lunes, 28 de octubre de 2013

Día 17 – Gansbaai (el gran tiburón blanco)

Llegó el día. Hoy era uno de esos días en los que uno piensa una y mil veces mientras prepara un viaje, uno de esos días que uno marca como día especial, hoy íbamos a reunirnos cara a cara con el gran tiburón blanco. Sudáfrica es un país que tiene muchos reclamos, muchos de los cuales habíamos tenido la suerte de conocer durante más de dos semanas que llevábamos recorriendo el país y muchos de los cuales aún teníamos pendientes por conocer, pero sin duda la inmersión en jaula para ver al gran tiburón blanco es una de las principales atracciones de esta parte del país, ya que Gansbaai está considerada la capital mundial del gran tiburón blanco, ya que sus costas están completamente infestadas de tiburones debido al excelente hábitat de la zona.
Para hacer la inmersión en jaula (Shark Cage Diving) habíamos elegido entre las muchas compañías que operan en el puerto de Kleinbaai a la empresa del Capitán McFarlane. Había leído mucho acerca de las empresas que operan en el puerto, y Great White Shark Tours era la más recomendada por los viajeros que habían estado en la zona y además todo eran buenas experiencias, así que no dudé ni un momento en realizar la excursión con ellos. Una vez hecha la excursión solo tengo palabras de elogio para ellos, tanto el personal como el barco, la jaula, los servicios prestados, el trato, todo con una calidad humana y técnica inmejorable. No tengo ninguna duda que si volviese algún día a realizar el Shark Cage Diving repetiría la experiencia con el Capitán McFarlane.


El día de antes habíamos reservado las plazas por Internet, ya que al ser temporada baja había un descuento si se realizaba la reserva por Internet (1180 Zar por persona). La noche anterior nos habían llamado por teléfono y nos habían citado para el día de hoy a las 08:00 h en su oficina. Dicho y hecho, tras un ligero desayuno (recomendado en su página web) nos pusimos en marcha y llegamos puntuales a la cita. Las empresas que se dedican al Shark Cage Diving no se encuentran realmente en el pueblo de Gansbaai, sino que se encuentran en Kleinbaai, a las afueras de Gansbaai. Para llegar hasta allí debemos continuar la carretera principal de Gansbaai R43 hasta prácticamente salir del pueblo, y una vez estamos prácticamente fuera de él, encontramos el desvío a mano derecha que nos indica Shark Cage Diving (todas las empresas que se dedican al gran tiburón blanco están ubicadas en el mismo puerto).
Nada más llegar hicimos el correspondiente papeleo donde eximes a la empresa de cualquier responsabilidad (si estás algo nervioso esto te deja mucho más tranquilo), y esperamos a que el resto de los pasajeros fuesen llegando poco a poco. Mientras esperábamos, nos ofrecieron un completo buffet-desayuno por si alguien quería comer algo mientras esperábamos al capitán. Teniendo en cuenta la fatídica experiencia del kayak del día anterior, antes de salir de nuestro backpacker me había tomado dos biodraminas, ya que aunque teníamos un tiempo inmejorable y el mar estaba del todo calmado, no quería correr ningún riesgo. En este punto debo decir que aunque uno no suela marearse mucho recomiendo tomar biodramina o algo para el mareo, ya que nosotros tuvimos un día perfecto sin nada de viento y el barco se movía bastante, no quiero ni imaginar lo que puede ser un día con algo de mar revuelto…..un infierno vamos!!!
Mientras estábamos comiendo algo de fruta apareció el capitán McFarlane, quien nos dio una pequeña charla sobre el funcionamiento de la jaula y el barco, todo ello amenizado con típicas bromas como que necesitaba a algún voluntario como señuelo y cosas así, todo ello en un ambiente muy agradable que hizo la charla un rato muy divertido. Después de la charla nos pusimos manos a la obra.
Éramos un grupo de 16 personas, así que nos subimos al barco y nos adentramos hacia el mar, cuando de repente, primera sorpresa, una cría de ballena a menos de tres metros de nuestro barco, una pasada!!! 



Tras un rato observándola, continuamos nuestra marcha. Llegados a un punto, el capitán decidió echar el ancla y enseguida echó el cebo para atraerlos, una mezcla especial llamada “Chum” que esparce alrededor del barco, además de echar al agua un enorme trozo de atún atado a un corcho en forma de foca para atraer al tiburón hacia el barco. 


Aunque nos había llevado unos veinte minutos llegar hasta aquel punto, me sorprendía lo cerca que estábamos de la orilla, dándome que pensar lo peligroso que puede llegar a ser bañarse en estas aguas en cualquiera de sus playas.
Tras unos treinta y cinco minutos de tensa espera, de repente escucho al capitán gritar “Shark on the left”……A su grito apareció a nuestra izquierda por primera vez el gran tiburón blanco. Si en fotos es espectacular, verlo en el agua a dos metros de ti es algo indescriptible. 



Su forma de nadar, su mandíbula, su hilera de dientes afilados, imposible describirlo. Nada más avistar al tiburón nos reunieron a todos en la parte de abajo del barco para darnos los trajes de neopreno y meternos en la jaula. Éramos 16 personas, así que haríamos dos turnos de ocho personas y entraríamos dos veces en la jaula cada turno. Nos había tocado el segundo turno, así que aprovechamos para contemplar al tiburón desde el barco. No te cansas de mirarlo. Lo atraen hacia el barco con el señuelo del trozo de atún y la foca de corcho, y cuando abre su enorme boca comprendes la fuerza que puede llegar a tener….vuelvo a repetirlo, es impresionante.




Tras un rato en la jaula, el primer turno salió de esta y llegaba nuestra hora. La gente salía tiritando del agua, lo cual hacía prever que el agua iba a estar bastante fría, pero fue sumergirse en ella y pensar que aquello era inhumano. No puedo decir que el agua estuviera fría, es que aquello era hielo puro. Una vez dentro de la jaula, cada uno ocupaba su sitio y debíamos esperar la señal de la gente del barco para sumergirnos en la jaula, cuando de repente escuchamos el grito “Down”…..era la señal. Me sumergí en la jaula y esperé con impaciencia al gran blanco. La visibilidad no era muy grande, y era difícil ver a más de un par de metros de distancia, cuando a lo lejos vi aparecer el lomo enorme de un tiburón blanco que se dirigía hacia nuestra jaula. Desde mi posición no lo vi de frente, sino de lado y me pareció un animal increíble. Tras varias vueltas sobre la jaula, el tiburón se alejó un poco de nosotros, descansando un poco de las inmersiones y esperando en las frías aguas a que regresara. Tras un rato de espera, de nuevo la tripulación del barco volvió a gritar “down” y de nuevo volvimos a sumergirnos en el agua. Mientras esperaba ver algo, de la nada apareció justo delante de mí un enorme tiburón que iba directo hacia mi posición con su enorme mandíbula abierta y sus dientes afilados que impactaron justo delante de los barrotes que tenía ante mí. No pude remediar el acto reflejo de echarme hacia atrás, tenía a menos de medio metro un tiburón blanco con su enorme mandíbula abierta y con ganas de llevarse a la boca lo primero que encontrase. 




El subidón de adrenalina fue instantáneo, de hecho estoy convencido que en ese preciso instante si me hubiesen clavado un cuchillo no hubiese notado dolor alguno, estaba totalmente superado por la situación. Sin duda fue una imagen inolvidable. Tras alguna pasada más, aunque no tan impresionante como la anterior, nuestro turno salió de la jaula. No tenía palabras para describir la experiencia que había vivido hacía un momento. Tras la segunda inmersión del primer grupo, de nuevo volvíamos a entrar en la jaula. Estuvimos esperando un rato, ya que al parecer el tiburón se había alejado un poco de nuestra zona, cuando de nuevo el grito de “down” nos hacía sumergirnos de nuevo rápidamente en la jaula. Teníamos ante nosotros un tiburón hembra de cuatro metros que aparecía de costado, pasando tan cerca de nuestra jaula que parte su aleta lateral izquierda entró por una de las aberturas de la jaula e impactó con mi mano que tenía apoyada en la jaula, increíble!!! 



Tras alguna pasada más se marchó y estuvimos un buen rato esperando encima de la jaula a que apareciese algún tiburón más. De repente volvió a aparecer otro, momento en el cual volvimos a sumergirnos en la jaula, aunque esta vez solo pudimos ver un poco de su enorme cola. Tras varias pasadas más, dimos por concluida la inmersión, con la sensación de haber vivido una experiencia única, algo imposible de contar.
Tras quitarnos los neoprenos y vestirnos con nuestra ropa, nos ofrecieron unos bocadillos y bebidas mientras íbamos hacia nuestro siguiente destino, Dyer Island. 


Se trata de una de las razones por la que estas aguas están repletas de tiburones, ya que en la isla habitan miles de focas que sirven de suculenta comida para los hambrientos tiburones. Cuando digo miles no exagero, y seguramente me quede corto, porque estoy convencido que hay decenas de miles de ellas. Tras una visita a la isla desde nuestro barco, dábamos por concluida la experiencia del gran tiburón blanco.



Al llegar a la oficina, de nuevo nos habían preparado un pequeño aperitivo con sopa caliente y algo de comida mientras nos pusieron el vídeo de nuestra inmersión (se puede comprar el vídeo si alguien está interesado). Estuvimos viendo el vídeo mientras intentábamos entrar en calor con un té bien caliente y comentado la experiencia única que acabábamos de vivir. De nuevo me gustaría destacar la profesionalidad del capitán McFarlane y todo su equipo que estuvieron pendientes en todo momento de cualquier cosa que pudiéramos necesitar y siempre dispuestos a ayudar con una sonrisa, un diez para todos.
Regresamos a Hermanus y eran ya más de las tres, así que decidimos quedarnos el resto de la tarde por la ciudad y sus miradores para intentar ver ballenas de nuevo. Nos comentaron que no se habían visto en toda la mañana, pero nada más llegar a los acantilados, vimos a lo lejos como dos enormes ballenas saltaban varias veces, volvíamos a estar de suerte!!! 


Nos quedamos el resto de la tarde observándolas, viendo como saltaban y mostraban sus enormes colas, despidiéndonos de ellas y disfrutando de un día inolvidable. 


Desde estas líneas me gustaría agradecer a Brett Sumner, uno de nuestros compañeros de inmersión quien tomó las impresionantes fotografías submarinas que he publicado y que tras hablar con él y pedirle si era posible pasarme alguna de las fotos que había tomado con su cámara de fotos acuática, accedió encantado a ello, así que gracias a él he podido colgar las fotos que creo mejor reflejan lo que uno siente cuando está sumergido en la jaula. Mil gracias Brett!!!! 

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