martes, 17 de septiembre de 2013

Día 4 – Blyde River Canyon – Parque Kruger

Hoy teníamos un día muy completo, ya que durante la mañana teníamos pensado visitar toda la zona del Blyde River Canyon, y una vez visitada, sobre las 12:00 h más o menos, salir dirección hasta nuestro siguiente destino, el Parque Nacional de Kruger.
Nos pusimos en marcha temprano para aprovechar el día, ya que durante el tiempo que llevábamos en Sudáfrica, habíamos comprobado que amanecía temprano (sobre las 6:30 h) y anochecía bastante temprano (sobre las 18:00 h), así que no teníamos tiempo que perder. Nos pusimos en marcha por la R532, y aunque nada más salir de Graskop nos encontramos el desvío para God’s Window, decidimos empezar por The Three Rondavels y Bourke’s Luck Potholes que quedaban más alejados, ya que a esa hora de la mañana la niebla hacía imposible ver más allá de 10 metros y confiábamos que durante el transcurso de la mañana fuera desapareciendo. La R532 es una carretera que transcurre entre miles de árboles que hacen que uno crea que esté conduciendo por una carretera canadiense más que africana, pero que sin duda hacen que uno disfrute del paisaje nada más pisarla. 


Pasado unos treinta kilómetros, encontramos el desvío de nuestra primera visita del día, Bourke’s Luck Potholes (30 Zar por persona y 20 Zar por el coche). Se tratan de unas curiosas formaciones geológicas que se encuentran en la confluencia del río Blyde y el río Treur, que a través de miles de años se han encargado de ir erosionando poco a poco, creando unas extrañas y espectaculares formas cilíndricas en las rocas. 



Esta combinación de formas más sus aguas turquesas le dan al lugar un aspecto mágico. La zona de visita transcurre a través de unos puentes que atraviesan la zona de las formaciones por diferentes puntos, regalando unas vistas espectaculares desde diferentes ángulos. El lugar me encantó, así que solo puedo recomendar su visita si se está por la zona.



Después de su visita nos fuimos hacia nuestra siguiente parada, The Three Rodanvels, en pleno corazón del Blyde River Canyon. Se tratan de unas formaciones montañosas que se asemejan a las casas tradicionales zulúes, Rondavels. Los miradores de la zona regalan unas vistas impresionantes sobre el cañón y The Three Rodanvels, pero nada más ponernos en marcha, ya sabíamos que iba a ser del todo imposible disfrutar de sus vistas, ya que una espesa niebla dificultaba incluso conducir por la carretera. Una vez llegamos a la taquilla del parking, la chica que estaba en ella nos comentó que podíamos pasar, y si conseguíamos ver algo, le pagáramos a la salida (todo un detalle). Llegamos a la zona de los miradores, pero ver más allá de dos metros era misión imposible. 


Estuvimos esperando pacientemente más de una hora con la esperanza de que el día abriese un poco, pero cuando parecía que la niebla daba una pequeña tregua, enseguida volvía a taparse del todo, dejando claro que era una tontería perder más el tiempo allí. Mientras abandonábamos el lugar, pudimos ver una pequeña parte del cañón por un tramo de la carretera, mostrando unas vistas impresionantes y dejando claro que el lugar merecía mucho la pena visitarlo, pero la suerte no nos acompañó.


Mientras regresábamos para God ‘s Window, el día parecía que empezaba a abrir, dándonos esperanzas de visitar al menos esta parte, pero nada más llegar al parking del mirador, de nuevo la niebla hacia acto de presencia. Fue llegar al mirador y de nuevo encontrarnos con que era imposible ver más allá de dos metros. 


Decidimos recorrer un camino que sale justo del mirador de God’s Window llamado Rain Forest. Se trata de un bonito paseo que transcurre por un denso bosque entre puentes de madera y un camino de tierra bien marcado, desde el cual van saliendo diferentes caminos que llevan a otros miradores, pero que no pudimos disfrutar.


Con resignación dimos por concluida nuestra visita a la zona, ya que descartamos parar para visitar The Pinacle, otra zona con buenas vistas que teníamos pensado visitar. Aprovechamos que íbamos bien de tiempo y nos fuimos directamente a Graskop para comer uno de sus famosos Pancakes en Harrie’s. El sitio es conocido por ser uno de los mejores sitios para comerlos y su fama es bien merecida. 


Después de una deliciosa comida nos pusimos en marcha hacia nuestro siguiente destino, el Parque Nacional de Kruger.
Mientras preparaba el viaje me pensé mucho el ir o no a visitar Kruger. De hecho, mi primera idea era no ir a visitarlo, ya que la experiencia que tuve en Tanzania unos años atrás con el tema de los safaris fue que me parecieron bastante repetitivos y monótonos (opinión personal), así que hasta última hora no me decidí a visitar Kruger. Finalmente decidí visitarlo en gran parte por estar cerca del Blyde River Canyon, así que como solamente íbamos a pasar dos noches en él, tampoco perdíamos mucho tiempo. Una vez pasado el viaje me arrepiento bastante de no haber gastado estos dos días en otras zonas del país, pero siempre es complicado cuadrar todo a la perfección en viajes tan largos. 
Nuestro campamento durante las dos noches que íbamos a estar en Kruger iba a ser Skukuza, así que debíamos entrar por Kruger Gate. Desde Graskop la ruta es muy sencilla, basta con tomar la R533 para enlazar con la R535. Pasado unos 25 kilómetros encontramos el cruce con la R40, giramos a la derecha y continuaremos por la R40 un par de kilómetros hasta encontrar el desvío a mano izquierda por la R536, la carretera que nos lleva hasta Kruger, tomo muy sencillo. En todo momento encontramos indicaciones y la carretera vuelve a ser de nuevo bastante agradable para conducir, con un paisaje muy bonito, así que la hora y media de camino que nos llevó se nos pasó volando. Una vez llegamos a Kruger hicimos el papeleo correspondiente para entrar al parque y una vez lo teníamos todo listo, nos fuimos a buscar nuestro campamento, Skukuza. Nada más cruzar la puerta del parque, un par de jirafas y una manada de elefantes nos daban la bienvenida. 


Nos dirigimos a Skukuza, el cual esta a unos doce kilómetros de la entrada principal, así que no nos llevó mucho tiempo llegar hasta él. Se trata del campamento más grande del parque, y en él podemos encontrar prácticamente todo lo que podamos necesitar.


Dispone de gasolinera, supermercado, restaurante, bar, oficina de cambio de moneda…..Dejamos nuestras mochilas y nos fuimos directamente a nuestra primera actividad en el parque, un sunset drive. Se trata de un safari que se contrata a través del campamento y que se realiza con los rangers del parque en un vehículo adaptado para ello. El ranger va dando explicaciones sobre los animales que te vas encontrando, su comportamiento, su forma de vida, y además te va explicando la zona del parque donde te encuentras, lo cual hace de la actividad una forma muy agradable de visitar la zona. El safari dura tres horas, empezando de día y acabando de noche, así que durante la actividad pudimos ver la puesta de sol, regalándonos unas imágenes preciosas de Kruger. 



La verdad que nosotros no tuvimos mucha suerte, ya que solo vimos una manada de elefantes y unos cuantos hipopótamos que estaban bastante lejos. Ya terminando, tuvimos algo de más suerte y vimos a una hiena amamantando a sus crías a pie de carretera, una imagen que la verdad que me gustó mucho.


El sunset drive no estuvo mal, pero como ya me pasara en Tanzania, creo que los safaris y yo no estamos hechos el uno para el otro. Una vez llegamos al campamento, nos fuimos directamente a nuestro bungalow, ya que una vez cierran las puertas del campamento a las 18:00 h (son muy estrictos con el horario, y está totalmente prohibido estar fuera del campamento más tarde de la hora de cierre de puertas) no hay mucho más que hacer.






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