domingo, 14 de diciembre de 2014

Día 5 - Bhaktapur - Changu Narayan - Nargarkot

Después de varios días de visitar Kathmandu y sus alrededores, hoy íbamos a pasar nuestra primera noche fuera de la ciudad. Nuestro destino final del día era Nargarkot, pero hasta llegar hasta él haríamos varias paradas por el camino, y la primera sería ni más ni menos que la ciudad de Bhaktapur, una de las ciudades más importantes y bellas de Nepal.


Bhaktapur fue una vez capital de Nepal durante el gran Reino Malla hasta la segunda mitad del siglo XV y dominó política y económicamente todo Nepal hasta el siglo XVI. La ciudad se conserva bastante antigua y es un placer perderse entre sus calles y recorrer tranquilamente sus rincones. En ellos podemos observar magníficos ventanales, hermosos templos, preciosas plazas.... todo un regalo para la vista.


Con César ya incorporado al equipo, nos pusimos en marcha a primera hora del día hacia Bhaktapur. Teníamos pensado ir a la estación de autobuses andando para tomar el bus que nos llevaría hasta nuestro destino (Bhaktapur se encuentra a 13 kilómetros de Kathmandu), pero nada más salir del hotel un taxista nos ofreció llevarnos hasta Bhaktapur por 600 rupias, precio que vimos razonable y aceptamos.
Llegamos pronto a la ciudad y esta aún se encontraba medio dormida, ya que sus comercios todavía permanecían cerrados y su Durbar se encontraba prácticamente desierta. Pagamos la entrada (1.500 rupias) y aprovechamos esta tranquilidad para perdernos por sus calles mientras la ciudad despertaba poco a poco. 



Nos fuimos sin rumbo fijo a callejear por sus rincones disfrutando de su arquitectura y de sus gentes, mientras la ciudad iba recobrando la vida por minutos.



Llegamos tranquilamente al otro extremo de la ciudad y emprendimos un nuevo camino de vuelta hasta llegar a la preciosa plaza donde se encuentra el Templo Nyatapola, donde aprovechamos para hacer una parada y tomar un té desde una terraza mientras comprobábamos como la gente de la ciudad iban abriendo poco a poco sus comercios y los primeros turistas comenzaban a aparecer. La belleza y tranquilidad del lugar eran insuperables.



Tras esta reconfortable pausa, nos dispusimos de nuevo a recorrer las calles de la ciudad, hasta que llegamos de nuevo a su famosa Durbar Square. Allí nos encontramos con que estaban rodando una película "made in Bollywood". Montones de curiosos se agolpaban para ver rodar una secuencia de acción protagonizada por el guaperas de turno que era rodeado por montones de matones que iban cayendo como moscas mientras nuestro héroe repartía bofetadas a diestro y siniestro. La película parecía más cómica que de acción, ya que los actores eran peor que malos, aunque la anécdota fue divertida.


Decidimos dar el último paseo antes de marchar y esta vez queríamos probar una de las delicias de la ciudad. Se trata de su famoso yogurt, Juju Dhau. Solo puedo decir que su fama está más que merecida. Un regalo para cualquier paladar.



Con esto dábamos por concluida nuestra visita a esta hermosa ciudad y nos poníamos en marcha hacia nuestro siguiente destino, Changu Narayan. Nos dirigimos hacia la zona de buses y enseguida nos dijeron donde tomar el bus que necesitábamos. Llegó rápidamente y nos subimos a él (20 rupias) y tras treinta minutos de viaje (con cabra incluida como acompañante) llegamos a nuestro destino.


Changu Narayan es un templo dedicado al dios Vishnu y tiene mucha relevancia entre la gente hindú. Está considerado el templo más antiguo de Nepal. 



Tras una visita rápida al templo y sus empinadas calles que llevan hasta él, nos dispusimos a empezar con lo que realmente nos había traído hasta este lugar. 


Este es el punto de partida del trekking que teníamos pensado realizar en el día de hoy y que nos llevaría hasta el pueblo de Nargarkot.
Este pueblo es famoso por las vistas que se tienen desde él de la cordillera del Himalaya, además de sus amaneceres y atardeceres. En días claros se pueden ver las cumbres de varios ochomiles, incluidos el Monte Everest, el Manaslu y el Shisha Pangma. La mejor época del año para disfrutar de las vistas en Nargarkot es entre los meses de octubre y diciembre, ya que el aire es más limpio después de los monzones, aunque hay que tener en cuenta que incluso en esta época del año es difícil tener un día despejado, aunque nosotros queríamos intentarlo.


Comenzamos a caminar tras las indicaciones que nos dieron en los restaurantes de la zona, ya que la señalización era del todo nula, aunque durante el camino siempre encuentras a gente a la que preguntar y a veces incluso no es ni necesario, ya que ellos mismos te indican directamente.



El trekking hasta Nargarkot no es nada exigente y es apto para cualquier persona con un mínimo de condición física. Es una bonita excursión que te lleva por pequeños poblados de tres o cuatro casas mientras sus habitantes te van saludando y guiando si tienes alguna duda. 


Recorres caminos y campos de arroz mientras observas el día a día de sus gentes, a la vez que vas disfrutando de un paisaje mucho más rural del que hasta ahora habíamos disfrutado. Sin duda es un trekking muy recomendable.



Tras tres horas de caminata a ritmo tranquilo llegamos al pueblo de Nargarkot. Aunque el pueblo es pequeño, dispone de muchos hoteles para pasar la noche y enseguida te vienen a ofrecer alojamiento. 


Nosotros queríamos pasar la noche algo más cerca de la zona de vistas a las montañas, así que aún teníamos una caminata por carretera asfaltada que subía hacia el mirador. Tras otra hora más de subida, llegamos al último alojamiento antes del mirador, el Om Manla Resort, un bonito alojamiento de madera construido en plena montaña y desde el cual teníamos unas vistas inmejorables de las montañas. Su amable dueño nos ofreció una bonita habitación de madera con doble piso por 3000 rupias, así que no había duda, aquí pasaríamos la noche.


La paz que transmitía el lugar era hipnotizadora, pero por desgracia la suerte no nos acompañaba, ya que las montañas estaban completamente tapadas y se negaban a aparecer aunque fuese por un momento. Quedaba claro que al menos hoy no íbamos a poder disfrutar de las vistas, pero nos conformamos con disfrutar en su magnífica terraza del valle y sus terrazas de arroz que teníamos a nuestros pies. El lugar ya nos había enamorado por completo.


Encargamos la cena y por primera vez íbamos a comer el plato nacional nepalí, su famoso Dhal Baht. Disfrutamos de una rica cena en un hermoso lugar, regentado además por una familia encantadora, no podíamos pedir más.
Tras comprobar que hoy iba a ser del todo imposible disfrutar del atardecer en todo su esplendor, terminamos la tarde con una charla al fresco, con un rico "black tea" caliente y esperando tener más suerte el día siguiente. Aún teníamos la posibilidad de disfrutar de un amanecer inolvidable.... Solo nos quedaba cruzar los dedos.




No hay comentarios:

Publicar un comentario