jueves, 3 de octubre de 2013

Día 10 – En ruta hacia la Garden Route

Mientras preparaba el viaje y casi sin buscarlo, me di cuenta que este iba a quedar dividido en dos partes. La primera parte quedaba para Johannesburgo (Soweto), Blyde River Canyon, Parque Kruger y la zona de las Drakensberg (The Amphitheater, Lesotho y Monk’s Cowl), mientras que en la segunda parte, el viaje se centraba exclusivamente en la llamada Garden Route. Se conoce como Garden Route a la ruta que transcurre por la carretera N2 desde Mossel Bay a Storms River (unos 200 kilómetros), y se le llama así por la densidad de la vegetación de la zona, sus verdes montañas, abundantes lagos y ríos que desembocan en el mar, playas de aguas turquesas….un paraíso en el sur de Sudáfrica.
Conforme iba leyendo información de la Garden Route, iba descubriendo cada vez más, lugares increíbles que no podía dejar de visitar, así que además de la ruta en sí, tenía apuntado varias paradas imprescindibles en nuestro camino hacia Cape Town, lo cual nos iba a llevar prácticamente ocho días de ruta más los últimos tres días en Cape Town. Hoy terminábamos nuestra primera parte del viaje, y para llegar hasta nuestro siguiente destino, Storms River, teníamos por delante unos 1.200 kilómetros. Estuve tiempo pensando en hacer esta distancia en coche, pero poco a poco me fui dando cuenta que era una distancia demasiado larga que nos llevaría un par de días hacerla, así que miré vuelos desde Durban a Port Elizabeth y encontré un vuelo con South African Airways por 110 euros con una hora de duración, así que no me lo pensé dos veces y reservamos los billetes. Desde nuestro backpacker de Monk’s Cowl a Durban había poco más de 200 kilómetros, así que nos pusimos en marcha por la mañana temprano, ya que nuestro avión salía a las 13:30 h. Para llegar hasta Durban no había complicación alguna, ya que únicamente debíamos tomar la R600 hasta Winterton para luego enlazar con la N3, autopista que nos llevaría hasta Durban. Nos encontramos tres peajes de 35,67 y 8’50 Zar, y antes de llegar al centro de Durban, ya nos encontramos los carteles del aeropuerto. El trayecto finalmente nos llevó unas tres horas y media, y tras dejar nuestro coche de alquiler en las oficinas de Hertz, nos fuimos a facturar nuestras mochilas.
Tras un poco de retraso, nuestro avión salió rumbo a Port Elizabeth, y tras una hora de vuelo, aterrizábamos en nuestro destino e íbamos a recoger nuestro segundo coche de alquiler. Tras algún contratiempo de última hora (me equivoqué al hacer la reserva y puse como oficina de recogida Durban, lo cual nos llevó una hora de espera para arreglar el error), nos pusimos en marcha hacia Storms River, en pleno corazón del Parque Nacional de Tsitsikamma. Mientras íbamos en busca de la N2, la carretera que nos llevaría hasta nuestro destíno, fuimos recorriendo el pueblo de Port Elizabeth, y la verdad que me sorprendió mucho, ya que todo lo que habíamos visto hasta ahora, sobre todo en la zona de las Drakensberg, no se parecía en nada a esta parte del país. Casas enormes con jardines enormes, coches de gran cilindrada por todas partes…..en diez minutos habíamos visto más gente blanca en esta parte del país que en los diez días que llevábamos en Sudáfrica. La ciudad me recordaba más a cualquier ciudad de la costa oeste de Estados Unidos que a una ciudad africana. Tras unos quince minutos circulando por sus calles, llegamos al desvío para la N2. Teníamos por delante un par de horas de coche, y aunque ya estábamos algo cansados, el cansancio y la monotonía del día de viaje se vieron eclipsados por un atardecer que nos regaló unas vistas sobre el asfalto impresionantes. 



Por fin llegamos a Storms River y nos fuimos a buscar alojamiento a uno de los backpackers que tenía apuntados, Tsitsikamma Backpackers. Nos gustó mucho el sitio, un alojamiento muy tranquilo y muy acogedor, así que decidimos pasar las dos próximas noches en él. Después de cenar nos pusimos a preparar nuestra visita del día siguiente a Storms River Mouth y coincidimos con una pareja de Zaragoza que se hospedaban en el hostel, Santi y Ana, que nos estuvieron hablando un poco de la zona, ya que ellos la habían visitado ese mismo día. Estuvimos charlando durante un buen rato, hablando relajadamente sobre Sudáfrica y otros países en buena compañía, lo cual uno siempre agradece cuando está de viaje. 









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