jueves, 2 de agosto de 2012

Día 21 – Hong Kong

Nuestro viaje en bus hacia Shenzhen, ciudad fronteriza con Hong Kong se pasó rápido, ya que al viajar en bus-cama, las nueve horas que duró el trayecto se hicieron bastante llevaderas dentro de lo que cabe. Las camas del bus no eran camas de hotel, lógicamente, pero al menos nos permitieron dar alguna que otra cabezada. Shenzhen tiene varios puntos fronterizos, cinco concretamente, aunque nosotros fuimos al más concurrido por los turistas, la frontera de Luohu (abierta de 6:30 a 24:00 h). Una vez llegamos a Shenzhen, bajamos del bus pensando que estábamos en el mismo paso fronterizo, pero nada más bajar, nos dimos cuenta que aquello no era la frontera. Mientras recogíamos nuestras mochilas, conocimos a una pareja de españoles que viajaban en nuestro mismo bus y que se dirigían a Hong Kong para coger un vuelo hacia Manila, así que mientras nos saludábamos, nos comentaron que ellos habían estado ya en Hong Kong, y que la frontera quedaba algo más alejada de allí. Estuvimos charlando un buen rato, y como íbamos hacia el mismo punto, decidimos compartir taxi hasta el paso fronterizo (19¥). Una vez llegamos a él, hicimos los trámites necesarios de salida de China y entrada a Hong Kong. Una vez pasas el control de aduana de Hong Kong, enseguida encuentras los indicadores del tren que te lleva hacia Kowloon o a la isla de Hong Kong. Una vez te encuentras ya en Hong Kong, lo primero que debes hacer es cambiar moneda, ya que la moneda oficial en Hong Kong es el Hong Kong dollar (HKD). Justo antes de llegar a la estación de tren, nos encontramos una casa de cambio de moneda donde aprovechamos para cambiar los pocos yuanes que nos quedaban y como pudimos comprobar algo más tarde, el cambio que daban era realmente bueno (de hecho el mejor que vimos), así que recomiendo cambiar todo lo que se pueda en la oficina de cambio de la frontera. Nuestros compañeros españoles nos recomendaron comprar la tarjeta Octopus, una tarjeta monedero, la cual te sirve para pagar tanto en cualquier transporte, metro, bus, ferry, como en muchas atracciones de la ciudad y en muchos establecimientos. La tarjeta cuesta 150 HKD, de los cuales 50 HKD son de depósito, y el resto para gastar. La tarjeta se puede recargar tantas veces como se quiera, y tanto el depósito como todo el importe que se tenga en la tarjeta, se abona íntegramente al devolver la tarjeta. En mi opinión, es una tarjeta imprescindible si se visita Hong Kong.


Una vez llegamos a las taquillas de la estación de tren, fuimos a comprar la tarjeta octopus, pero al no llevar dinero suficiente y no poder pagar con tarjeta de crédito (algo que me chocó bastante), tuvimos que comprar un billete sencillo de tren que nos permitía enlazar con el metro (45,50 HKD). Una vez montamos en el tren, es todo muy fácil, ya que este enlaza con el metro, así que sólo basta con saber la parada de metro más cercana a nuestro hostel, en nuestro caso Causeway Bay, de la Island Line, e ir moviéndote por las diferentes estaciones para hacer los transbordos necesarios. He de decir que el metro de Hong Kong me sorprendió muchísimo. Es increíblemente grande, con estaciones gigantescas con montones de salidas diferentes, y aunque está muy bien indicado, hay momentos en los que nos sabes muy bien donde te encuentras, así que hay que vigilar mucho las salidas que tomamos, ya que hay mucha distancia de unas a otras. Entre cruzar la frontera, tomar el tren, enlazar con el metro y demás, nos llevó prácticamente unas tres horas, pero por fin, estábamos en Hong Kong. Hong Kong fue colonia Británica, y en 1997, pasó a China como Región Administrativa Especial. En 1984, el Reino Unido y China, firmaron una declaración conjunta en la que China prometió que, bajo la política “un país, dos sistemas”, el sistema económico socialista de China no se aplicaría en Hong Kong, comprometiéndose a respetar el sistema legal existente en Hong Kong antes del traspaso de soberanía, hasta el año 2047, cuando su integración en China sea total. Hong Kong se puede dividir principalmente en tres sectores, la isla de Hong Kong, Kowloon y los Nuevos Territorios. La mayoría de la población es china y habla cantonés e inglés. Nada más llegar a Hong Kong, uno se da cuenta enseguida que nada tiene que ver con su vecina China. Nada más pisar su suelo, todo cambia radicalmente. Cambia la gente, cambian las infraestructuras, cambia el paisaje……. Y es que Hong Kong es un mundo distinto, una ciudad del todo cosmopolita, la Nueva York asiática como muchos la denominan y que la define perfectamente, ya que muchas veces cuesta distinguir si estás realmente en Asia o realmente te encuentras en la gran manzana.


En Hong Kong todo es caro, sobretodo el alojamiento, así que mientras preparaba el viaje, estuve mirando algunos hostels, ya que la ciudad tiene fama de tener alojamientos caros y de muy baja calidad. Buscando por Internet, encontré el hostel Yes Inn, en Causeway Bay, un hostel recién inagurado en marzo del 2012, y aunque el precio no era barato para ser un hostel, 220 HKD por persona la noche, era de lo mejor en cuanto a calidad-precio que encontré. La verdad que el hostel estaba muy bien, ya que al ser tan nuevo, todo estaba muy limpio y en buen estado, así que lo recomiendo como una muy buena opción. Una vez dejamos nuestras mochilas en la habitación, nos fuimos a ver la que posiblemente sea la atracción o visita más famosa de Hong Kong, el Pico Victoria. El pico Victoria se encuentra en la Isla de Hong Kong, y desde él, podemos ver una de las vistas más espectaculares de la isla de Hong Kong y Kowloon.


Su torre se encuentra a 400 metros sobre el nivel del mar, y fue construida a prueba de tifones. Con nuestras recién compradas tarjetas octopus, nos pusimos en marcha hacia la estación Central de la Island Line, la estación más cercana a Victoria Peak. Una vez nos bajamos, enseguida nos encontramos con señales de Tram Victoria (“señales!!! Por fin señales!!!!”), el tranvía que sube hasta el pico, así que en cinco minutos, estábamos en la cola de Victoria Peak. Una vez compramos las entradas (65 HKD ida y vuelta, más acceso a la terraza 360, imprescindible), enseguida nos montamos en el tranvía, ya que no había mucha cola, así que en diez minutos, estábamos contemplando unas vistas increíbles sobre la bahía y sus rascacielos, aunque la niebla y el día tan nublado que hacía no nos dejó disfrutar del todo de ellas. Tras un buen rato sin poder dejar de mirar el maravilloso Sky Line que teníamos delante, nos fuimos a comer algo. Comimos en un restaurante japonés de franquicia un Yakisoba y un Ramen que no nos entusiasmó demasiado, y de nuevo, al ver la factura, comprobamos que se había acabado comer por tres o cuatro euros. Después de comer, nos fuimos a otra de las zonas más populares de Hong Kong, aunque esta vez en la zona de Kowloon, su paseo de las estrellas.


Par llegar hasta él, tomamos de nuevo el metro, esta vez hasta la parada de Tsim Sha Tsui, en la Tsuen Wan Line. El paseo de las estrellas de Hong Kong, es una copia del paseo de la fama de Hollywood, solo que en lugar de estrellas de cine americanas, las estrellas pertenecen a los actores y actrices chinas más importantes.


La mayoría de las estrellas no son conocidas, pero pudimos ver algunas estrellas internacionales de escaso interés cinematográfico para mí, como Jackie Chan o Jet Li. Mención a parte merece la estrella de Bruce Lee, ya que además de estrella, tiene una estatua en medio del paseo, a la que es prácticamente imposible hacerle una foto sin que cientos de chinos salgan en ella.


El paseo en sí es una delicia, con unas vistas sobre la bahía de ensueño, y el cual confieso que fue uno de los rincones que más me gustaron de todo Hong Kong. Esta zona de la bahía, es además uno de los mejores lugares para ver el espectáculo de Symphony of Lights, uno de los espectáculos más famosos de la ciudad que se celebra cada día en la bahía, en el que se mezcla la luz y el sonido entre varios edificios de la ciudad.



Tras más de dos horas paseando y relajándonos por el paseo de las estrellas, nos fuimos a coger el ferry regular que hay al final de este para cruzar a la isla de Hong Kong (2,50 HKD). El trayecto dura muy poco, así que es una buena manera de cruzar la bahía sin perder mucho tiempo, y ya de paso, tener unas vistas de esta inmejorables.


Después del agradable paseo, nos fuimos paseando por el sector financiero de la isla rumbo a nuestro hostel, prácticamente devorados por enormes rascacielos y tiendas de lujo en cada esquina, con esa sensación de estar paseando por las calles de New York que siempre te persigue cuando estás en esta parte de la ciudad.


Para acabar el día, nos fuimos a visitar la zona de Temple Street y su mercado nocturno. Se trata de una calle con puestos callejeros donde podemos encontrar todo tipo de souvenirs y varios restaurantes para comer. Una zona agradable para visitar y muy concurrida por turistas. Para llegar hasta Temple Street, cogimos el metro hasta la parada de Jordan, de la línea Tsuen Wan Line. Después de visitar la zona, teníamos pensado regresar a la zona de Tsim Sha Tsui para ver el espectáculo de Symphony of Lights, pero lo lluvia que empezó a caer, y el cansancio acumulado de no dormir mucho en el bus la noche anterior, nos hizo regresar al hostel para cenar por la zona e irnos destrozados a dormir. 







No hay comentarios:

Publicar un comentario