lunes, 30 de julio de 2012

Día 23 – Hong Kong

Me parecía mentira que después de 24 días, todo hubiera pasado tan deprisa. Hacía casi un mes que empezábamos esta aventura con un montón de dudas, con muchísima ilusión, con un montón de kilómetros por hacer, y prácticamente sin darnos cuenta, nuestro último día de viaje empezaba a despertar. Lejos quedaban ya nuestros primeros días en Beijing, o nuestras primeras noches viajando en tren. Llevábamos ya dos días en Hong Kong, y una sensación de nostalgia y cariño invadía mi cabeza. No podía creerlo, pero echaba de menos a mis chinitos!!!! Hong Kong es una ciudad muy cosmopolita que nada tiene que ver con el resto de China, una ciudad que difiere muy poco de cualquier gran ciudad que podamos tener en mente, y aunque la ciudad en sí me gustó mucho, echaba de menos el contacto tan cercano que habíamos tenido durante todo nuestro viaje con toda la gente de China, echaba de menos el día a día con ellos, el preguntarles, el encontrarte perdido en cualquier parte y enseguida tener a alguien intentándote ayudar, ese calor con el que nos recibieron y que sin duda me llevo como la mejor experiencia de todo mi viaje. Nuestro vuelo salía a primera hora del día siguiente, así que disponíamos de todo el día para dar los últimos coletazos a la ciudad. No teníamos nada previsto, el único plan que teníamos era despedirnos de la ciudad viendo el espectáculo Symphony of Lights a bordo del ferry que recorre la bahía, así que lo primero que hicimos nada más salir del hostel fue ir hacia el muelle a comprar los billetes, ya que los billetes del ferry de las 19:55 H, son los primeros que se acaban.


Llegamos demasiado temprano, ya que las taquillas no abrían hasta las 11:45 h, así que como todavía no eran ni las 10:00 h, nos fuimos a dar una vuelta por Nathan Road, una avenida que termina en el puerto llena de tiendas, sobretodo relojerías y joyerías de primeras marcas, la cual comprobamos que puede ser una buena zona si alguien está interesado en comprar relojes de imitación, ya que mientras paseas por la zona, un sin fin de vendedores callejeros te preguntan si quieres relojes o bolsos buenos de imitación. Paseamos un rato por la zona hasta que vimos que abrían las taquillas, así que una vez compramos los tickets para el ferry de las 19:55 h (160 HKD), regresamos a la zona de Mong Kok del día anterior para hacer algo de shopping y comprar algunos souvenirs. Después de dar una vuelta por la zona (sin duda merece mucho la pena visitarla), nos fuimos al sector financiero de la ciudad, a la isla de Hong Kong.


Nos fuimos primero a nuestro hostel para dejar las mochilas, y nada más salir, nos fuimos desde Hennessy Road hasta Queen’s Road Central y Des Voeux Road, en pleno corazón financiero y donde se encuentran los mayores rascacielos de la ciudad, dando un paseo muy agradable entre gigantes de acero y cristal.


Como curiosidad, mucho de estos rascacielos están conectados por pasarelas, lo que hace que puedas moverte por esta parte de la ciudad sin pisar la calle en ningún momento.




Al ser domingo, muchos de los edificios estaban cerrados, sin embargo, nos llamó mucho la atención la cantidad de mujeres filipinas que nos encontramos en esta parte de la ciudad, ocupando calles enteras, calles que en su mayoría estaban cortadas al tráfico, todas ellas sentadas o estiradas en cualquier parte, ocupando los pasos subterráneos, las pasarelas de los edificios, era tal la cantidad que había, que estoy seguro que habían miles. Son mujeres que se dedican a limpiar las casas y a cuidar los hijos de la gente de negocios de la ciudad. El domingo es el día que libran, así que se reúnen todas en la calle para pasar un día en familia, un día en el que juegan a cartas, comen comida típica de su país, se hacen la manicura unas a otras, se peinan entre ellas, un día que sin duda se han ganado trabajando duramente y que les hace olvidar la duras condiciones de trabajo y el estar lejos de su familia.


Sorprende la amabilidad de todas ellas, ya que cualquier mirada que cruces con alguna de ellas, siempre será contestada con una sonrisa. Después de pasear un buen rato por esta parte de la ciudad, nos fuimos dirección al muelle para cruzar al otro lado de la bahía.


Tomamos el ferry (25 HKD), y tras un corto viaje, nos fuimos directos a tomar unas Guiness a un pub irlandés que vimos por la mañana en Nathan Road. Hicimos hora en el pub hasta que saliera nuestro ferry nocturno, así que a las 19:55 h estábamos montados en él, y a las 20:00 h, empezó puntualmente nuestro último Symphony of Lights, esta vez, navegando por la bahía. El trayecto dura una hora, y hace un recorrido por esta, donde explica la historia de algunos de los edificios más emblemáticos de la ciudad. Creo que no se puede elegir un final mejor para despedirse de Hong Kong. Después del paseo en ferry, nos fuimos a cenar algo, con la sensación de haber vivido un viaje inolvidable en un país maravilloso.

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