martes, 14 de agosto de 2012

Día 9 – Xi’an

Nuestro segundo y último día en Xi’an se presentaba emocionante, ya que teníamos previsto visitar los Guerreros de Terracota y subir a la muralla de la ciudad para recorrerla en bici, ya que la noche anterior nos habíamos quedado con ganas de hacerlo, pero al echarse la noche encima, pensamos que era mejor dejarlo para hoy. A última hora de la tarde teníamos avión con destino Zhangjiajie a las 20:00 h, así que madrugamos y nos pusimos en marcha.

Para realizar la visita de los Guerreros de Terracota hay muchos tours organizados por la ciudad y en mucho de los hostels (incluido el nuestro), pero nosotros decidimos hacerlo por nuestra cuenta, ya que no tenía mucha complicación llegar hasta allí. Para llegar hasta la estación de bus cogimos el bus 603 (1¥), que nos dejó en la estación de tren, y una vez allí, buscamos la estación de buses para coger el bus 306, que nos llevaría hasta la puerta del recinto de los guerreros. Una vez llegamos a la estación de trenes, nos costó un poco encontrar el bus 306, pero una vez más, fue sacar un mapa y en menos de diez segundos teníamos a una mujer preguntando si nos podía ayudar. Tras preguntar por el bus 306 y enseñarle una foto de los guerreros, nos indicó amablemente hacia donde teníamos que ir. Para situarse bien, si miramos a la estación de tren de frente, a nuestra mano derecha nos encontramos una pequeña estación de buses. Entramos dentro de la estación y varios conductores nos ofrecían subir diciendo “Terracota, Terracota”, pero no nos dieron mucha confianza, así que como en mis notas de viaje tenía bus 306, fuimos preguntando hasta que lo encontramos. Una vez llegamos a él vimos claramente que se trataba del bus oficial de línea regular, así que creo que hicimos bien en buscarlo. Compramos los tickets, (7¥ ida) y nada más montarnos nos pusimos en marcha. El trayecto dura 1’10 h, y no hay que preocuparse, ya que la parada es el final de línea. Una vez llegamos al recinto, fuimos a comprar los tickets (150¥), nosotros volvimos a utilizar nuestros “carnets de estudiantes” y nos volvió a funcionar (75¥).
En la primavera de 1974, unos campesinos de Lin tong estaban excavando cerca del monte Li, cuando casualmente encontraron fragmentos de una estatuilla de terracota. Según una antigua tradición, cerca del pueblo Lin Tong, bajo un montón de tierra se encontraba sepultado el primer emperador de China, Qin Shi Huang. La leyenda resultó cierta, se trataba del primero de los 7000 guerreros de terracota que montaban guardia en el mausoleo del emperador.
El recinto consta de tres fosas, numeradas en función del orden en que fueron excavadas, y para realizar su visita, se recomienda comenzar la visita por la fosa número 2, seguir la visita por la fosa número 3, y dejar la más espectacular de todas para el final, la fosa número 1.


Nosotros así lo hicimos, y creo sinceramente que es la mejor manera de hacerlo, ya que digamos que empezamos de menos más, dejando para el final la que sin duda será la visita más espectacular del recinto, la que seguramente te dejará como me dejó a mí, sin palabras, la fosa número 1 donde sus 6000 guerreros del ejercito del emperador Qin Shi Huang llevan más de 2000 años desafiando el paso del tiempo.
En la fosa número 2, la primera que visitamos, nos encontramos con una fosa grande, donde nos encontramos un regimiento de infantería y caballería con numerosas figuras de soldados, caballos y carros. En ella podemos ver también varios arqueros arrodillados, y el número de piezas que se encontró en ella supera las 1400.
Después de la fosa 2, nos fuimos a visitar la fosa número 3, una fosa mucho más pequeña que las otras, y que es conocida como el cuartel general, donde se encontraron 68 piezas, compuestas en su mayor parte por oficiales, comandantes y generales.


Una vez visitamos la tercera fosa, nos fuimos a visitar sin duda la joya del recinto, la fosa número 1. Se trata de un recinto muy grande donde nos encontramos delante de unos 6000 guerreros, carros y caballos, un ejército entero formado en posición de batalla.


Los arqueros cubren las alas exteriores, la vanguardia la ocupan arqueros y ballesteros, y los carros son arrastrados por un tiro de cuatro caballos y defendidos por batallones de guerreros. En el interior de esta formación, el corazón del ejército, 36 hileras de infantes con armaduras. El recinto te deja sin palabras nada más entrar, ya que por mucho que hayas vistos a estos guerreros en exposiciones o fotos, encontrarte cara a cara con ellos, sin duda es algo especial. Puedes ver la tensión en sus caras, puedes ver sus miradas desafiantes, en las cuales puedes ver claramente que no dudaran ni un segundo en defender a su emperador ante cualquier ataque.


Cada una de las figuras tiene rasgos y características diferentes, soldados jóvenes, viejos, bigotes, peinados, rasgos de etnias diferentes. Las cabezas y las manos se moldeaban aparte, y luego se añadían a los cuerpos. Los uniformes reflejan también los rangos militares a los que pertenecen. Cada soldado llevaba un arma, arcos, lanzas, espadas… Las figuras son de colores vivos y brillantes, pero este color se pierde apenas a las cinco horas de exposición al aire, debido a la oxidación. Se está buscando una técnica que permita mantener los colores originales, así que por el momento se ha pospuesto la excavación de nuevos guerreros.


Por más que los miras, nunca te cansar de verlos, y aunque la cantidad de gente que los visita es enorme, sus pasarelas están bien montadas y hace que tengas buenas vistas desde cualquier punto del recinto.





Después de visitar las tres fosas, nos fuimos a ver el recinto de los carros de bronce, un recinto donde nos encontramos dos reproducciones en bronce a escala de los carruajes que utilizaba el emperador cuando salía de inspección. Otra de las maravillas del recinto.





La visita nos llevó unas 3 horas, y como todas las visitas en China, creo que merece la pena madrugar para evitar las grandes aglomeraciones que se forman en cualquier parte a media mañana. Una vez terminada la visita, aprovechamos para comer algo rápido en las afueras del recinto, donde hay muchísimos puestos de souvenirs y varios restaurantes, y una vez acabamos de comer, nos fuimos a coger el bus en el mismo punto que nos había dejado por la mañana y volver a Xi’an, esta vez sí, para recorrer su muralla en bici. Al llegar a la estación de bus, la entrada a la muralla quedaba bastante lejos, así que cogimos un rickshaw (20¥) para llegar hasta ella. Volvimos a subir (40¥) y alquilamos unas bicis (40¥). La muralla actual tiene 12 metros de altura, y entre 12 y 14 metros de ancho, y una distancia total de 13’7 km.


Mientras paseas tranquilamente por ella, te vas encontrando zonas donde un hilo musical con música tradicional china te acompaña, lo cual hace que su paseo muy agradable y relajante, una visita del todo recomendable. El recorrido nos llevó poco más de una hora a un ritmo muy tranquilo, así que cuando dimos la vuelta entera, fuimos a dejar las bicis y nos fuimos directamente a buscar nuestras mochilas al hostel, con la satisfacción de un día perfecto.


Por la mañana habíamos visto que salían buses dirección al aeropuerto desde la estación de trenes, y al ir a preguntar, la chica que se encargaba de los buses, que no hablaba nada de inglés, me comentó tras varios intentos por hacernos entender, que el bus tardaba 30 minutos (25¥), así que teníamos tiempo de sobra para comer tranquilamente. Una vez acabamos de comer en el hostel, nos disponíamos a marchar dirección al aeropuerto cuando casi sin querer leo un cartel del hostel que decía que la distancia desde el hostel (muy cerca de la estación de tren) al aeropuerto era de una hora en taxi. Algo empezaba a no cuadrarme, ¿una hora en taxi y media hora en bus?, empecé a ponerme nervioso. Hablé con la chica del hostel y me comenta que efectivamente, la distancia en taxi es una hora, y que el único bus que sale al aeropuerto sale desde la Torre de la Campana, que ella no conoce ningún bus que salga de la estación de trenes. Volvía a tener la sensación de no entender nada, y creía que la chica del hostel estaba equivocada, ya que la otra chica me había comentado que el bus tardaba 30 minutos, aunque yo ya empezaba a dudar que la chica del bus supiera que le estaba preguntando. Todavía teníamos que llegar a la estación de tren, unos 20 minutos, más lo que tardara el bus en llegar al aeropuerto, cosa que no tenía nada claro, así que decidimos tomar un taxi desde el hostel (150¥) por lo que pudiera pasar. Pues efectivamente había una hora en taxi, así que la chica del bus, o no nos entendimos, o no tenía ni idea de lo que le estaba preguntando. Por suerte, al ser domingo no había mucho tráfico y llegamos bien de hora, pero estoy seguro que si llegamos a ir en bus, no llegamos a tiempo. Cuando llevas varios días en China, te das cuenta que hay que preguntar las cosas varias veces ya que muchos te dicen las cosas sin saber o sin entender que les estás preguntando, e incluso la mayoría de las veces te dicen cosas diferentes, con lo que hay momentos en los que tienes te sientes muy perdido, pero por suerte, al final (con mucha paciencia) siempre llegas a tu destino.  
Nuestro vuelo salió puntual, y después de 1’15 h, llegamos a Zhangjiajie. A partir de Zhangjiajie terminábamos la primera parte de nuestro viaje, digamos la parte más cerrada del viaje, y comenzábamos la parte más abierta de este, donde teníamos claro las zonas que queríamos visitar, pero no llevábamos ningún planning cerrado, según fuésemos viendo las zonas, decidiríamos si quedarnos más o menos días. Una vez salimos del aeropuerto, no teníamos muy claro como llegar al centro del pueblo, así que decidimos tomar un taxi. Una legión de buitres se abalanzó sobre nosotros con cara de querer sacarnos todo lo que pudieran, así que comenzó el agotador juego del regateo. Finalmente pudimos conseguir que nos llevaran por 30¥, gracias a que pudimos compartir taxi con un chino que iba dirección al centro. Nos alojamos en el hostel Bajie Youth hostel (totalmente recomendable, relación calidad-precio muy buena), y por la noche, con la ayuda de una chica jovencita del hostel, preparamos la visita del día siguiente al Parque Nacional de Zhangjiajie. Aún no lo sabíamos, pero sin duda, comenzábamos la mejor parte de nuestro viaje, las dos semanas que teníamos por delante y todos los kilómetros que nos quedaban por recorrer.

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