Después de casi dos semanas de
tiempo casi perfecto, con días soleados y temperatura agradable, la lluvia y el
frío hacían acto de presencia, recordándonos que en esta parte del hemisferio
nos encontrábamos en pleno invierno. La noche anterior ya hacía presagiar que
el día sería pasado por agua, cosa que comprobamos nada más despertar.
Amanecíamos con el cielo completamente negro, con lluvia y bastante frío. Para
el día de hoy teníamos pensado visitar Robberg Nature Reserve, reserva natural
que se encuentra en el mismo pueblo de Plettenberg, pero tras hablar con
Charlie y comentarle nuestra intención, nos recomendó dejar la visita para el
día siguiente, ya que parte del camino de Robberg Nature Reserve transcurre
entre rocas y con el tiempo que hacía era un poco peligroso andar por sus
caminos, así que decidimos posponer su visita para el día siguiente (aunque las
predicciones no eran muy halagüeñas) e irnos a visitar Knysna, a unos cuarenta
kilómetros. Se trata de una pequeña ciudad situada en el corazón de la Garden Route. En ella
encontramos una laguna protegida por dos grandes montañas que la protegen de la
fuerza del océano, las conocidas como The Heads.
La montaña de la derecha se
trata de una reserva natural que solo se puede visitar a través de tours
organizados, mientras que la montaña de la izquierda se puede visitar por tu
cuenta y encontramos varios miradores repartidos por ella, en concreto tres. The
Heads y su laguna son las atracciones más populares de Knysna, pero además
podemos hacer paseos en barco y varias actividades más.
Antes de marchar hacia Knysna,
Charlie nos hizo un mapa de la zona y nos estuvo dando un montón de
explicaciones para visitar los diferentes miradores de The Heads y algunos
puntos de interés de la ciudad, así que tras desayunar nos pusimos rumbo hacia la N 2, carretera que nos llevaría
en poco más de veinte minutos hasta Knysna.
Una vez llegamos a la ciudad,
enseguida encontramos las indicaciones hacia The Heads a mano izquierda, así
que nos fuimos directamente hacia allí. Justo antes de llegar a la parte final
de la playa nos encontramos una señal a mano izquierda que nos indicaba
“viewpoint”, así que empezamos a subir unas empinadas cuestas mientras las
primeras mansiones aparecían a nuestro paso (sin duda se notaba que la zona era
una zona de mucho dinero). Tras subir un poco, enseguida llegamos al primer
mirador, el más alto de ellos, desde el cual se obtienen unas bonitas vistas de
la laguna, el océano, la ciudad y la montaña de enfrente.
El lugar es un buen
sitio para divisar ballenas, aunque nosotros no tuvimos suerte. Tras un rato
disfrutando de las vistas nos fuimos en busca del segundo de los miradores. Nos
costó un poco encontrarlo, ya que no había indicaciones por ningún sitio, y
tras volver al parking del mirador anterior y preguntar al gorrilla del parking
por el segundo mirador, nos indicó que debíamos seguir recto por una pequeña
calle que salía justo en frente del parking y girar la primera calle que nos
encontrásemos a la derecha, la cual nos llevaría después de una bajada bastante
pronunciada hacia el parking del segundo mirador en plena playa. Seguimos sus
indicaciones y llegamos sin problema al parking. Dejamos nuestro coche aparcado
y nos fuimos a visitar la zona. Se trata de una bonita playa con vistas de
nuevo hacia la laguna y la otra parte de The Heads.
Una vez visitamos la zona,
nos fuimos a dar una vuelta por la urbanización, ya que las casas que se
encontraban en ella eran realmente impresionantes. Tras dar varias vueltas por
la zona, no encontramos ningún rincón interesante, así que nos fuimos hacia el
tercer mirador. Para llegar hasta él debíamos bajar de nuevo hasta la carretera
que nos había traído hasta aquí y girar hacia la izquierda para buscar el
parking del restaurante que se encuentra en plena cala, justo al final de la
carretera. De nuevo nos fuimos a visitar la zona, desde la cual se vuelven a
obtener unas bonitas vistas de la laguna desde otra perspectiva diferente, esta
vez con las vistas del faro de la zona, un faro bastante sencillo.
No voy a
negar que la zona es bonita, pero veníamos de pasar los dos últimos días en
Storms River Mouth y Nature´s Valley, cosa que hacía tener el listón muy alto,
y hacía que Knysna quedara algo eclipsada por sus competidoras.
Tras visitar The Heads nos fuimos
hacia nuestro siguiente destino, Leisure Island (la isla de los millonarios),
justo en la carretera que te lleva desde el centro de la ciudad hasta The
Heads. Se trata de una pequeña isla con casas de película, un ambiente muy
acogedor, y con las mejores vistas sobre la laguna y The Heads. Merece mucho la
pena visitarla y recorrer las pocas calles que la componen, donde se respira
una tranquilidad y un paz envidiable. Realmente fue lo que más me gustó de
Knysna.
Tras un rato disfrutando de las
vistas, nos fuimos a visitar The Waterfront (el puerto). De nuevo dejamos
aparcado el coche en el parking vigilado por gorrillas (toda la Garden Route está llena de
ellos), y tras la correspondiente propina, nos fuimos a visitar la zona. Se
trata del típico paseo marítimo con tiendas de regalos y souvenirs, una zona
con restaurantes para comer y alguna empresa que se dedica a dar paseos en
barco por la laguna. Una zona con poco interés, al menos para mí.
Como la zona
no daba más de sí, nos fuimos paseando hasta el centro de la ciudad y llegamos
hasta la zona comercial donde nos encontramos con un mercado, un centro
comercial y varios puestos de mercadillo callejero. La zona en sí tampoco tenía
nada en especial, así que como era ya la hora de comer, nos fuimos hacia
Leisure Island de nuevo para comer disfrutando de unas vistas inmejorables.
Tras unos bocatas y un rato de relax, nos fuimos a tomar un café bien caliente
a un coffee shop que vimos anunciado a pocos metros de donde nos encontrábamos
y la verdad que el sitio nos encantó. Se trata de un café-restaurante
donde nos encontramos un ambiente muy acogedor, una decoración antigua muy bien
escogida, unas tartas caseras deliciosas, y una chimenea encendida que daba al
lugar un toque especial. Se encuentra en Hall Rd, una pequeña calle por encima
de la carretera principal, aunque no recuerdo el nombre. Sin duda, una parada
obligatoria.
Después de una reconfortante
parada nos dirigimos hacia nuestra última visita del día, Noetzie Beach. Se
trata de una playa prácticamente privada, solitaria, donde nos encontramos con
unas viviendas-castillo en las faldas de la montaña. Para acceder a ella hemos
de salir de Knysna por la N 2
dirección Plettenberg, y una vez salgamos de la ciudad, encontramos el desvío a
la derecha. Se trata de una carretera sin asfaltar aunque en buen estado que
cruza un township, y que tras una bajada bastante pronunciada termina en un
parking donde podemos dejar aparcado el coche.
Tras un pequeño paseo de tres o
cuatro minutos llegamos a Noetzie Beach. La zona no está mal, y la soledad del
lugar invitaba a pasear tranquilamente por su playa, aunque de nuevo notaba que
faltaba algo.
Quizá el frío y la lluvia, quizá el no poder quitarme de la
cabeza los dos días anteriores, o quizás que simplemente el lugar no daba para
más, pero la sensación es que Knysna y sus alrededores eran una parada
interesante para dedicarle tres o cuatro horas, no más, Creo que con visitar
The Heads y Leisure Island se visita lo más interesante de la ciudad.
Como teníamos pensado visitar
Robberg Nature Reserve el día siguiente, decidimos regresar a Plettenberg para
pasar la noche de nuevo en Beach House, ya que nuestro amigo Charlie nos había
tratado tan bien que no quisimos perder tiempo en buscar alojamiento en Knysna.
Una vez llegamos a Plettenberg, aprovechamos que teníamos tiempo y nos fuimos a
buscar la reserva de Robberg para echar un vistazo, y justo al llegar a su
entrada, un compañero inesperado apareció para saludarnos y darnos la
bienvenida a la reserva. Se trataba de un precioso arco iris que salía desde el
mar y bordeaba toda la península de Robberg, una imagen de postal.
Tras cientos de fotos del lugar
regresamos a Beach House, donde Charlie se alegró muchísimo de volvernos a ver
y estuvimos toda la noche charlando tranquilamente con él mientras nos
explicaba sus largos viajes en moto cruzando África y América, y de su próximo
destino, Europa. Sin duda una persona encantadora y muy servicial. Tras una
enriquecedora charla, nos fuimos a dormir esperando que el día siguiente el
tiempo nos diese una tregua, ya que a estas horas de la noche la lluvia caía
con mucha fuerza y las previsiones para el día siguiente no eran mucho mejores.
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