Después de 10 horas de viaje en
tren y como me temía, prácticamente sin dormir nada, ya que es complicado
conciliar el sueño con todo el ajetreo que suele haber en el vagón de litera
dura, llegamos a Xi’an a las 9:00 h. En Xi’an teníamos hostel reservado en Han
Tang Inn (hostel muy recomendable, relación calidad-precio inmejorable).
Xi’an es mundialmente conocida
por sus Guerreros de Terracota, aunque la ciudad en sí tiene muchos más
atractivos además de sus famosos guerreros. He de decir que mientras preparaba
el viaje, leí muchas opiniones sobre ella, y me encontré digamos que con dos
posiciones bastante claras, gente que le gustaba mucho o gente que no le había
gustado nada. Después de pasar dos días en ella, yo me posiciono claramente con
la gente que le gusta mucho, ya que la ciudad en sí me encantó, y de buena gana
me hubiera quedado un par de días más. Una cosa que me sorprendió mucho de la
ciudad fue la amabilidad que encontré en su gente, ya que aunque hasta ahora
nos habíamos sentido muy a gusto con la gente que nos habíamos encontrado desde
el primer día, tengo a la ciudad de Xi’an como el punto de partida de lo que
sin duda fue la mejor experiencia que guardo de mis 25 días en China, el
contacto tan cercano con la gente y lo bien que me lo llegué a pasar con ellos.
Desde el primer momento que llegamos a la ciudad nos encontramos con muchísima
gente que nos saludaba al cruzarse con nosotros, muchos con su ya familiar “hallo”, y muchos otros con un “welcome to Xi’an” que sinceramente te
hacían sentirte muy a gusto.
Xi’an tiene una larga historia,
fue la capital de 13 dinastías, y se convirtió en el centro cultural de la
antigua Ruta de la Seda. Es
una ciudad amurallada, y su población es de tres millones de habitantes, más
otros tres si contamos su periferia, lo que la convierte en una de las ciudades
más importantes de China.
Después de darnos una ducha, nos
pusimos en marcha hacia nuestra primera visita de la ciudad, La Gran Pagoda de la
Oca Salvaje. Desde que llegamos a la ciudad
la lluvia no había dejado de caer, así que nos fuimos a visitar la pagoda, esperando
que la lluvia nos diese algo de tregua por la tarde para ir a visitar el barrio
musulmán y la famosa muralla de la ciudad.
La Gran Pagoda de la Oca Salvaje fue construida en el año 648, con el propósito de guardar y proteger unos valiosos escritos budistas que trajo el monje Xuanzang de su viaje por India. En poco tiempo, la pagoda se convirtió en el centro de traducción más importante de textos budistas.
La Gran Pagoda de la Oca Salvaje fue construida en el año 648, con el propósito de guardar y proteger unos valiosos escritos budistas que trajo el monje Xuanzang de su viaje por India. En poco tiempo, la pagoda se convirtió en el centro de traducción más importante de textos budistas.
La visita de la pagoda no entraba
dentro de mis preferencias en Xi’an, ya que estaba un poco casado de tantos
templos y pagodas, pero he de reconocer que superó todas mis expectativas. Para
llegar a ella desde nuestro hostel, cogimos el bus 601 (1¥) que te deja justo
en la puerta del recinto. Justo al subir al bus, me di cuenta que no teníamos
billetes pequeños para pagar, así que al darle un billete de 5 yuanes al
conductor, este pidió si alguien podía cambiarnos el billete, y un chico que
estaba sentado se levantó y nos pagó el billete. No podía creerlo, un chino
pagándonos el billete!!!!! Rápidamente una mujer se acercó a darnos cambio, y
al querer devolverle los dos yuanes al chico, este no quería cogerlo, aunque al
final aceptó después de insistirle bastante.
La entrada al complejo (30¥), no da derecho a subir a la pagoda, ya que hay que comprar otro ticket para subir a ella (30¥). Como ya he comentado, la pagoda es bastante sencilla, pero conforme vamos subiendo sus siete pisos, vamos teniendo una vista de la ciudad bastante interesante, aunque nosotros no pudimos disfrutar mucho de ella por la lluvia y la niebla que había.
Una vez visitamos la pagoda, teníamos intención de visitar sus jardines y templos, pero más que llover empezó a diluviar, así que decidimos marcharnos dirección a nuestro hostel para comer algo y esperar que mejorase algo el día. Después de comer la lluvia nos dio algo de tregua, así que nos fuimos a visitar la zona de la Torre del Tambor y la Torre de la Campana.
La Torre de la Campana se encuentra en el
centro geográfico de la ciudad. La torre fue construida en 1384, y su función
era la de vigilar los alrededores de la ciudad para avisar de posibles ataques.
Justo en frente de esta nos encontramos con la Torre del Tambor. La torre del Tambor fue construida en 1380, y su función era la de indicar el paso de las horas durante el día, y a su vez, avisar de posibles emergencias a los habitantes de la ciudad.
Justo en frente de esta nos encontramos con la Torre del Tambor. La torre del Tambor fue construida en 1380, y su función era la de indicar el paso de las horas durante el día, y a su vez, avisar de posibles emergencias a los habitantes de la ciudad.
Una vez llegamos a la zona, nos la encontramos literalmente llena de gente. Pero cuando me refiero llena, quiero decir que doy por hecho que los tres millones de habitantes de la ciudad estaban en ese momento en esta parte de la ciudad. Nuestra intención era visitar las torres por fuera, y una vez vistas, buscamos la entrada al barrio Musulmán, nuestra siguiente visita.
Mientras miraba el mapa de la
ciudad para ubicarme, un chico jovencito se acercó ofreciendo ayuda. Me dijo
que era de Shangai y que estaba de visita en la ciudad. Estuvimos un rato
charlando, ya que hablaba bastante bien inglés (bastante mejor que yo) y me
comentó que la zona de las torres es el centro de compras de la ciudad, por eso
solía haber tanta gente por la zona. Después de un rato charlando nos
intercambiamos los mails y nos ofreció su ayuda por si teníamos algún problema
durante nuestro viaje por China (algo que me dejó gratamente sorprendido).
Justo detrás de la Torre
del Tambor se encuentra el barrio Musulmán y su mezquita, uno de los barrios
más populares de Xi’an. La verdad es que pasear por sus calles es una auténtica
delicia.
La comunidad musulmana en China es muy minoritaria, y tiene aquí en Xi’an su mayor representación, y su etnia Hui como grupo más importante.
El barrio es bastante grande, con cientos de puestos callejeros donde podemos encontrar todo tipo de comida y dulces, generalmente árabes y muchos puestos de souvenirs.
He de confesar que me encantó pasear por sus calles. La mezcla de sus gentes, sus vestimentas, sus costumbres, sus olores, todo en sí es una auténtica maravilla, y perderse por sus calles una visita más que obligatoria.
Después de perdernos por sus calles, nos topamos justo delante de su famosa mezquita. La gran mezquita de Xi’an es una de las mezquitas más importantes de toda China. Fue construida en el año 742, y su construcción se basa en la mezcla de estilos árabe y chino, lo cual le da un aspecto más que curioso.
Ya que estábamos en la puerta nos decidimos a entrar (25¥), y aunque su mezcla de estilos la hace bastante singular, la considero una visita del todo prescindible.
Después de volver a pasear por el barrio y perdernos por sus calles, decidimos irnos a visitar la muralla de la ciudad, ya que la lluvia había parado por completo y aún quedaba algo de tiempo para que oscureciera del todo. La entrada a la muralla nos quedaba en la otra punta de la ciudad, así que decidimos coger uno de los muchos rickshaw que había por la zona. Durante todo el tiempo que estuvimos por la zona nos habíamos encontrado varias veces con una chica musulmana que nos había ofrecido su rickshaw varias veces, y al volver a verla por casualidad, negociamos con ella (25¥) para que nos llevara hasta la entrada a la muralla. El trayecto nos llevó bastante tiempo, ya que cogimos varios atascos, pero la pericia de la chica al volante me dejó alucinado. Puedo decir que lo que vi hacer a la chica con el rickshaw es digno de cualquier piloto de fórmula 1.
Al llegar a la muralla se nos hizo de noche, y dudamos si subir o no, ya que nuestra intención era alquilar unas bicicletas y recorrer la muralla tranquilamente, así que después de estar un rato dudando, decidimos subir (40¥). La verdad que pasear por la muralla sin gente y de noche es una auténtica delicia, ya que la única iluminación de la muralla son miles de farolillos rojos que te transportan a la china antigua de emperadores y guerreros. Al estar todo demasiado oscuro nos decantamos por pasear tranquilamente sin alquilar bicicletas, y después de pasear un rato por ella, nos fuimos dirección al hostel, ya que después de tres noches viajando en tren sin dormir en condiciones, mi cuerpo me pedía dormir sin traqueteo más que comer.
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