domingo, 19 de agosto de 2012

Día 4 – Beijing

Nuestro cuarto día en Beijing amaneció con un sol radiante.  Madrugamos bastante, ya que en nuestro planning del día teníamos como primera visita La Ciudad Prohibida, y había leído que merecía la pena darse el madrugón para realizar la visita con relativa calma. Aprovechamos que teníamos nuestro hostel justo al lado de la Plaza de Tian’anmen para comenzar la visita desde el extremo sur de la plaza, e ir subiendo desde esta, visitando la Ciudad Prohibida hasta el parque Jingshan (para mí creo que es la mejor forma de visitarlos).
La plaza de Tian’anmen es uno de los símbolos de Pekín. Con su construcción, el gobierno Chino pretendió crear una gran explanada en la que se pudieran desarrollar masivos actos de adhesión política, al estilo de los que se realizaban en la Plaza Roja de Moscú en la Unión Soviética. La plaza de Tian’anmen es la más grande del mundo, con 880 metros de norte a sur, y 500 metros de este a oeste, con un área total de 440.000 m2. 


La plaza se hizo mundialmente conocida por una serie de manifestaciones lideradas por estudiantes de la República Popular China que se llevaron a cabo en 1989. En uno de los últimos días de esas protestas, fue tomada la foto ganadora del World Press Photo de 1989, en la cual se muestra a un joven opositor parado en medio de una avenida deteniendo a una columna de tanques que circulaba por esta.


La Plaza de Tian’anmen dispone de dos paradas de metro, Tian’anmen West y Tian’anmen East de la línea 1, aunque para mí, la mejor opción es bajarse en la estación de Qianmen de la línea 2, ya que esta te deja justo en la entrada sur de la plaza.


Para acceder a la plaza hay que pasar por un punto de control, en el cual hay que pasar las mochilas y bolsos por un escáner (como en cualquier estación de metro, algo que me sorprendió), pero por lo que pudimos ver nosotros, está puesto más de cara al turista chino que al turista occidental. Una vez dentro de la enorme plaza, lo primero que nos encontramos es el mausoleo de Mao, con las estatuas de los estudiantes, campesinos, obreros y soldados custodiando su entrada. 


Suele haber colas enormes para visitarlo, ya que en él se encuentra su cuerpo embalsamado, así que suele haber legiones de seguidores del fundador de la República Popular China que van a visitarlo, así que nosotros optamos por no hacer la visita. Subiendo por la plaza, nos encontramos con el monumento a los héroes del pueblo, con la frase dicha por Mao inscrita, “Los héroes del pueblo son inmortales”, todo muy patriótico. 


Estuvimos un rato paseando por la plaza, ya que con lo grande que es, tardas un rato en cruzarla, y nos fuimos tranquilamente hacia la entrada sur o Puerta Celestial de La Ciudad Prohibida, con su famoso retrato de Mao Zedong presidiendo su entrada.


La Ciudad Prohibida fue durante casi 500 años el hogar de los emperadores de China y su corte, así como centro ceremonial y político del gobierno chino. Fue construida entre 1406 y 1420, y dispone de 980 edificios. Está considerada por la UNESCO como el mayor conjunto de estructuras antiguas de madera en el mundo. Como dato que me llamó la atención, su nombre de Ciudad Prohibida se debe a que nadie podía entrar o salir del palacio sin el permiso del emperador. 


Aún siendo primera hora, el río de gente que cruzaba la puerta al llegar nosotros era increíble, pero una vez llegado a la zona de taquillas, la cola no era muy grande, así que en menos de 5 minutos ya estábamos dentro del complejo (entrada 60 ¥).




El complejo es enorme, pero con todo lo grande que es, más gente había. La ciudad en sí es una maravilla, con grandes puertas que llevan de un patio a otro, y con unos pequeños laberintos laterales de donde van saliendo pequeñas estancias las cuales eran usadas por princesas y concubinas las cuales están mucho menos masificadas de gente, con pequeños rincones donde relajarse un poco y huir de la avalancha humana que hay en las puertas principales del complejo. 




El complejo termina en la puerta norte, donde nos encontramos los jardines del palacio, un lugar donde sentarse y descansar un rato de la estresante visita. Como ya he comentado antes, la ciudad en sí es enorme, así que su visita puede durar todo lo que uno quiera, pero nosotros estuvimos recorriéndola durante 3 horas, y creo que hicimos una ruta bastante completa. Sin duda, una visita imprescindible. Al salir del complejo por la puerta norte, nos encontramos justo con la entrada del parque Jingshan.
El parque Jingshan fue construido en 1179 durante la dinastía Jin. En su interior se encuentra la colina Jingshan, de 48 metros, desde donde se obtienen las mejores vistas sobre la Ciudad Prohibida. El dato curioso de este parque es que su colina, se formó gracias a la acumulación de la tierra que se sacó para la construcción del foso de la Ciudad Prohibida.
Entramos al parque (2 ¥), y subimos a la famosa colina, y si se tiene suerte con el tiempo como tuvimos nosotros, se tiene una panorámica única sobre la Ciudad Prohibida y Pekín.
 

La visita al parque no es recomendable únicamente por sus vistas, ya que es una delicia en sí pasear por el, ya que es frecuente encontrar grupos de gente mayor practicando bailes tradicionales o jugando alguna partida de cartas, todo ello en un ambiente súper relajado, que hace evadirte por un rato del estrés de la ciudad. El parque en sí no es muy extenso, así que se recorre rápido, pero uno podría pasarse horas enteras sentado en cualquiera de sus pequeños rincones, disfrutando la paz que se respira en el. Sin duda, una visita obligada.


Justo a la derecha del parque mirando en dirección a la Ciudad Prohibida, nos encontramos con otra de las maravillas de la ciudad, el parque Beihai (20 ¥).
Este parque es otro pequeño oasis en medio de la ciudad donde poder pasear tranquilamente durante horas, deleitándose con las vistas a su famosa pagoda blanca y a las barcas que navegan por su lago.


Paseando por el parque, te vas encontrando a muchos grupos de ancianos practicando Tai-chi, o bailando música tradicional china, lo cual da al lugar un aire de paz que te contagia. El parque es mucho más grande que el parque Jingshan, así que su visita se puede alargar todo lo que uno quiera, ya que nunca te cansas de pasear por sus caminos, pero a nosotros nos llevó unas 3 horas recorrerlo a ritmo tranquilo, aunque no me hubiera importado dedicarle otras 3 horas más.


Después de su visita, nuestra primera intención era la de irnos a visitar el Templo del Cielo. Pensamos en coger un taxi por primera vez, ya que nos quedaba bastante lejos y no teníamos ninguna parada de metro cerca de donde estábamos, y la tarde se nos estaba echando encima. Sabía por lo que había leído que conseguir un taxi en Pekín para un extranjero no es una tarea fácil, pero nunca pensé que lo fuera tanto. Intentamos parar más de 10 taxis, pero la mayoría te hacían el gesto que no con la mano, o simplemente ni te miraban. Después de muchos intentos conseguimos parar a dos, pero al decirles que queríamos que pusieran el taxímetro en marcha automáticamente nos decían que no, que 80 ¥, muchísimo más de su precio real. Por más que insistimos en que pusieran el taxímetro no hubo manera de convencer a nadie, así que vimos claramente que era misión imposible, con lo que cambiamos de planes, ya que entre una cosa y otra no íbamos a tener mucho tiempo de visitar el Temple del Cielo.
Dando un paseo bastante majo, llegamos a una estación de metro, así que nos fuimos a comer a la zona de Wangfujing (metro línea 1), para visitar una calle paralela a esta que teníamos en el mapa marcada como zona turística, Dongdan Bei y Dongsi Nan street. Una calle con tiendas sin mucho interés, totalmente prescindible, así que nos fuimos a coger el metro para visitar Qianmen, ya que con la excusa de tenerla justo al lado del hostel, todavía no la habíamos visitado del todo bien.


Qianmen es una calle peatonal por donde circula un tranvía turístico, con tiendas de primeras marcas a cada lado, y con la peculiaridad de que mientras paseas por ella, vas escuchando la música del hilo musical que suena en toda la calle. La calle en sí tampoco es nada del otro mundo, sin embargo, las calles paralelas a esta sí me parecieron calles mucho más interesantes, con montones de restaurantes, pequeños puestos de souvenirs, infinidad de letreros con neones llamativos que le daban una vida mucho más interesante que su calle principal.

 


















Como todavía no era muy tarde, decidimos ir a tomar una cerveza a la zona del hutong Baochao, ya que nos gustó mucho el primer día que estuvimos por allí y nos quedamos con ganas de volver a visitarla tranquilamente. La zona es una zona con mucho ambiente, mucha gente joven, y con muchos comercios que le dan un aire occidental muy curioso. Sin saberlo, entramos a un bar a tomar una cerveza tranquilamente después de todo el día pateando la ciudad, y vimos que la carta estaba en español e inglés, con cervezas de importación, entre ellas, cerveza Estrella. Nos llamó bastante la atención, aunque lo mejor fue cuando vimos el surtido de tapas tenían, entre ellas, patatas bravas, pescaito frito, bocadillo de jamón con pan con tomate…. Nos hizo gracia ver la carta con esos platos, aunque como de costumbre, nos pedimos dos Tsingtao, nuestra cerveza china. Lo increíble es que al rato de traernos las cervezas, nos aparece la camarera china con un platillo donde había un pincho de tortilla de patatas con pan con tomate, pan con olivas negras y aros de cebolla………Sin comerlo ni beberlo estábamos en Pekín bebiendo una cerveza con tapa de tortilla de patatas y pan con tomate!!! Increíble.


Al salir del bar vimos que se llamaba salud, así que imaginamos que debía de ser de algún español, claro está. Después de la cerveza nos fuimos dirección al hostel, ya que el día había sido bastante intenso, y teníamos que preparar nuestras mochilas para el día siguiente, ya que era nuestro último día en Pekín.

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