Último día en Kruger. Nos
despertábamos bien temprano, ya que para hoy teníamos nuestra última actividad
en el parque, el Sunrise Drive. Se trataba de un safari de tres horas de
duración que empezaba a las 5:30 h, así que a las 5:15 h estábamos esperando en
el punto de encuentro con un frío que daban ganas de irse corriendo a la cama
de nuevo. Aún decepcionados con la suerte del día anterior, teníamos tres horas
por delante para intentar que nuestra suerte cambiase y pudiésemos ver algún
rinoceronte o león, ya que hasta ese momento, ni rastro de ellos. El safari
empezó puntual y empezamos a recorrer diferentes caminos y carreteras de tierra
por los alrededores de nuestro campamento.
De nuevo la mala suerte nos perseguía,
ya que durante la primera hora y parte de la segunda no habíamos visto más que
algún grupo numeroso de Impalas (creo que durante los dos días que estuvimos en
el parque vimos las más de 90.000 Impalas que nos dijeron que se estimaban que
había una por una) y algún elefante.
No podía creer que no fuésemos a ver ni un solo animal de
nuevo, pero cuando ya empezaba a resignarme y a pensar que nos íbamos a ir de
Kruger de vacío, nuestra suerte cambió de golpe y mientras circulábamos por un
camino de tierra, a lo lejos entre unos matorrales vimos una enorme masa
moverse hacia nosotros, apareciendo de repente de entre esos matorrales un
enorme rinoceronte.
La imagen he de reconocer que me dejó sin palabras. De
repente teníamos delante nuestro un enorme rinoceronte, y encima tuvimos
suerte, ya que el animal estuvo mucho rato muy cerca nuestro, ya que tenía
intención de cruzar la carretera por delante de nuestro vehículo y estuvo un
buen rato dudando si hacerlo o no. Finalmente se decidió, dejando una imagen
impresionante.
Estaba de suerte, ya que el rinoceronte era el animal que más
ganas tenía de ver y era el único de los Big Five que me faltaba por ver,
ya que al resto los pude ver en mi viaje a Tanzania.
Los Big Five (los cinco grandes)
son como se conocen a cinco de los animales más representativos de África
(Rinoceronte, Búfalo, Elefante, León y Leopardo) y son los animales que todo el
mundo espera ver en cualquier safari (también podríamos incluir al Guepardo y
quizás al Hipopótamo).
Aún eufóricos por lo que acabábamos
de ver, seguimos nuestro camino sin poder dejar de comentar lo impresionante
que había sido, cuando un coche parado en frente de una montaña nos avisa que
han visto un par de leonas con sus cachorros.
Estuvimos un buen rato parados esperando que asomasen, ya que desde donde estábamos parados se veían muy lejos, cuando de nuevo la suerte nos sonreía y las leonas con sus cachorros decidían bajar de la montaña y pasar justo por delante de nuestro vehículo, dejando de nuevo imágenes impresionantes.
Estuvimos un buen rato parados esperando que asomasen, ya que desde donde estábamos parados se veían muy lejos, cuando de nuevo la suerte nos sonreía y las leonas con sus cachorros decidían bajar de la montaña y pasar justo por delante de nuestro vehículo, dejando de nuevo imágenes impresionantes.
Una vez se perdieron entre los
matorrales, emprendimos nuestro viaje de regreso a Skukuza, donde nos volvimos
a encontrar alguna hiena, varios buitres y un par de jirafas. Con esto dábamos
por concluida nuestra experiencia en Kruger.
Aún reconociendo como ya he comentado
anteriormente que no soy gran admirador de los safaris, tengo que decir que los
dos días que estuvimos en Kruger no estuvieron mal, ya que el parque está muy
bien organizado y se pueden hacer muchas actividades que hacen agradable su
visita. Una cosa que no me gustó mucho fue la cantidad de arbusto que hay en el
parque, ya que dificulta mucho el ver a los animales, pero para alguien que no
haya estado nunca de safari, entiendo que debe visitarlo.
Tras nuestra visita a Kruger
emprendíamos de nuevo un largo viaje hacia nuestro siguiente destino, las
montañas Drakensberg (montañas del dragón en afrikáans).
Se tratan de las montañas más
altas de Sudáfrica, llegando en su zona más alta (Thabana Ntlenyana) hasta los 3482 metros . Se
extienden unos mil kilómetros por la zona interior del país, y hacen frontera
con el reino de Lesotho. La nieve es frecuente en invierno, y la lluvia y la
niebla son muy frecuentes durante todo el año. Es una zona en la que podemos
encontrar muchos trekkings y zonas de escalada, además de muchas actividades
relacionadas con la montaña. Teníamos pensado pasar tres días en la zona,
dedicando uno de ellos a visitar el reino de Lesotho, y los otros dos a
realizar alguno de los muchos trekkings que se pueden realizar, pero para llegar
hasta nuestro backpacker de Kestell, Karma Backpackers (el lugar que habíamos
decidido usar como base para visitar la zona), situado muy cerca de Royal Natal
teníamos un largo viaje de 700 kilométros por delante. El viaje nos iba a
llevar todo el día, así que sobre las 9:00 h salimos de Kruger y nos fuimos
dirección Hazyview por la R 536.
Tras unos kilómetros por la R 536,
nos encontramos con el desvío para tomar la R 40 dirección White River, y tras un rato por la R 40, nos desviamos por la N 4 dirección Machadodrop-Emalahemi.
Una vez cogimos la N 4
(dos peajes de 67 y 45 Zar), debíamos volver de nuevo a Johannesburgo y una vez
allí, coger la N 3
dirección Durban, todo muy sencillo. Mientras regresábamos a Johannesburgo, el
coche de alquiler llevaba varios días dando problemas con el cambio de marchas,
así que aprovechamos que nos pillaba de paso y fuimos a la oficina de Hertz del
aeropuerto a que nos cambiaran el coche. Todo esto nos hizo perder bastante
tiempo, y para colmo, al salir del aeropuerto sin saber muy bien como, en lugar
de meternos directamente en la autopista dirección Durban, aparecimos en el
centro de Johannesburgo. Todo lo que había leído sobre lo peligroso que era
Johannesburgo lo vi reflejado en los quince minutos que estuvimos medio perdidos
por sus calles. De repente nos encontramos en una ciudad donde a simple vista
se podía ver que aquel no era un buen sitio para perderse. Calles sucias y
abandonadas, miradas poco hospitalarias, un lugar que invitaba a salir de allí
lo antes posible. En realidad no tuvimos ningún problema, y tras preguntar en
un par de gasolineras por la N 3
dirección Durban, nos indicaron muy amablemente, pero yo no quería tentar mucho
a la suerte, así que tras varias vueltas conseguimos encontrar nuestro destino
y nos pusimos en marcha. Por delante nos quedaban casi 300 kilómetros . En la N 3 encontramos dos peajes (36 y
50 Zar), y tras un rato por ella, nos desviamos por la R 714, para luego enlazar con la R 57, carretera que nos llevaría hasta Kestell. Una vez llegamos,
buscamos nuestro backpacker, Karma Backpackers, sin duda alguna la joya del
viaje.
No suelo hablar de los alojamientos que nos hospedamos en las entradas,
ya que suelo comentarlos en el apartado de alojamientos del blog, pero me
gustaría hacer una excepción con Karma Backpackers. Llegamos bastante tarde, ya
que todo el tema del cambio de coche y demás aventuras nos había hecho perder
bastante tiempo, y su anfitriona, Vera Ann (una mujer encantadora) ya no nos
esperaba. Durante toda nuestra estancia nos ayudó en todo momento a preparar
nuestros trekkings y visitas de la zona, nos abrió las puertas de su preciosa casa
y nos hizo sentir como si fuésemos parte de ella. Teníamos pensado quedarnos
dos noches y finalmente nos quedamos tres. Sin duda una de esas pequeñas joyas
que uno encuentra prácticamente sin querer y que uno recuerda como una parte
más del viaje.
Hablamos con Vera sobre nuestra
intención de subir a The Amphitheater al día siguiente y nos estuvo ayudando a
preparar el trekking. Después de cenar me senté al calor del fuego mientras me tomaba
un Rooibos bien caliente.
En el comedor de la casa, coincidimos tres o cuatro
viajeros que estuvimos charlando un rato, y finalmente Vera se unió a nosotros.
La conversación acabó con Vera dando su opinión y hablando un poco sobre la
época del Apartheid, dejando ver lo difícil que era para una persona blanca
estar en contra de esa ley. Se creó una atmósfera tan agradable que aunque muy
cansado como estaba, me resistía a abandonar aquel rincón, pero finalmente el
cansancio pudo conmigo y tuve que marcharme a dormir.
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