekking es muy ameno, ya que mientras andamos por pequeños caminos de bambú, volvemos a pasar por pequeñas aldeas con casas de adobe y campos de cultivo.
Como es habitual, no encontramos ninguna señal, así que al llegar al cruce de la foto, preguntamos a un matrimonio de ancianos el camino hacia Shawan.
Como es habitual, cada uno decía una cosa distinta, así que tras varias risas y reproches entre ellos, tomamos el camino de la izquierda por pura intuición, el cual resultó ser el correcto. Una vez pasamos un puente de piedra que nos encontramos un poco más adelante, volvimos a encontrarnos con la disyuntiva de no saber hacia donde ir, “¿camino de la izquierda o de la derecha?”, volvimos a optar por el camino de la izquierda, aunque esta vez sin la suerte anterior.
Andamos unos metros y enseguida nos encontramos sin saberlo, con un templo budista construido en plena roca. Ya que estábamos en el lugar, decidimos entrar a verlo, y nada más entrar me sorprendió tanto su originalidad, que me encantó.
El templo está incrustado en plena pared de roca, con imágenes de Budha decorándolo, todo muy sencillo, pero como ya digo, muy muy original. El templo tiene una cueva bastante grande y profunda que un monje nos enseñó amablemente (con su correspondiente donativo al final de la visita, claro), aunque creo que merece mucho la pena su visita por lo peculiar de su ubicación.
Después de visitar el templo, nos encontramos con una pareja de occidentales que venían del río. Le preguntamos por Shawan, ya que el camino que habíamos tomado en el cruce anterior terminaba en el templo de piedra, y nos comentaron que a ellos también les había costado mucho encontrarlo. Nos comentaron que en el cruce anterior, debíamos de haber tomado el camino de la derecha, así que volvimos hacia el cruce y tras quince minutos de subir unas pequeñas escaleras, llegamos a las vistas del río que estábamos buscando.
La pareja de occidentales nos comentaron que lo único que valía la pena eran las vistas, ya que el pueblo de Shawan no tenía nada de interesante. En un principio pensamos en no llegar hasta Shawan, pero la curiosidad pudo conmigo y decidimos echar un vistazo. Pues efectivamente, después de andar un trozo bastante grande y duro por las cuestas tan pronunciadas que tenía, vimos el pueblo de Shawan a lo lejos, y tras ver que el pueblo no tenía nada de nada, ni siquiera llegamos a él.
El camino de vuelta fue bastante relajado, y sobre las 17:00 h, estábamos de vuelta en Xingping. La verdad que el pueblo a última hora de la tarde es una delicia, ya que se queda prácticamente vacío y puedes pasear tranquilamente por sus calles, muchas veces sin nadie a tu alrededor.
Conforme empezamos a navegar, fuimos testigos del despertar del día a día en el río. Como los lugareños se acercaban a sus orillas para lavar sus ropas o limpiar sus verduras, como los pescadores del lugar faenaban en sus pequeñas balsas antes que la horda de barcos y turistas inundasen el río, toda una postal de ensueño de la que pudimos disfrutar prácticamente solos (merece mucho la pena madrugar y salir muy temprano para poder navegar por el río sin la presencia de los enormes barcos que vienen desde Guilin o Yangshuo).
Ni que decir tiene que el crucero es una delicia, navegar por el río Li, rodeado por las montañas Kársticas sin nadie alrededor, es una experiencia única. Cada rincón del río guarda una pequeña postal de ensueño, una pequeña imagen que no puedes dejar de mirar, un paisaje que intentas grabar en tu memoria, deseoso que perdure en ella para siempre.
El viaje en balsa duró algo más de una hora, ya que aunque normalmente se llega hasta Yangdi, nosotros decidimos quedarnos un pueblo antes, ya que teníamos pensado volver andando hasta Xingping. El camino de vuelta nos llevó tres horas a un ritmo bastante tranquilo, y la verdad que merece mucho la pena hacer el regreso andando. El camino discurre entre pequeñas aldeas y campos de cultivo, mientras que pequeños caminos que salen hacia el río, esconden pequeños tesoros para la vista.
El camino está muy bien marcado, aunque como es habitual por estas tierras, no hay ningún tipo de señal, aunque cualquier persona que te encuentras por el camino está dispuesta a ayudarte, y muchos de ellos te ofrecen sus casas como pequeños restaurantes de paso. Aunque es un camino largo, en ningún momento se hace pesado, ya que todo el terreno es bastante llano, y las pequeñas estampas que te encuentras en él, lo hacen un camino del todo recomendable.
Conforme vas andando, te encuentras con que hay que cruzar el río hasta la otra orilla para poder seguir. Un barco se encarga de hacer el trayecto de una parte a la otra (10¥).
Sin darnos prácticamente cuenta, llegamos a Xingping, así que decidimos ir a comer al restaurante que nuestro hostel tiene un par de calles más atrás, el The Old Place Restaurant. Nos gustó tanto la comida y el trato, que lo hicimos nuestro cuartel general durante nuestros tres días en Xingping. Después de comer, nos pusimos en marcha dirección hacia nuestro siguiente objetivo, el trekking hasta el pueblo de Shawan. Para realizar este trekking, hay que ir hacia el embarcadero para cruzar el río a la otra orilla (2¥). Una vez allí, hay que tomar el camino que sale a la izquierda justo al bajar del barco. Una vez tomamos el camino, el río siempre queda a nuestra izquierda. El trekking es muy ameno, ya que mientras andamos por pequeños caminos de bambú, volvemos a pasar por pequeñas aldeas con casas de adobe y campos de cultivo.
Como es habitual, no encontramos ninguna señal, así que al llegar al cruce de la foto, preguntamos a un matrimonio de ancianos el camino hacia Shawan.
Como es habitual, cada uno decía una cosa distinta, así que tras varias risas y reproches entre ellos, tomamos el camino de la izquierda por pura intuición, el cual resultó ser el correcto. Una vez pasamos un puente de piedra que nos encontramos un poco más adelante, volvimos a encontrarnos con la disyuntiva de no saber hacia donde ir, “¿camino de la izquierda o de la derecha?”, volvimos a optar por el camino de la izquierda, aunque esta vez sin la suerte anterior.
Andamos unos metros y enseguida nos encontramos sin saberlo, con un templo budista construido en plena roca. Ya que estábamos en el lugar, decidimos entrar a verlo, y nada más entrar me sorprendió tanto su originalidad, que me encantó.
El templo está incrustado en plena pared de roca, con imágenes de Budha decorándolo, todo muy sencillo, pero como ya digo, muy muy original. El templo tiene una cueva bastante grande y profunda que un monje nos enseñó amablemente (con su correspondiente donativo al final de la visita, claro), aunque creo que merece mucho la pena su visita por lo peculiar de su ubicación.
Después de visitar el templo, nos encontramos con una pareja de occidentales que venían del río. Le preguntamos por Shawan, ya que el camino que habíamos tomado en el cruce anterior terminaba en el templo de piedra, y nos comentaron que a ellos también les había costado mucho encontrarlo. Nos comentaron que en el cruce anterior, debíamos de haber tomado el camino de la derecha, así que volvimos hacia el cruce y tras quince minutos de subir unas pequeñas escaleras, llegamos a las vistas del río que estábamos buscando.
La pareja de occidentales nos comentaron que lo único que valía la pena eran las vistas, ya que el pueblo de Shawan no tenía nada de interesante. En un principio pensamos en no llegar hasta Shawan, pero la curiosidad pudo conmigo y decidimos echar un vistazo. Pues efectivamente, después de andar un trozo bastante grande y duro por las cuestas tan pronunciadas que tenía, vimos el pueblo de Shawan a lo lejos, y tras ver que el pueblo no tenía nada de nada, ni siquiera llegamos a él.
El camino de vuelta fue bastante relajado, y sobre las 17:00 h, estábamos de vuelta en Xingping. La verdad que el pueblo a última hora de la tarde es una delicia, ya que se queda prácticamente vacío y puedes pasear tranquilamente por sus calles, muchas veces sin nadie a tu alrededor.
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