domingo, 14 de diciembre de 2014

Día 6 - Nargarkot - Kathmandu

Hoy tocaba madrugar, ya que era nuestra última oportunidad de poder ver las montañas en Nargarkot. Amanecía a las 6:00 h, así que media hora antes despertábamos con ganas de que la montaña nos regalase un amanecer inolvidable, pero de nuevo volvíamos a comprobar que las densas nubes no dejaban ver absolutamente nada.


Decidimos esperar un rato para ver si nuestra suerte cambiaba, pero la densa niebla que cubría todo el valle hacía presagiar que hoy tampoco íbamos a tener suerte. Nos fuimos a desayunar con la esperanza de que un golpe de suerte nos dejara ver el espectáculo que teníamos justo delante nuestro, cuando de repente, casi por arte de magia comenzaron a dejarse ver tímidamente pequeños picos que nos daban esperanzas de que todo cambiara. 


Nos sorprendía lo cerca que se encontraban realmente de nosotros, pero enseguida volvían a desvanecerse tan rápido como habían aparecido.


Decidimos dejar el trekking que teníamos para hoy y esperar a que durante el transcurso de la mañana la densa niebla dejara paso a las enormes montañas que habíamos venido a ver. Esperamos hasta las 10:00 h, hasta que vimos que hoy definitivamente no era nuestro día de suerte y tras una dolorosa decisión, decidimos volver tras nuestros pasos del día anterior y regresar de nuevo a Nargarkot para emprender nuestro camino de regreso a Kathmandu. Nos despedimos de los encantadores dueños de Om Mala Resort y nos fuimos directos a la zona de buses de Nargarkot para tomar el bus de regreso, ya que hoy Yolanda regresaba a Barcelona y César y yo teníamos que preparar nuestras mochilas para el trekking de Annapurna.  


Debíamos tomar el bus local que nos llevaría hasta Bhaktapur (45 rupias) y una vez allí, tomaríamos el bus que nos llevaría hasta Kathmandu (25 rupias). 



Salimos hacia Bhaktapur y cuando llevábamos unos veinticinco minutos de recorrido nos vimos atrapados en un atasco monumental que nos dejó parados más de una hora sin ver solución alguna. Tras gritos, pitos, amenazas y discusiones acaloradas entre todos los vehículos involucrados en el atasco, conseguimos reemprender la marcha y llegar hasta Bhaktapur. Enseguida enlazamos con el bus que nos llevaba hasta Kathmandu, ya que salía del mismo sitio donde nos había dejado el anterior bus.
Este bus de nuevo volvía a hacer infinidad de paradas, aunque esta vez el trayecto era fluido, hasta que al entrar en Kathmandu, de nuevo volvíamos a vernos atrapados en otro monumental atasco, esta vez por una protesta, algo bastante habitual en la ciudad. Un compañero del bus me explicó que ese tipo de protestas eran muy habituales, ya que la gente protestaba por los continuos cortes de luz que la gente sufría, sobre todo en invierno.


Tras salir del atasco, por fin conseguimos llegar a Ratna Park. Para un trayecto de unos 30 kilómetros que es la distancia que separa Nargarkot de Kathmandu, habíamos empleado casi cinco horas, una auténtica paliza, cosa que uno debe tener en cuenta cuando viaja en este tipo de transporte y armarse de paciencia.
Llegamos a Thamel, cosa que aprovechamos para comer. Mientras Yolanda preparaba su mochila, César y yo nos fuimos a conocer a quien sería nuestro guía durante nuestro trekking a Annapurna Base Camp, Dipak, aunque todo el mundo lo conoce como Grande. Mientras preparaba el viaje, una de las dudas que tenía era si hacer el trekking con guía o hacerlo por nuestra cuenta. Finalmente encontré recomendaciones de tres o cuatro guías de montaña independientes que hablaban perfectamente castellano, así que me puse en contacto con ellos vía email y tras varias propuestas y cambios, decidí que haríamos el trekking con guía. Una vez pasado el tiempo solo puedo hablar cosas buenas de la experiencia que vivimos junto con Grande, y estoy seguro que sin él las cosas no hubieran salido tan bien como salieron. Más que un guía se convirtió en un amigo desde el primer día en que nos conocimos. Nos llevó a tomar un té mientras hablábamos de lo que serían nuestros próximos días en la montaña. Ilusionados con nuestra próxima aventura, nos fuimos a despedir de Yolanda. Tras la despedida, César y yo pasamos toda la tarde con los preparativos, ya que debíamos preparar nuestras mochilas para el trekking. Sin duda hoy era el comienzo de algo especial. Annapurna Base Camp nos esperaba y estábamos a punto de comenzar a vivir una experiencia inolvidable.

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