Hoy tocaba madrugar, ya que era
nuestra última oportunidad de poder ver las montañas en Nargarkot. Amanecía a
las 6:00 h, así que media hora antes despertábamos con ganas de que la montaña
nos regalase un amanecer inolvidable, pero de nuevo volvíamos a comprobar que
las densas nubes no dejaban ver absolutamente nada.
Decidimos esperar un rato para
ver si nuestra suerte cambiaba, pero la densa niebla que cubría todo el valle
hacía presagiar que hoy tampoco íbamos a tener suerte. Nos fuimos a desayunar
con la esperanza de que un golpe de suerte nos dejara ver el espectáculo que
teníamos justo delante nuestro, cuando de repente, casi por arte de magia
comenzaron a dejarse ver tímidamente pequeños picos que nos daban esperanzas de
que todo cambiara.
Nos sorprendía lo cerca que se encontraban realmente de
nosotros, pero enseguida volvían a desvanecerse tan rápido como habían
aparecido.
Decidimos dejar el trekking que
teníamos para hoy y esperar a que durante el transcurso de la mañana la densa
niebla dejara paso a las enormes montañas que habíamos venido a ver. Esperamos
hasta las 10:00 h, hasta que vimos que hoy definitivamente no era nuestro día
de suerte y tras una dolorosa decisión, decidimos volver tras nuestros pasos
del día anterior y regresar de nuevo a Nargarkot para emprender nuestro camino
de regreso a Kathmandu. Nos despedimos de los encantadores dueños de Om Mala
Resort y nos fuimos directos a la zona de buses de Nargarkot para tomar el bus
de regreso, ya que hoy Yolanda regresaba a Barcelona y César y yo teníamos que
preparar nuestras mochilas para el trekking de Annapurna.
Debíamos tomar el bus local que
nos llevaría hasta Bhaktapur (45 rupias) y una vez allí, tomaríamos el bus que
nos llevaría hasta Kathmandu (25 rupias).
Salimos hacia Bhaktapur y cuando
llevábamos unos veinticinco minutos de recorrido nos vimos atrapados en un
atasco monumental que nos dejó parados más de una hora sin ver solución alguna.
Tras gritos, pitos, amenazas y discusiones acaloradas entre todos los vehículos
involucrados en el atasco, conseguimos reemprender la marcha y llegar hasta
Bhaktapur. Enseguida enlazamos con el bus que nos llevaba hasta Kathmandu, ya
que salía del mismo sitio donde nos había dejado el anterior bus.
Este bus de nuevo volvía a hacer
infinidad de paradas, aunque esta vez el trayecto era fluido, hasta que al
entrar en Kathmandu, de nuevo volvíamos a vernos atrapados en otro monumental
atasco, esta vez por una protesta, algo bastante habitual en la ciudad. Un
compañero del bus me explicó que ese tipo de protestas eran muy habituales, ya
que la gente protestaba por los continuos cortes de luz que la gente sufría,
sobre todo en invierno.
Tras salir del atasco, por fin
conseguimos llegar a Ratna Park. Para un trayecto de unos 30 kilómetros que es
la distancia que separa Nargarkot de Kathmandu, habíamos empleado casi cinco
horas, una auténtica paliza, cosa que uno debe tener en cuenta cuando viaja en
este tipo de transporte y armarse de paciencia.
Llegamos
a Thamel, cosa que aprovechamos para comer. Mientras Yolanda preparaba su
mochila, César y yo nos fuimos a conocer a quien sería nuestro guía durante
nuestro trekking a Annapurna Base Camp, Dipak, aunque todo el mundo lo conoce
como Grande. Mientras preparaba el viaje, una de las dudas que tenía era si
hacer el trekking con guía o hacerlo por nuestra cuenta. Finalmente encontré
recomendaciones de tres o cuatro guías de montaña independientes que hablaban
perfectamente castellano, así que me puse en contacto con ellos vía email y
tras varias propuestas y cambios, decidí que haríamos el trekking con guía. Una
vez pasado el tiempo solo puedo hablar cosas buenas de la experiencia que
vivimos junto con Grande, y estoy seguro que sin él las cosas no hubieran
salido tan bien como salieron. Más que un guía se convirtió en un amigo desde
el primer día en que nos conocimos. Nos llevó a tomar un té mientras hablábamos
de lo que serían nuestros próximos días en la montaña. Ilusionados con nuestra
próxima aventura, nos fuimos a despedir de Yolanda. Tras la despedida, César y
yo pasamos toda la tarde con los preparativos, ya que debíamos preparar
nuestras mochilas para el trekking. Sin duda hoy era el comienzo de algo
especial. Annapurna Base Camp nos esperaba y estábamos a punto de comenzar a
vivir una experiencia inolvidable.
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