Hoy volvíamos a salir de nuevo de
Kathmandu, esta vez para ir a visitar Dakshinkali, el templo dedicado a la
diosa Kali, y después iríamos a visitar Boudhanath, la gran estupa. Ambas
visitas se encuentran fuera de la ciudad, así que necesitábamos negociar un
taxi que nos llevara a los dos recintos. Estas visitas se pueden realizar en
autobús local, pero se pierde muchísimo tiempo en ellos, así que por un precio
razonable es mejor llegar hasta ellas en taxi.
Salimos de nuestro hostel
temprano, ya que nuestra primera visita, Dakshinkali se encuentra a una hora en
coche, así que tras parar al primer taxi que apareció, negociamos el viaje de
ida y vuelta más el tiempo que estuviésemos visitando el recinto por 2.000 rupias,
precio que nos pareció razonable. Aceptamos y nos pusimos en marcha.
Dakshinkali se trata de uno de
los templos de Nepal dedicados a la diosa Kali, la diosa de los seis brazos,
consorte de Shiva en su encarnación más sanguinaria. Este lugar es famoso por
ser lugar de sacrificios de animales, casi siempre gallos y machos cabríos. Los
hindúes piensan que la muerte del animal les dará la oportunidad de volver a
nacer en un nivel de vida superior. Creen que sacrificando a un animal ganarán
fortaleza y superarán ciertas trabas de la vida. Una vez son degollados, los
animales sirven para juntar a toda la familia y realizar una especie de fiesta
donde lo cocinan.
Los no hindúes no pueden entrar
al altar de Kali, pero pueden recorrer el recinto tranquilamente y tomar fotos,
lógicamente respetando el ritual. Los sacrificios suelen realizarse los martes
y los sábados.
Tras una hora de viaje llegamos
al templo. Se trata de un recinto al aire libre, y nada más llegar nos
encontramos con una enorme fila de gente que esperaba tranquilamente su turno
mientras llevaban en sus manos ofrendas en forma de flores, frutas, y muchos de
ellos gallos para el sacrificio. Nosotros no tuvimos que hacer cola, ya que
simplemente éramos meros espectadores.
Aunque pueda parecer un lugar macabro
por los sacrificios, el ambiente que reina en el lugar es un ambiente festivo y
familiar. Estuvimos recorriendo el recinto y en ningún momento tuvimos la
sensación de estar en un lugar tétrico o siniestro, sino todo lo contrario, se
notaba que la gente estaba de fiesta.
La visita nos llevó poco más de una hora,
y aunque es una visita interesante, sino se dispone de mucho tiempo en
Kathmandu, podría decir que es una visita prescindible, ya que entre llegar
hasta el templo, más su visita y regresar a Kathmandu, se necesita una mañana
entera.
Regresamos al parking y allí nos
estaba esperando nuestro amigo taxista. Nos pusimos de nuevo en marcha, esta
vez hacia nuestra segunda visita del día, Boudhanath.
Se trata de uno de los lugares
budistas más sagrados de Kathmandu, y uno de los iconos de la ciudad. Muchos de
los refugiados tibetanos que hay en Nepal se encuentran en esta parte de la
ciudad, y eso es visible nada más llegar. Alrededor de Boudhanath podemos
encontrar más de 50 monasterios budistas. En la estupa se encuentran los restos
de Kassapa Buddha, uno de los cinco discípulos principales de Buddha Gautama.
Según cuenta la leyenda, una
mujer pidió al rey de la época un terreno para poder construir la estupa, pero
el rey le dio una extensión de tierra que sólo pudiera ser cubierta por una
piel de búfalo. Entonces la mujer engañó al rey y cortó la piel de búfalo en
tiras finas, las cuales utilizó para rodear un área mucho más grande de la que
el rey le había concedido. El rey se dio cuenta de que había sido engañado por
la mujer, pero respondió: "He
terminado por dar la orden a la mujer para que continúe con el trabajo. Los
reyes no pueden comerse sus palabras, y yo no puedo deshacer mis órdenes
ahora". Así pues, la estupa fue construida.
Llegamos a su entrada y tras
pagar la entrada (250 rupias), entramos al recinto. La primera imagen de la
estupa es simplemente impresionante. Allí te encuentras cara a cara con los
ojos de Buda. Vigilantes, imponentes. Entre sus ojos se encuentra lo que parece
una nariz, pero que representa el símbolo de unidad nepalí, y encima de los
ojos se encuentra el tercer ojo, símbolo de la sabiduría. Sobre los ojos se
eleva la pirámide de trece escalones, que representan las trece etapas de
realización espiritual para alcanzar la iluminación.
Nada más entrar al recinto, el
ambiente espiritual del lugar te da la bienvenida y te transporta a otro lugar
diferente. Como es costumbre en los recintos budistas, hay que visitar el lugar
en sentido a las agujas del reloj, mientras monjes y turistas se mezclan con
ruedas y banderas de oración. Nos pusimos a recorrer el recinto mientras Buda
nos observaba a través de sus ojos, sin perdernos de vista, sin dejar de
mirarnos. Sin duda Boudhanath es un lugar especial.
Además de su preciosa estupa, el
lugar tiene muchos pequeños monasterios perdidos entre sus calles, así que
comenzamos a recorrer sus callejones sin rumbo ni destino, simplemente
dejándonos llevar.
Llegamos a la entrada principal de un pequeño templo y uno
de sus monjes se ofreció a abrirnos sus puertas y enseñarnos su hogar.
Estuvimos charlando tranquilamente con él sobre el budismo, sus costumbres, sus
creencias.... Sin duda la amabilidad de esta gente es insuperable. Tras un
pequeño donativo (en ningún momento lo pidió) nos despedimos de nuestro
anfitrión y seguimos con nuestro tour improvisado.
Volvimos de nuevo a la
estupa principal y decidimos comer en uno de los muchos restaurantes con
terraza que hay en la plaza. Vimos un restaurante español llamado "la
casita", así que decidimos probar. Comimos de maravilla y con unas vistas
sobre la estupa impagables. Sin duda fue todo un acierto.
Tras el descanso decidimos
regresar a Thamel, ya que no teníamos alojamiento para esta noche y queríamos
cambiar de hostel, ya que nos gustaba la idea de cambiar la zona de Monkey
Temple por Thamel.
Para regresar a Thamel queríamos
probar los tempos. Se tratan de una especie de microbuses de tres ruedas, una
mezcla de bus y rickshaw que se encuentran por toda la ciudad y se usan
principalmente para trayectos cortos. Nos llamaron de un tempo para que
subiéramos con ellos y tras preguntar si iba a Thamel nos dijeron que sí, pero
resultó que no iba, así que nuestro viaje fue corto pero divertido. Finalmente
regresamos a Thamel en taxi.
Fuimos directamente a Kathmandu
Guest House, uno de los alojamientos más famosos de la zona. Nos ofrecieron una
habitación por 39 dólares dos noches, así que aceptamos. Habitación sencilla
sin baño, pero más que suficiente. Tras el traslado de mochilas, nos instalamos
en Thamel.
Como habíamos acabado las visitas
del día, decidimos ir paseando hacia Swayambhunath y pasar la tarde en el
templo de los monos, ya que nos había gustado mucho la visita que hicimos unos
días atrás y queríamos repetir.
El paseo desde Thamel nos llevó unos 25
minutos, y tras subir sus 365 escaleras, disfrutamos de nuevo de la
tranquilidad del lugar. Uno nunca se cansa de un lugar así.
Al llegar al final de las
escaleras comprobamos que había que pagar entrada (200 rupias), cosa que nos sorprendió,
ya que en nuestra primera visita no pagamos entrada porque no encontramos
ninguna taquilla (entramos por la entrada trasera del recinto, por Buda Park),
aunque nunca fue nuestra intención el entrar sin pagar.
Antes de que nos pillara la noche regresamos nuevamente andando hasta
nuestro nuevo campo base, el barrio de Thamel. De nuevo nos perdimos entre sus
calles repletas de tiendas, hoteles, bares y restaurantes. Sin duda es un lugar
perfecto para terminar el día.
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