domingo, 2 de junio de 2013

Día 6 – Hallstatt – St. Wolfgang – St. Gilgen



Mientras preparaba nuestro viaje a Salzburgo y sus alrededores, tenía pensado dedicarle este día a visitar la zona de Berchtesgaden y sobre todo, visitar el famoso Nido del Águila. Era una visita que me apetecía mucho hacer, y de hecho, la tenía como visita imprescindible, pero mientras recogía información sobre el lugar, empecé a leer comentarios de muchos viajeros que hablaban sobre una pequeña ruta de tres pueblos a orillas de unos lagos. La llamaban “la ruta de los lagos”, y sobre todo, hablaban maravillas de uno de ellos, Hallstatt. La curiosidad llamó a mi puerta, así que empecé a investigar un poco sobre estos pueblos, leyendo experiencias de viajeros y viendo fotos de los lugares, y poco a poco me fue interesando más y más esta ruta. Finalmente tuve que escoger entre visitar Berchtesgaden o hacer esta pequeña ruta de los lagos, y finalmente me decidí por esta, y la verdad es que la belleza del lugar me dejó sin palabras. Por supuesto que Berchtesgaden queda pendiente para otra visita por la zona, pero no puedo más que recomendar a todo el  mundo que esté por la zona, que vaya a visitar estos tres pueblos, no se arrepentirá.
Salimos temprano del hostel, y fuimos directamente a la oficina de Europcar a recoger nuestro coche de alquiler (54 euros/ 1 día). Existe un autobús que lleva hasta Hallstatt, pero la mejor opción sin duda es alquilar un coche, ya que además de la libertad que te da, te permite visitar el resto de pueblos.
Existen dos posibilidades de llegar hasta Hallstatt. La primera es cogiendo la autopista A-10 y salirse por la salida 28 para enlazar con la carretera B-162. Una vez se llega al cruce con la carretera B-166, se debe tomar el desvío hasta Bad Ischl y Hallstatt. Aunque sin duda, la mejor opción (de obligado cumplimiento me atrevería a decir) es la que te lleva a través de la carretera B-158 que sale de Salzburgo y nos lleva hasta Bad Ischl. Una vez allí, enlazamos con la B-145, y una vez pasamos Bad Goisern, enlaza con la B-166, la carretera que nos lleva hasta Hallstatt. La carretera en sí es una maravilla, y pararías en cada rincón de ella para hacer miles de fotos, aunque había leído varias recomendaciones de viajeros que recomendaban ir directamente hasta Hallstatt, y una vez visitado el pueblo, recorrer la carretera de vuelta a Salzburgo tranquilamente e ir parando en St. Wolfgang primero, y St. Gilgen después, así que eso fue lo que hicimos, y creo que es la mejor opción, ya que dado la belleza de la zona, corres serio peligro de no llegar nunca a Hallstatt.
Llegamos a la oficina de Europcar temprano, y nos tenían preparado un Volkswagen Golf impecable, así que nada más montarnos en él, nos pusimos rumbo a nuestro destino. Enseguida nos pusimos dirección Bad Ischl por la carretera B-158, y enseguida pudimos comprobar que la fama de la carretera era bien merecida. Como he comentado antes, la carretera atraviesa varios lagos y montañas, y cualquier adjetivo se queda corto. El primer pueblo que nos encontramos es St. Gilgen, a 30 kilómetros de Salzburgo. Decidimos continuar y parar a la vuelta, así que una vez pasado St. Gilgen, nos encontramos con el desvío hacia St. Wolfgang, así que visualizamos el camino de vuelta. Una vez llegamos a Bad Ischl (52 km), tomamos el desvío por la B-145, y el paisaje comenzaba a mostrar montañas cada vez más altas y paisajes de postal. Una vez pasamos Bad Goisern, enlazamos con la carretera B-166, y empezamos a bordear el lago Hallstätter. La carretera transcurre justo al borde del lago, lo que hace que este tramo sea una delicia, mientras poco a poco, vamos viendo tímidamente el pueblo a lo lejos, con sus casas orientadas hacia el lago, dejándonos ver un pequeño aperitivo de lo que nos aguardaba unos metros más adelante.
Antes de llegar a Hallstatt, encontramos unos parkings antes del túnel que debemos cruzar, y mientras cruzamos el túnel, varias señales de parking aparecen dentro de él, aunque decidimos aparcar una vez llegamos al pueblo, donde volvemos a encontrar más señales de parking (está todo muy bien indicado y muy bien organizado). Una vez dejamos el coche (3h / 6 euros), nos vamos andando por su pequeño paseo, dejándonos a su paso, auténticas postales de ensueño.


Hallstatt está considerado el pueblo más bonito a orillas de un lago (nunca he entendido muy bien estos títulos, ni quien los concede), y la verdad que su fama está bien merecida. El entorno es más que espectacular.


Una de las atracciones más populares del pueblo es su mina de sal, ya que esta está considerada la mina de sal más vieja del mundo. Se puede visitar con un tour organizado, auque nosotros no teníamos intención de visitarla.
Paseando tranquilamente por sus calles, llegamos al corazón del pueblo, Markplatz, una bellísima plaza con sus casas cubiertas de flores y enredaderas.


Después de visitar su iglesia con su impresionante torre, seguimos paseando por sus calles, hasta que cruzamos del todo el pueblo, y nos encontramos con una de las imágenes más fotografiadas de Hallstatt. Sin duda, una imagen vale más que mil palabras. 


Después de hacer más de quinientas fotos, decidimos irnos hacia la parte alta del pueblo, y paseando por sus calles, llegamos a una de las visitas más singulares que he hecho nunca. Se trata del osario Hallstätter Beinhaus (1,5 euros). El terreno es tan escaso en el pueblo, que antiguamente exhumaban los cadáveres a los diez años para dejar terreno libre para nuevos enterramientos. Estos cuerpos exhumados, eran trasladados al osario del pueblo, donde eran adornados elaboradamente con los nombres de sus dueños, profesiones y fechas de su defunción. Hoy en día esta práctica ya no se lleva a cabo, y solo se pueden llevar los cráneos allí, si un habitante local lo solicita específicamente por escrito. El último cráneo que se llevó, fue el de una mujer que falleció en 1983 y fue colocado en 1995. El lugar no deja de tener un punto macabro, pero creo que es una visita muy recomendable por lo singular del lugar.



Una vez visitamos Hallstätter Beinhaus, estuvimos paseando por el bello cementerio del pueblo,  y nos volvimos a perder por sus calles.


Paseando tranquilamente, llegamos a Markplatz, donde de nuevo, nos volvimos a quedarnos embobados disfrutando de esta pequeña joya.
 

Después de volver a hacer otras quinientas fotos más mientras paseábamos por el pueblo, nos fuimos dirección a nuestro coche, con la sensación de haber visitado uno de esos rincones tocados por una varita mágica.
Una vez nos montamos en el coche, nos fuimos hacia nuestro siguiente destino, St. Wolfgang, a 37 kilómetros de Hallstatt. El pueblo no tiene pérdida, ya que nada más salir de Hallstatt, encontramos carteles indicándonos el camino. Mientras íbamos hacia St. Wolfgang, esta vez si, decidimos parar por el camino en varios apeaderos, ya que vuelvo a repetir, el paisaje te deja sin aliento en cada rincón.



Después de varias paradas, llegamos a St. Wolfgang. Su nombre real es St. Wolfgang im Salzkammergut, y se trata de otro pueblo a orillas de un lago, esta vez el lago Wolfgangsee, y está situado en la orilla opuesta de Hallstatt. Uno de sus reclamos más famosos son las fachadas de sus casas pintadas, auténticas obras de arte. El cuidado de sus casas es exquisito, dando un toque muy especial al pueblo. 




De nuevo nos volvimos a perder recorriendo sus calles, respirando un aire de tranquilidad impagable. Nos fuimos a visitar su pequeño muelle, donde estuvimos un buen rato disfrutando de las vistas y su tranquilidad.



Lamentablemente no podíamos quedarnos allí para siempre (fue algo que estuve pensando seriamente durante un buen rato), así que nos volvimos a nuestro coche para irnos hacia nuestro siguiente destino, St. Gilgen.   
Tras recorrer unos 20 kilómetros, llegamos a St. Gilgen, nuestra última visita. St. Gilgen también está en la orilla del lago Wolfgangsee, y aunque para mi no tiene el encanto de Hallstatt ni St. Wolfgang, también es una parada obligada.


El pueblo también tiene varias casas pintadas y varios jardines muy recomendables, y es famosa por ser la ciudad natal de la madre de Wolfgang Amadeus Mozart. La casa donde nació está convertida en museo, aunque nosotros no lo visitamos. Aquí se pueden hacer varios paseos en barco por el lago Wolfgangsee. En su pequeño puerto, hay varias empresas que lo hacen, aunque los precios no son baratos. Una vez recorrimos sus calles, nos fuimos de nuevo hacia nuestro coche, donde cogimos la carretera de vuelta a Salzburgo, no sin antes volver a parar en varios miradores, ya que me resistía a abandonar este pequeño paraíso.


Una vez llegamos a Salzburgo, nos fuimos a devolver el coche, y para terminar un día perfecto, nada mejor que irnos al monasterio de Mülln, donde volvimos a disfrutar de un lugar único, saboreando todo lo que habíamos visto en el día de hoy, y marcando Salzburgo y su alrededores como un lugar de ensueño.  




1 comentario:

  1. Estoy planificando un viaje en Junio a Austria y tendré muy en cuenta su detallada explicación de estos pueblos, coincidiendo con el comentario de otros viajeros.Muchas gracias

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