Madrugamos para estar pronto en
el aeropuerto, ya que nuestro avión salía a primera hora de la mañana. Par
llegar no tiene pérdida, ya que el metro enlaza con la estación de tren que te
lleva hasta él. En nuestro caso fuimos hasta la estación de Central de la Island Line, para una vez allí,
enlazar con la línea Airport Express. Una vez llegamos al final de línea, vimos
que en la propia estación de metro se puede facturar las maletas, así que como
vimos que no había nada de cola, facturamos nuestras mochilas en un momento.
Nos comentaron que para el tren al aeropuerto, era más económico comprar el
billete de tren allí que pagar con la tarjeta octopus, así que eso hicimos. Una
vez compramos los billetes de tren (80 HKD), fuimos a devolver la tarjeta
octopus, que se puede devolver tanto en la estación de metro, como en la de
tren, como en la estación del aeropuerto. Una vez nos devolvieron todo el
dinero que nos quedaba en la tarjeta más el depósito, nos fuimos hacia el
aeropuerto, y en unos 20 minutos, estábamos desayunando en él, esperando nuestro
vuelo de regreso a casa.
Cuando uno hace un viaje como el
que hicimos por China, uno tarda un tiempo en asimilar todo lo que vive.
Mientras estás viajando, todo pasa muy deprisa. Es difícil darse cuenta de lo
que te está pasando, ya que estás continuamente viviendo experiencias únicas, a
la vez que tratas de ir preparando el día a día e ir salvando los obstáculos
que van saliendo por el camino, ya que moverse por un país como China no es
fácil. Son precisamente esas experiencias las que enriquecen un viaje así, las
que llenan tu mochila y las que disfrutas pasado cierto tiempo. Son esos
pequeños detalles los que duran para siempre en el recuerdo de un viaje, los
cinco minutos que pasas buscando un autobús, los diez minutos que tardas en
llegar a tu siguiente punto de partida, o los veinte minutos que estás perdido
sin saber muy bien para donde tirar. Son esos momentos únicos que no se plasman
en fotos los momentos con los que yo me quedo, los momentos que más recuerdas
con el paso del tiempo, los momentos que solo se viven si uno está allí, y los
que hacen que tu mochila pese mucho más cuando regresas a casa. China es un país maravilloso. El decir que es
un país y una cultura diferente resulta demasiado simple. Durante todo el
tiempo que pasamos en él, vimos monumentos históricos, paisajes increíbles,
rincones únicos, pero sin duda fue el trato con su gente lo que terminó por
enamorarme de este país. Fue el día a día con ellos el recuerdo que, una
vez pasado ya cierto tiempo, persiste en
mi memoria, y fueron ellos quienes gracias a su ayuda, hicieron posible que
nuestro viaje saliese todo lo bien que salió. Un viaje así nunca termina, un
viaje así siempre va contigo allá donde vayas, guardado siempre en un pequeño rincón
de tu mochila.
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