Mientras preparaba nuestro viaje
a Salzburgo y sus alrededores, tenía pensado dedicarle este día a visitar la
zona de Berchtesgaden y sobre todo, visitar el famoso Nido del Águila. Era una
visita que me apetecía mucho hacer, y de hecho, la tenía como visita
imprescindible, pero mientras recogía información sobre el lugar, empecé a leer
comentarios de muchos viajeros que hablaban sobre una pequeña ruta de tres
pueblos a orillas de unos lagos. La llamaban “la ruta de los lagos”, y sobre
todo, hablaban maravillas de uno de ellos, Hallstatt. La curiosidad llamó a mi
puerta, así que empecé a investigar un poco sobre estos pueblos, leyendo
experiencias de viajeros y viendo fotos de los lugares, y poco a poco me fue interesando
más y más esta ruta. Finalmente tuve que escoger entre visitar Berchtesgaden o
hacer esta pequeña ruta de los lagos, y finalmente me decidí por esta, y la
verdad es que la belleza del lugar me dejó sin palabras. Por supuesto que
Berchtesgaden queda pendiente para otra visita por la zona, pero no puedo más
que recomendar a todo el mundo que esté
por la zona, que vaya a visitar estos tres pueblos, no se arrepentirá.
Salimos temprano del hostel, y
fuimos directamente a la oficina de Europcar a recoger nuestro coche de
alquiler (54 euros/ 1 día). Existe un autobús que lleva hasta Hallstatt, pero
la mejor opción sin duda es alquilar un coche, ya que además de la libertad que
te da, te permite visitar el resto de pueblos.
Existen dos posibilidades de llegar
hasta Hallstatt. La primera es cogiendo la autopista A-10 y salirse por la
salida 28 para enlazar con la carretera B-162. Una vez se llega al cruce con la
carretera B-166, se debe tomar el desvío hasta Bad Ischl y Hallstatt. Aunque
sin duda, la mejor opción (de obligado cumplimiento me atrevería a decir) es la
que te lleva a través de la carretera B-158 que sale de Salzburgo y nos lleva
hasta Bad Ischl. Una vez allí, enlazamos con la B-145, y una vez pasamos Bad
Goisern, enlaza con la B-166,
la carretera que nos lleva hasta Hallstatt. La carretera en sí es una maravilla,
y pararías en cada rincón de ella para hacer miles de fotos, aunque había leído
varias recomendaciones de viajeros que recomendaban ir directamente hasta
Hallstatt, y una vez visitado el pueblo, recorrer la carretera de vuelta a
Salzburgo tranquilamente e ir parando en St. Wolfgang primero, y St. Gilgen
después, así que eso fue lo que hicimos, y creo que es la mejor opción, ya que
dado la belleza de la zona, corres serio peligro de no llegar nunca a
Hallstatt.
Llegamos a la oficina de Europcar
temprano, y nos tenían preparado un Volkswagen Golf impecable, así que nada más
montarnos en él, nos pusimos rumbo a nuestro destino. Enseguida nos pusimos
dirección Bad Ischl por la carretera B-158, y enseguida pudimos comprobar que
la fama de la carretera era bien merecida. Como he comentado antes, la
carretera atraviesa varios lagos y montañas, y cualquier adjetivo se queda
corto. El primer pueblo que nos encontramos es St. Gilgen, a 30 kilómetros de
Salzburgo. Decidimos continuar y parar a la vuelta, así que una vez pasado St.
Gilgen, nos encontramos con el desvío hacia St. Wolfgang, así que visualizamos
el camino de vuelta. Una vez llegamos a Bad Ischl (52 km), tomamos el desvío por
la B-145, y el
paisaje comenzaba a mostrar montañas cada vez más altas y paisajes de postal.
Una vez pasamos Bad Goisern, enlazamos con la carretera B-166, y empezamos a
bordear el lago Hallstätter. La carretera transcurre justo al borde del lago,
lo que hace que este tramo sea una delicia, mientras poco a poco, vamos viendo
tímidamente el pueblo a lo lejos, con sus casas orientadas hacia el lago,
dejándonos ver un pequeño aperitivo de lo que nos aguardaba unos metros más
adelante.
Antes de llegar a Hallstatt,
encontramos unos parkings antes del túnel que debemos cruzar, y mientras
cruzamos el túnel, varias señales de parking aparecen dentro de él, aunque
decidimos aparcar una vez llegamos al pueblo, donde volvemos a encontrar más
señales de parking (está todo muy bien indicado y muy bien organizado). Una vez
dejamos el coche (3h / 6 euros), nos vamos andando por su pequeño paseo,
dejándonos a su paso, auténticas postales de ensueño.
Hallstatt está considerado el pueblo más bonito a orillas de un lago (nunca he entendido muy bien estos títulos, ni quien los concede), y la verdad que su fama está bien merecida. El entorno es más que espectacular.
Una de las atracciones más populares del pueblo es su mina de sal, ya que esta está considerada la mina de sal más vieja del mundo. Se puede visitar con un tour organizado, auque nosotros no teníamos intención de visitarla.
Hallstatt está considerado el pueblo más bonito a orillas de un lago (nunca he entendido muy bien estos títulos, ni quien los concede), y la verdad que su fama está bien merecida. El entorno es más que espectacular.
Una de las atracciones más populares del pueblo es su mina de sal, ya que esta está considerada la mina de sal más vieja del mundo. Se puede visitar con un tour organizado, auque nosotros no teníamos intención de visitarla.
Paseando tranquilamente por sus
calles, llegamos al corazón del pueblo, Markplatz, una bellísima plaza con sus
casas cubiertas de flores y enredaderas.
Después de visitar su iglesia con su impresionante torre, seguimos paseando por sus calles, hasta que cruzamos del todo el pueblo, y nos encontramos con una de las imágenes más fotografiadas de Hallstatt. Sin duda, una imagen vale más que mil palabras.
Después de hacer más de
quinientas fotos, decidimos irnos hacia la parte alta del pueblo, y paseando
por sus calles, llegamos a una de las visitas más singulares que he hecho
nunca. Se trata del osario Hallstätter Beinhaus (1,5 euros). El terreno es tan
escaso en el pueblo, que antiguamente exhumaban los cadáveres a los diez años
para dejar terreno libre para nuevos enterramientos. Estos cuerpos exhumados,
eran trasladados al osario del pueblo, donde eran adornados elaboradamente con
los nombres de sus dueños, profesiones y fechas de su defunción. Hoy en día
esta práctica ya no se lleva a cabo, y solo se pueden llevar los cráneos allí,
si un habitante local lo solicita específicamente por escrito. El último cráneo
que se llevó, fue el de una mujer que falleció en 1983 y fue colocado en 1995.
El lugar no deja de tener un punto macabro, pero creo que es una visita muy
recomendable por lo singular del lugar.
Una vez visitamos Hallstätter Beinhaus, estuvimos paseando por el bello cementerio del pueblo, y nos volvimos a perder por sus calles.
Paseando tranquilamente, llegamos a Markplatz, donde de nuevo, nos volvimos a quedarnos embobados disfrutando de esta pequeña joya.
Después de volver a hacer otras quinientas fotos más mientras paseábamos por el pueblo, nos fuimos dirección a nuestro coche, con la sensación de haber visitado uno de esos rincones tocados por una varita mágica.
Después de visitar su iglesia con su impresionante torre, seguimos paseando por sus calles, hasta que cruzamos del todo el pueblo, y nos encontramos con una de las imágenes más fotografiadas de Hallstatt. Sin duda, una imagen vale más que mil palabras.
Una vez visitamos Hallstätter Beinhaus, estuvimos paseando por el bello cementerio del pueblo, y nos volvimos a perder por sus calles.
Paseando tranquilamente, llegamos a Markplatz, donde de nuevo, nos volvimos a quedarnos embobados disfrutando de esta pequeña joya.
Después de volver a hacer otras quinientas fotos más mientras paseábamos por el pueblo, nos fuimos dirección a nuestro coche, con la sensación de haber visitado uno de esos rincones tocados por una varita mágica.
Una vez nos montamos en el coche,
nos fuimos hacia nuestro siguiente destino, St. Wolfgang, a 37 kilómetros de
Hallstatt. El pueblo no tiene pérdida, ya que nada más salir de Hallstatt,
encontramos carteles indicándonos el camino. Mientras íbamos hacia St.
Wolfgang, esta vez si, decidimos parar por el camino en varios apeaderos, ya
que vuelvo a repetir, el paisaje te deja sin aliento en cada rincón.
Después de varias paradas, llegamos a St. Wolfgang. Su nombre real es St. Wolfgang im Salzkammergut, y se trata de otro pueblo a orillas de un lago, esta vez el lago Wolfgangsee, y está situado en la orilla opuesta de Hallstatt. Uno de sus reclamos más famosos son las fachadas de sus casas pintadas, auténticas obras de arte. El cuidado de sus casas es exquisito, dando un toque muy especial al pueblo.
De nuevo nos volvimos a perder recorriendo sus calles, respirando un aire de tranquilidad impagable. Nos fuimos a visitar su pequeño muelle, donde estuvimos un buen rato disfrutando de las vistas y su tranquilidad.
Lamentablemente no podíamos quedarnos allí para siempre (fue algo que estuve pensando seriamente durante un buen rato), así que nos volvimos a nuestro coche para irnos hacia nuestro siguiente destino, St. Gilgen.
Tras recorrer unos 20 kilómetros,
llegamos a St. Gilgen, nuestra última visita. St. Gilgen también está en la
orilla del lago Wolfgangsee, y aunque para mi no tiene el
encanto de Hallstatt ni St. Wolfgang, también es una parada obligada.
El pueblo también tiene varias casas pintadas y varios jardines muy recomendables, y es famosa por ser la ciudad natal de la madre de Wolfgang Amadeus Mozart. La casa donde nació está convertida en museo, aunque nosotros no lo visitamos. Aquí se pueden hacer varios paseos en barco por el lago Wolfgangsee. En su pequeño puerto, hay varias empresas que lo hacen, aunque los precios no son baratos. Una vez recorrimos sus calles, nos fuimos de nuevo hacia nuestro coche, donde cogimos la carretera de vuelta a Salzburgo, no sin antes volver a parar en varios miradores, ya que me resistía a abandonar este pequeño paraíso.
Una vez llegamos a Salzburgo, nos fuimos a devolver el coche, y para terminar un día perfecto, nada mejor que irnos al monasterio de Mülln, donde volvimos a disfrutar de un lugar único, saboreando todo lo que habíamos visto en el día de hoy, y marcando Salzburgo y su alrededores como un lugar de ensueño.
El pueblo también tiene varias casas pintadas y varios jardines muy recomendables, y es famosa por ser la ciudad natal de la madre de Wolfgang Amadeus Mozart. La casa donde nació está convertida en museo, aunque nosotros no lo visitamos. Aquí se pueden hacer varios paseos en barco por el lago Wolfgangsee. En su pequeño puerto, hay varias empresas que lo hacen, aunque los precios no son baratos. Una vez recorrimos sus calles, nos fuimos de nuevo hacia nuestro coche, donde cogimos la carretera de vuelta a Salzburgo, no sin antes volver a parar en varios miradores, ya que me resistía a abandonar este pequeño paraíso.
Una vez llegamos a Salzburgo, nos fuimos a devolver el coche, y para terminar un día perfecto, nada mejor que irnos al monasterio de Mülln, donde volvimos a disfrutar de un lugar único, saboreando todo lo que habíamos visto en el día de hoy, y marcando Salzburgo y su alrededores como un lugar de ensueño.
Estoy planificando un viaje en Junio a Austria y tendré muy en cuenta su detallada explicación de estos pueblos, coincidiendo con el comentario de otros viajeros.Muchas gracias
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