miércoles, 8 de agosto de 2012

Día 15 – Tongdao-Sanjiang-Longsheng-Dazhai

Nos levantamos temprano, ya que aunque la dueña del hotel donde estábamos nos había dicho la noche anterior que los buses hacia Sanjiang salían de 8:00 a 9:00 h, yo tenía información que salían a partir de las 7:00 h, así que a las 7:00 en punto de la mañana salimos en dirección a lo que suponíamos que era la estación de autobuses que quedaba a 100 metros del hotel. Mientras caminábamos en dirección a esta, una furgoneta pequeña se para a nuestra altura preguntándonos hacia donde íbamos, y tras enseñarle mi libreta mágica, nos dice que el va hacia allí. Yo desconfiaba un poco, ya que la furgoneta no tenía pinta de ser transporte regular, así que tras preguntarle el precio, su respuesta me deja fuera de toda duda. Tras coger mi libreta y apuntar una cifra, veo con asombro que el chino había apuntado la nada despreciable cifra de 250$, a lo que un actor reflejo de mi persona contestó, “¿pero tú me has visto cara de tonto?”. Al parecer nuestro amigo quería cambiarse su vieja furgoneta a nuestra costa. 20 metros más abajo había aparcado un bus que parecía de línea regular, así que nada más llegar preguntamos si iba hacia Sanjiang, a lo que su conductor nos contesta que sí. Subimos al bus (10¥), y tras algo menos de una hora de trayecto, nos dejó en Sanjiang.


En la misma estación preguntamos por el bus que iba hacia Longsheng, nuestro siguiente destino de paso, y enseguida nos indicaron donde debíamos ir, justo a una pequeña estación de autobuses que había al lado. El billete a Longsheng nos costó 29¥, y como faltaba más de una hora en salir (9:40h), estuvimos esperando tranquilamente en la estación, entre miradas y risas de los lugareños. El trayecto Sanjiang-Longsheng duró unas 2:20 h. Una vez en Longsheng, nuestro último paso era buscar el bus hacia Dazhai, así que nada más llegar a la estación de Longsheng, preguntamos, y enseguida nos señalaron el bus que debíamos coger, ya que salía de la misma estación donde nos habían dejado. Una vez nos subimos al bus hacia Dazhai (10¥), vimos aliviados que tras un montón de horas y conexiones, estábamos por fin a punto de llegar a nuestro destino. El bus a Dazhai tardó 3 horas, ya que hacía varias paradas, entre ellas un par de paradas algo más largas de lo habitual, ya que esperaba a los buses que venían de Guilin y Yangshuo para coger el pasaje que iba dirección Dazhai. El viaje se me hizo eterno y muy pesado, ya que si digo que el bus iba lleno, no reflejaría en absoluto la cantidad de gente que iba en él (nunca hubiese imaginado la cantidad de gente que puede caber en un autobús). Hacía más de 24 horas que habíamos salido de Fenghuang dirección Dazhai, y no veía el momento de llegar. Antes de entrar a Dazhai, y como ya nos pasara en Dehang, el bus paró para pagar la tasa de entrada al pueblo (80¥).
Lo que nos había traído hacia Dazhai era sin duda, uno de los platos fuertes del viaje, sus famosas terrazas de arroz, las terrazas de arroz de Jinkeng, que junto con las terrazas de arroz de Ping’an, forman en conjunto las Terrazas de Longji, o Terrazas del Espinazo del Dragón.


Longji es una palabra china, donde “Long” significa dragón, y “Ji” significa espinazo. La zona más visitada por los turistas suele ser Ping’an, ya que queda más cerca de Yangshuo y Guilin, por eso nosotros decidimos visitar esta otra parte, ya que por los comentarios que había leído mientras preparaba el viaje, mucha gente decía que las terrazas de Jinkeng eran más amplias y espectaculares. La verdad es que no puedo decir si son más o menos espectaculares que Ping’an, ya que no visitamos estas, pero lo  que sí puedo afirmar es que sin duda fue uno de lo paisajes más increíbles que vi durante todo mi viaje.


Las terrazas de Longji tienen  más de 700 años de historia, y son uno de los paisajes más fotografiados como reclamo turístico de China. A su vez, son un claro ejemplo de cómo la minoría étnica Yao, los habitantes de sus tierras, supieron adaptar las dificultades de la montaña al cultivo del arroz mediante el sistema de las terrazas, toda una obra maestra de la ingeniería humana. Mientras los hombres Yao se dedican a trabajar los campos de arroz, sus mujeres, vestidas en sus trajes tradicionales y con sus largas melenas recogidas en moños (he leído que no se cortan el pelo nunca), se dedican a vender artesanía en forma de joyas y ropa confeccionadas por ellas. Por un módico precio a negociar, te ayudan si lo necesitas a llevar tu equipaje.



El autocar te deja a la entrada de las terrazas, y aunque no llevábamos ninguna reserva, tenía anotado un hostel que recomendaban por los foros que había leído, el Jinkeng International Youth Hostel, que está situado en Tiantou, en la parte alta de los arrozales, así que nada más bajar del bus, cargamos con nuestras mochilas, y nos pusimos a caminar rumbo Tiantou. El ejercito de mujeres Yao que había en el parking nos ofrecían sus servicios insistemente, pero el camino en sí, aunque es subida constante se hace bastante bien. En unos 35 minutos habíamos llegado a nuestro destino, y tras preguntar por alojamiento, nos ofrecieron una habitación doble con unas vistas sobre las terrazas espectaculares por 80¥, así que nos quedamos sin dudarlo.


Nos parecía mentira, pero tras 27 horas de viaje, estábamos por fin en Dazhai. Las terrazas constan de tres miradores, así que nada más dejar nuestras mochilas, nos fuimos a visitar el que nos quedaba más cerca de nuestro hostel, el mirador número 1, “Scenic spot music from paradise”. Todo el cansancio del viaje que llevábamos acumulado y todas las incomodidades de este iban desapareciendo poco a poco mientras íbamos subiendo hacia el mirador, ya que poco a poco las vistas sobre las terrazas me iban dejando sin palabras. Sencillamente sobran las palabras, y creo que cualquier imagen del lugar habla por sí sola.






La tarde se nos echó encima rápidamente mientras disfrutábamos de unas vistas de ensueño, así que decidimos disfrutar desde este mirador las horas de luz que nos quedaban, mientras nos bebíamos una de nuestras cervezas Tsingtao que tanto nos gustaban. Un momento único.


Para  cenar, fuimos al Jinkeng hotel, justo unos metros más arriba de nuestro hostel, ya que tenía muy buenas referencias de la comida en su restaurante, y la verdad que cenamos de maravilla y muy bien de precio (55¥). Arroz al bambú (especialidad de la zona) y revuelto de berenjenas y carne (exquisito), lástima que no llevábamos las cámaras. 

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