sábado, 6 de diciembre de 2014

Día 3 - Dakshinkali - Boudhanath - Kathmandu

Hoy volvíamos a salir de nuevo de Kathmandu, esta vez para ir a visitar Dakshinkali, el templo dedicado a la diosa Kali, y después iríamos a visitar Boudhanath, la gran estupa. Ambas visitas se encuentran fuera de la ciudad, así que necesitábamos negociar un taxi que nos llevara a los dos recintos. Estas visitas se pueden realizar en autobús local, pero se pierde muchísimo tiempo en ellos, así que por un precio razonable es mejor llegar hasta ellas en taxi.
Salimos de nuestro hostel temprano, ya que nuestra primera visita, Dakshinkali se encuentra a una hora en coche, así que tras parar al primer taxi que apareció, negociamos el viaje de ida y vuelta más el tiempo que estuviésemos visitando el recinto por 2.000 rupias, precio que nos pareció razonable. Aceptamos y nos pusimos en marcha.


Dakshinkali se trata de uno de los templos de Nepal dedicados a la diosa Kali, la diosa de los seis brazos, consorte de Shiva en su encarnación más sanguinaria. Este lugar es famoso por ser lugar de sacrificios de animales, casi siempre gallos y machos cabríos. Los hindúes piensan que la muerte del animal les dará la oportunidad de volver a nacer en un nivel de vida superior. Creen que sacrificando a un animal ganarán fortaleza y superarán ciertas trabas de la vida. Una vez son degollados, los animales sirven para juntar a toda la familia y realizar una especie de fiesta donde lo cocinan.



Los no hindúes no pueden entrar al altar de Kali, pero pueden recorrer el recinto tranquilamente y tomar fotos, lógicamente respetando el ritual. Los sacrificios suelen realizarse los martes y los sábados.


Tras una hora de viaje llegamos al templo. Se trata de un recinto al aire libre, y nada más llegar nos encontramos con una enorme fila de gente que esperaba tranquilamente su turno mientras llevaban en sus manos ofrendas en forma de flores, frutas, y muchos de ellos gallos para el sacrificio. Nosotros no tuvimos que hacer cola, ya que simplemente éramos meros espectadores. 



Aunque pueda parecer un lugar macabro por los sacrificios, el ambiente que reina en el lugar es un ambiente festivo y familiar. Estuvimos recorriendo el recinto y en ningún momento tuvimos la sensación de estar en un lugar tétrico o siniestro, sino todo lo contrario, se notaba que la gente estaba de fiesta. 


La visita nos llevó poco más de una hora, y aunque es una visita interesante, sino se dispone de mucho tiempo en Kathmandu, podría decir que es una visita prescindible, ya que entre llegar hasta el templo, más su visita y regresar a Kathmandu, se necesita una mañana entera.  


Regresamos al parking y allí nos estaba esperando nuestro amigo taxista. Nos pusimos de nuevo en marcha, esta vez hacia nuestra segunda visita del día, Boudhanath.
Se trata de uno de los lugares budistas más sagrados de Kathmandu, y uno de los iconos de la ciudad. Muchos de los refugiados tibetanos que hay en Nepal se encuentran en esta parte de la ciudad, y eso es visible nada más llegar. Alrededor de Boudhanath podemos encontrar más de 50 monasterios budistas. En la estupa se encuentran los restos de Kassapa Buddha, uno de los cinco discípulos principales de Buddha Gautama.


Según cuenta la leyenda, una mujer pidió al rey de la época un terreno para poder construir la estupa, pero el rey le dio una extensión de tierra que sólo pudiera ser cubierta por una piel de búfalo. Entonces la mujer engañó al rey y cortó la piel de búfalo en tiras finas, las cuales utilizó para rodear un área mucho más grande de la que el rey le había concedido. El rey se dio cuenta de que había sido engañado por la mujer, pero respondió: "He terminado por dar la orden a la mujer para que continúe con el trabajo. Los reyes no pueden comerse sus palabras, y yo no puedo deshacer mis órdenes ahora". Así pues, la estupa fue construida.


Llegamos a su entrada y tras pagar la entrada (250 rupias), entramos al recinto. La primera imagen de la estupa es simplemente impresionante. Allí te encuentras cara a cara con los ojos de Buda. Vigilantes, imponentes. Entre sus ojos se encuentra lo que parece una nariz, pero que representa el símbolo de unidad nepalí, y encima de los ojos se encuentra el tercer ojo, símbolo de la sabiduría. Sobre los ojos se eleva la pirámide de trece escalones, que representan las trece etapas de realización espiritual para alcanzar la iluminación.


Nada más entrar al recinto, el ambiente espiritual del lugar te da la bienvenida y te transporta a otro lugar diferente. Como es costumbre en los recintos budistas, hay que visitar el lugar en sentido a las agujas del reloj, mientras monjes y turistas se mezclan con ruedas y banderas de oración. Nos pusimos a recorrer el recinto mientras Buda nos observaba a través de sus ojos, sin perdernos de vista, sin dejar de mirarnos. Sin duda Boudhanath es un lugar especial.



Además de su preciosa estupa, el lugar tiene muchos pequeños monasterios perdidos entre sus calles, así que comenzamos a recorrer sus callejones sin rumbo ni destino, simplemente dejándonos llevar. 


Llegamos a la entrada principal de un pequeño templo y uno de sus monjes se ofreció a abrirnos sus puertas y enseñarnos su hogar. 


Estuvimos charlando tranquilamente con él sobre el budismo, sus costumbres, sus creencias.... Sin duda la amabilidad de esta gente es insuperable. Tras un pequeño donativo (en ningún momento lo pidió) nos despedimos de nuestro anfitrión y seguimos con nuestro tour improvisado. 


Volvimos de nuevo a la estupa principal y decidimos comer en uno de los muchos restaurantes con terraza que hay en la plaza. Vimos un restaurante español llamado "la casita", así que decidimos probar. Comimos de maravilla y con unas vistas sobre la estupa impagables. Sin duda fue todo un acierto.


Tras el descanso decidimos regresar a Thamel, ya que no teníamos alojamiento para esta noche y queríamos cambiar de hostel, ya que nos gustaba la idea de cambiar la zona de Monkey Temple por Thamel.
Para regresar a Thamel queríamos probar los tempos. Se tratan de una especie de microbuses de tres ruedas, una mezcla de bus y rickshaw que se encuentran por toda la ciudad y se usan principalmente para trayectos cortos. Nos llamaron de un tempo para que subiéramos con ellos y tras preguntar si iba a Thamel nos dijeron que sí, pero resultó que no iba, así que nuestro viaje fue corto pero divertido. Finalmente regresamos a Thamel en taxi.


Fuimos directamente a Kathmandu Guest House, uno de los alojamientos más famosos de la zona. Nos ofrecieron una habitación por 39 dólares dos noches, así que aceptamos. Habitación sencilla sin baño, pero más que suficiente. Tras el traslado de mochilas, nos instalamos en Thamel.


Como habíamos acabado las visitas del día, decidimos ir paseando hacia Swayambhunath y pasar la tarde en el templo de los monos, ya que nos había gustado mucho la visita que hicimos unos días atrás y queríamos repetir. 



El paseo desde Thamel nos llevó unos 25 minutos, y tras subir sus 365 escaleras, disfrutamos de nuevo de la tranquilidad del lugar. Uno nunca se cansa de un lugar así.



Al llegar al final de las escaleras comprobamos que había que pagar entrada (200 rupias), cosa que nos sorprendió, ya que en nuestra primera visita no pagamos entrada porque no encontramos ninguna taquilla (entramos por la entrada trasera del recinto, por Buda Park), aunque nunca fue nuestra intención el entrar sin pagar.


Antes de que nos pillara la noche regresamos nuevamente andando hasta nuestro nuevo campo base, el barrio de Thamel. De nuevo nos perdimos entre sus calles repletas de tiendas, hoteles, bares y restaurantes. Sin duda es un lugar perfecto para terminar el día.




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