Hoy dejábamos atrás Munich, y nos
íbamos a nuestro siguiente destino, la ciudad de Salzburgo, en el país vecino
de Austria. Nos levantamos temprano para ir hacia la estación de tren. Una vez
llegamos a Hauptbahnhof Central Station, nos acercamos a las máquinas de
billetes para comprar el Bayern Ticket. Aunque Salzburgo pertenezca a Austria,
el Bayern Ticket es válido para viajar hasta esta ciudad (y alguna ciudad
fronteriza más), así que aprovechamos para comprar el Bayern Ticket para el día
de hoy (30 euros/3 personas), y de paso para el día de regreso a Munich, ya que
debíamos volver a Munich a tomar el avión de regreso a casa. Una vez nos
hicimos con los tickets, buscamos nuestra vía en los paneles de la estación, y
una vez la localizamos, nos fuimos a esperar la salida de nuestro tren.
Mientras esperábamos la salida de nuestro tren, comienzan a escucharse mensajes
en alemán por la megafonía de la estación, y a su vez, vemos movimiento de
personas en nuestra zona del tren. Lógicamente no entendemos nada de lo que
están diciendo por megafonía, aunque por suerte, una chica que chapurrea algo
de español nos pregunta que hacia donde íbamos, y tras decirle que íbamos a
Salzburgo, nos comenta que la estación de Salzburgo está inundada por las lluvias
de los últimos días (al parecer media Europa central estaba inundada), y que
nuestro tren no paraba en Salzburgo (¿otra
vez la lluvia?, lo mío es digno de estudio, estoy convencido que en otra
vida fui chamán de la lluvia en alguna tribu indígena).
Enseguida nos acercamos al
mostrador de información, ya que no tenemos ni idea de cómo llegar a Salzburgo,
y nos comentan que la única manera de llegar hasta Salzburgo es en tren de
cercanías. Debemos ir de Munich hasta Mühldorf, después cambiar de tren hasta
Freilassing, y allí, un bus nos llevaría hasta Salzburgo. En teoría,
tardaríamos una hora más, así que como no teníamos más opciones, nos fuimos a
buscar el tren dirección Mühldorf. En poco más de una hora llegamos a Mühldorf,
y tras un buen rato de espera, cambiamos de tren dirección Freilassing. Una vez
llegamos a Freilassing, nos comentan que podemos llegar a Salzburgo en tren. No
entendía muy bien que estaba pasando, ya que en la estación central de Munich
nos habían comentado que la estación de Salzburgo estaba inundada, pero como
tampoco íbamos a solucionar nada, nos montamos en el tren dirección Salzburgo,
y por fin después de cinco horas (según la información de Munich iban a ser
tres), llegamos a Salzburgo.
Salzburgo es la cuarta ciudad más
poblada de Austria, y está divida en dos partes por el río Salzach,y es
mundialmente conocida por ser el lugar de nacimiento de Wolfgang Amadeus
Mozart, algo que queda patente nada más pisarla, ya que toda la ciudad gira
entorno a la figura del genial compositor. Además de Mozart, la ciudad también
es conocida por ser el escenario de rodaje de la película “Sonrisas y lágrimas”
(“Sound of music” en inglés), algo que también tiene referencias por toda la
ciudad (incluso tours organizados por los lugares de rodaje), y últimamente
también es conocida por ser la sede del equipo Red Bull de Fórmula Uno.
Nada más salir de la estación, nos vamos dirección a nuestro hostel, el Yoho Hostel, un hostel bastante agradable, con muy buena relación calidad-precio, y que se encuentra a diez minutos andando del centro de la ciudad. Una vez hecho el chek-in, nos disponemos a visitar la ciudad el tiempo que podamos, ya que el incidente del tren nos había retrasado mucho, y cuando salimos hacia el centro, eran ya casi las 15:00 h. Tomamos un primer contacto de la ciudad mientras bajábamos por Linzer Gase, una calle que desemboca en el puente de Staatsbrücke, una de las entradas al casco antiguo. Una de las ventajas de la ciudad es que es una ciudad pequeña, lo cual simplifica mucho su visita, y caminando se llega enseguida a cualquier parte de ella. Una de las primeras cosas que me llama la atención mientras recorro la ciudad, es la tranquilidad que se respira, con sus calles impolutas, y ese toque de cuento de hadas que la convierten en una ciudad encantadora. Mientras paseamos por sus calles, llegamos a la Residenzplatz, con su majestuosa fuente. Una bellísima plaza, donde de nuevo me sorprende la limpieza y tranquilidad que se respira.
Continuamos hacia Kapitelplatz, otra pequeña maravilla, con su ajedrez gigante, sus puestos ambulantes y sus músicos callejeros, quienes dan un toque especial a la plaza, interpretando piezas de música clásica.
Mientras nos deleitamos con la belleza de la plaza, nos dirigimos hacia nuestra primera visita del día, el Mönchsberg, con su Fortaleza de Hohensalzburg, ya que queríamos aprovechar que hacía un día soleado para ver las vistas de la ciudad desde la fortaleza. Nos dirigimos hacia el teleférico que sube hacia Hohensalzburg, pero al llegar a él, vemos una cola enorme de gente esperando, así que decidimos subir andando. La subida dura algo más de 15 minutos, y la subida es bastante pronunciada, así que si no se está muy en forma, es mejor subir con el teleférico (11 euros). La fortaleza de Hohensalzburg es quizás el monumento más representativo de la ciudad. Data del año 1077, y es una de las fortalezas mejor conservadas de Europa.
Se trata del antiguo lugar de residencia de los arzobispos de la ciudad, y desde ella se obtiene una de las mejores vistas de la ciudad (imprescindible subir solo por sus vistas). Una vez llegamos a su base, entramos para realizar la visita (7,80 euros). La visita nos lleva unas 2 horas, y transcurre por varias estancias de la fortaleza. Además de las visitas por tu cuenta a diferentes partes habitaciones, el castillo dispone de una visita guiada, donde enseñan varias estancias, entre las que destacan la sala de torturas y una de sus torres, desde donde se obtiene una vista panorámica de 360 grados impresionante. Aunque para mi, lo mejor de la fortaleza es sin duda las vistas sobre la ciudad, una visita imprescindible.
Después de la visita a la fortaleza, decidimos ir hacia una de las joyas del viaje, el monasterio de Mülln. Para llegar hasta él desde la fortaleza (1,5 km), solo hay que seguir el camino que está perfectamente señalizado. El camino transcurre por la montaña del Mönchsberg, y mientras se recorre, se encuentran pequeños rincones y miradores con unas vistas sobre la ciudad espectaculares, que hacen el todo imprescindible este recorrido.
Cuando uno prepara un viaje, siempre suele recopilar información sobre sitios que visitar, prepara visitas a los iconos más representativos, no quiere perderse ningún monumento, ninguna plaza, ninguna calle, y mientras prepara todo eso, lee pequeñas recomendaciones de sitios que anota y guarda, consejos de otros viajeros que son más valiosos que cualquier guía. A menudo, te creas expectativas de muchos lugares famosos que luego simplemente no te llenan, o no son lo que esperabas, sin embargo, son estos pequeños lugares los que nunca fallan, y el monasterio de Mülln, es sin duda, uno de ellos.
Müllner Bräu es la cervecería más antigua de Austria, y se encuentra situada en un antiguo monasterio de los Agustinos fundado en 1605. La cerveza que se sirve es del todo artesanal, usando las técnicas tradicionales, libre de aditivos, y servida directamente del barril de madera en tazas de cerámica. Antes de entrar a sus salones, encontramos varios puestos de comida donde podemos encontrar desde salchichas, pollo asado, codillo, pescado, pan artesanal….un sin fin de platos.
Si lo que queremos es beber una cerveza, debemos conocer el funcionamiento del local. Primero se paga el tamaño de la jarra que queremos beber (litro o medio litro). Una vez pagamos, nos vamos a las estanterías de jarras que nos encontramos, y escogemos el tamaño de jarra que hemos pedido. Una vez tenemos la jarra, nos dirigimos hacia la fuente que nos encontramos, donde lavamos la jarra con agua fría, y una vez tenemos la jarra limpia, se la entregamos al encargado de tirar la cerveza junto con nuestro ticket.
El local es muy acogedor, pero aprovechando el día tan bueno que hace, todo el mundo está en la terraza del local, así que no dudamos en buscar sitio en su biergarten. No hace falta decir que la terraza estaba a reventar, pero tenemos suerte y encontramos sitio nada más llegar. Disfrutando tanto o más del lugar como de su excelente cerveza, nos pegamos un festín que no lo cambio ni por el mejor restaurante michelín. Una tarde inolvidable.
Una vez terminamos nuestra visita a Müllner Bräu, nos dirigimos tranquilamente hacia el centro de la ciudad, bajando hasta la orilla del río y recorriendo su orilla por un agradable paseo asfaltado. Nuestro paseo coincidió con la puesta de sol, así que fue una gozada ver la ciudad con la luz del atardecer.
Había leído que la ciudad de Salzburgo era una belleza, pero sin duda en ese momento del día, la ciudad superaba todas mis expectativas. Sin rumbo fijo, nuestro paseo nos llevó a perdernos por las calles del casco antiguo, vagando por ellas sin destino, simplemente disfrutando de ellas, esperando que de un momento a otro, el mismísimo Mozart apareciese por uno de sus rincones y nos deleitase con una de sus obras maestras.
Nada más salir de la estación, nos vamos dirección a nuestro hostel, el Yoho Hostel, un hostel bastante agradable, con muy buena relación calidad-precio, y que se encuentra a diez minutos andando del centro de la ciudad. Una vez hecho el chek-in, nos disponemos a visitar la ciudad el tiempo que podamos, ya que el incidente del tren nos había retrasado mucho, y cuando salimos hacia el centro, eran ya casi las 15:00 h. Tomamos un primer contacto de la ciudad mientras bajábamos por Linzer Gase, una calle que desemboca en el puente de Staatsbrücke, una de las entradas al casco antiguo. Una de las ventajas de la ciudad es que es una ciudad pequeña, lo cual simplifica mucho su visita, y caminando se llega enseguida a cualquier parte de ella. Una de las primeras cosas que me llama la atención mientras recorro la ciudad, es la tranquilidad que se respira, con sus calles impolutas, y ese toque de cuento de hadas que la convierten en una ciudad encantadora. Mientras paseamos por sus calles, llegamos a la Residenzplatz, con su majestuosa fuente. Una bellísima plaza, donde de nuevo me sorprende la limpieza y tranquilidad que se respira.
Continuamos hacia Kapitelplatz, otra pequeña maravilla, con su ajedrez gigante, sus puestos ambulantes y sus músicos callejeros, quienes dan un toque especial a la plaza, interpretando piezas de música clásica.
Mientras nos deleitamos con la belleza de la plaza, nos dirigimos hacia nuestra primera visita del día, el Mönchsberg, con su Fortaleza de Hohensalzburg, ya que queríamos aprovechar que hacía un día soleado para ver las vistas de la ciudad desde la fortaleza. Nos dirigimos hacia el teleférico que sube hacia Hohensalzburg, pero al llegar a él, vemos una cola enorme de gente esperando, así que decidimos subir andando. La subida dura algo más de 15 minutos, y la subida es bastante pronunciada, así que si no se está muy en forma, es mejor subir con el teleférico (11 euros). La fortaleza de Hohensalzburg es quizás el monumento más representativo de la ciudad. Data del año 1077, y es una de las fortalezas mejor conservadas de Europa.
Se trata del antiguo lugar de residencia de los arzobispos de la ciudad, y desde ella se obtiene una de las mejores vistas de la ciudad (imprescindible subir solo por sus vistas). Una vez llegamos a su base, entramos para realizar la visita (7,80 euros). La visita nos lleva unas 2 horas, y transcurre por varias estancias de la fortaleza. Además de las visitas por tu cuenta a diferentes partes habitaciones, el castillo dispone de una visita guiada, donde enseñan varias estancias, entre las que destacan la sala de torturas y una de sus torres, desde donde se obtiene una vista panorámica de 360 grados impresionante. Aunque para mi, lo mejor de la fortaleza es sin duda las vistas sobre la ciudad, una visita imprescindible.
Después de la visita a la fortaleza, decidimos ir hacia una de las joyas del viaje, el monasterio de Mülln. Para llegar hasta él desde la fortaleza (1,5 km), solo hay que seguir el camino que está perfectamente señalizado. El camino transcurre por la montaña del Mönchsberg, y mientras se recorre, se encuentran pequeños rincones y miradores con unas vistas sobre la ciudad espectaculares, que hacen el todo imprescindible este recorrido.
Cuando uno prepara un viaje, siempre suele recopilar información sobre sitios que visitar, prepara visitas a los iconos más representativos, no quiere perderse ningún monumento, ninguna plaza, ninguna calle, y mientras prepara todo eso, lee pequeñas recomendaciones de sitios que anota y guarda, consejos de otros viajeros que son más valiosos que cualquier guía. A menudo, te creas expectativas de muchos lugares famosos que luego simplemente no te llenan, o no son lo que esperabas, sin embargo, son estos pequeños lugares los que nunca fallan, y el monasterio de Mülln, es sin duda, uno de ellos.
Müllner Bräu es la cervecería más antigua de Austria, y se encuentra situada en un antiguo monasterio de los Agustinos fundado en 1605. La cerveza que se sirve es del todo artesanal, usando las técnicas tradicionales, libre de aditivos, y servida directamente del barril de madera en tazas de cerámica. Antes de entrar a sus salones, encontramos varios puestos de comida donde podemos encontrar desde salchichas, pollo asado, codillo, pescado, pan artesanal….un sin fin de platos.
Si lo que queremos es beber una cerveza, debemos conocer el funcionamiento del local. Primero se paga el tamaño de la jarra que queremos beber (litro o medio litro). Una vez pagamos, nos vamos a las estanterías de jarras que nos encontramos, y escogemos el tamaño de jarra que hemos pedido. Una vez tenemos la jarra, nos dirigimos hacia la fuente que nos encontramos, donde lavamos la jarra con agua fría, y una vez tenemos la jarra limpia, se la entregamos al encargado de tirar la cerveza junto con nuestro ticket.
El local es muy acogedor, pero aprovechando el día tan bueno que hace, todo el mundo está en la terraza del local, así que no dudamos en buscar sitio en su biergarten. No hace falta decir que la terraza estaba a reventar, pero tenemos suerte y encontramos sitio nada más llegar. Disfrutando tanto o más del lugar como de su excelente cerveza, nos pegamos un festín que no lo cambio ni por el mejor restaurante michelín. Una tarde inolvidable.
Una vez terminamos nuestra visita a Müllner Bräu, nos dirigimos tranquilamente hacia el centro de la ciudad, bajando hasta la orilla del río y recorriendo su orilla por un agradable paseo asfaltado. Nuestro paseo coincidió con la puesta de sol, así que fue una gozada ver la ciudad con la luz del atardecer.
Había leído que la ciudad de Salzburgo era una belleza, pero sin duda en ese momento del día, la ciudad superaba todas mis expectativas. Sin rumbo fijo, nuestro paseo nos llevó a perdernos por las calles del casco antiguo, vagando por ellas sin destino, simplemente disfrutando de ellas, esperando que de un momento a otro, el mismísimo Mozart apareciese por uno de sus rincones y nos deleitase con una de sus obras maestras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario