Llegó el día. Hoy era uno de esos
días en los que uno piensa una y mil veces mientras prepara un viaje, uno de
esos días que uno marca como día especial, hoy íbamos a reunirnos cara a cara
con el gran tiburón blanco. Sudáfrica es un país que tiene muchos reclamos,
muchos de los cuales habíamos tenido la suerte de conocer durante más de dos
semanas que llevábamos recorriendo el país y muchos de los cuales aún teníamos
pendientes por conocer, pero sin duda la inmersión en jaula para ver al gran
tiburón blanco es una de las principales atracciones de esta parte del país, ya
que Gansbaai está considerada la capital mundial del gran tiburón blanco, ya
que sus costas están completamente infestadas de tiburones debido al excelente
hábitat de la zona.
Para hacer la inmersión en jaula
(Shark Cage Diving) habíamos elegido entre las muchas compañías que operan en
el puerto de Kleinbaai a la empresa del Capitán McFarlane. Había leído mucho
acerca de las empresas que operan en el puerto, y Great White Shark Tours era
la más recomendada por los viajeros que habían estado en la zona y además todo
eran buenas experiencias, así que no dudé ni un momento en realizar la
excursión con ellos. Una vez hecha la excursión solo tengo palabras de elogio
para ellos, tanto el personal como el barco, la jaula, los servicios prestados,
el trato, todo con una calidad humana y técnica inmejorable. No tengo ninguna
duda que si volviese algún día a realizar el Shark Cage Diving repetiría la
experiencia con el Capitán McFarlane.
El día de antes habíamos
reservado las plazas por Internet, ya que al ser temporada baja había un
descuento si se realizaba la reserva por Internet (1180 Zar por persona). La
noche anterior nos habían llamado por teléfono y nos habían citado para el día
de hoy a las 08:00 h en su oficina. Dicho y hecho, tras un ligero desayuno
(recomendado en su página web) nos pusimos en marcha y llegamos puntuales a la
cita. Las empresas que se dedican al Shark Cage Diving no se encuentran realmente
en el pueblo de Gansbaai, sino que se encuentran en Kleinbaai, a las afueras de
Gansbaai. Para llegar hasta allí debemos continuar la carretera principal de
Gansbaai R43 hasta prácticamente salir del pueblo, y una vez estamos prácticamente
fuera de él, encontramos el desvío a mano derecha que nos indica Shark Cage
Diving (todas las empresas que se dedican al gran tiburón blanco están ubicadas
en el mismo puerto).
Nada más llegar hicimos el
correspondiente papeleo donde eximes a la empresa de cualquier responsabilidad
(si estás algo nervioso esto te deja mucho más tranquilo), y esperamos a que el
resto de los pasajeros fuesen llegando poco a poco. Mientras esperábamos, nos
ofrecieron un completo buffet-desayuno por si alguien quería comer algo mientras
esperábamos al capitán. Teniendo en cuenta la fatídica experiencia del kayak
del día anterior, antes de salir de nuestro backpacker me había tomado dos
biodraminas, ya que aunque teníamos un tiempo inmejorable y el mar estaba del
todo calmado, no quería correr ningún riesgo. En este punto debo decir que
aunque uno no suela marearse mucho recomiendo tomar biodramina o algo para el
mareo, ya que nosotros tuvimos un día perfecto sin nada de viento y el barco se
movía bastante, no quiero ni imaginar lo que puede ser un día con algo de mar
revuelto…..un infierno vamos!!!
Mientras estábamos comiendo algo
de fruta apareció el capitán McFarlane, quien nos dio una pequeña charla sobre
el funcionamiento de la jaula y el barco, todo ello amenizado con típicas bromas
como que necesitaba a algún voluntario como señuelo y cosas así, todo ello en
un ambiente muy agradable que hizo la charla un rato muy divertido. Después de
la charla nos pusimos manos a la obra.
Éramos un grupo de 16 personas,
así que nos subimos al barco y nos adentramos hacia el mar, cuando de repente,
primera sorpresa, una cría de ballena a menos de tres metros de nuestro barco,
una pasada!!!
Tras un rato observándola, continuamos nuestra marcha. Llegados a
un punto, el capitán decidió echar el ancla y enseguida echó el cebo para
atraerlos, una mezcla especial llamada “Chum” que esparce alrededor del barco,
además de echar al agua un enorme trozo de atún atado a un corcho en forma de
foca para atraer al tiburón hacia el barco.
Aunque nos había llevado unos
veinte minutos llegar hasta aquel punto, me sorprendía lo cerca que estábamos
de la orilla, dándome que pensar lo peligroso que puede llegar a ser bañarse en
estas aguas en cualquiera de sus playas.
Tras unos treinta y cinco minutos
de tensa espera, de repente escucho al capitán gritar “Shark on the left”……A su
grito apareció a nuestra izquierda por primera vez el gran tiburón blanco. Si
en fotos es espectacular, verlo en el agua a dos metros de ti es algo
indescriptible.
Su forma de nadar, su mandíbula, su hilera de dientes afilados,
imposible describirlo. Nada más avistar al tiburón nos reunieron a todos en la
parte de abajo del barco para darnos los trajes de neopreno y meternos en la
jaula. Éramos 16 personas, así que haríamos dos turnos de ocho personas y
entraríamos dos veces en la jaula cada turno. Nos había tocado el segundo
turno, así que aprovechamos para contemplar al tiburón desde el barco. No te
cansas de mirarlo. Lo atraen hacia el barco con el señuelo del trozo de atún y
la foca de corcho, y cuando abre su enorme boca comprendes la fuerza que puede
llegar a tener….vuelvo a repetirlo, es impresionante.
Tras un rato en la jaula, el
primer turno salió de esta y llegaba nuestra hora. La gente salía tiritando del
agua, lo cual hacía prever que el agua iba a estar bastante fría, pero fue
sumergirse en ella y pensar que aquello era inhumano. No puedo decir que el
agua estuviera fría, es que aquello era hielo puro. Una vez dentro de la jaula,
cada uno ocupaba su sitio y debíamos esperar la señal de la gente del barco
para sumergirnos en la jaula, cuando de repente escuchamos el grito
“Down”…..era la señal. Me sumergí en la jaula y esperé con impaciencia al gran
blanco. La visibilidad no era muy grande, y era difícil ver a más de un par de
metros de distancia, cuando a lo lejos vi aparecer el lomo enorme de un tiburón
blanco que se dirigía hacia nuestra jaula. Desde mi posición no lo vi de
frente, sino de lado y me pareció un animal increíble. Tras varias vueltas
sobre la jaula, el tiburón se alejó un poco de nosotros, descansando un poco de
las inmersiones y esperando en las frías aguas a que regresara. Tras un rato de
espera, de nuevo la tripulación del barco volvió a gritar “down” y de nuevo
volvimos a sumergirnos en el agua. Mientras esperaba ver algo, de la nada
apareció justo delante de mí un enorme tiburón que iba directo hacia mi
posición con su enorme mandíbula abierta y sus dientes afilados que impactaron
justo delante de los barrotes que tenía ante mí. No pude remediar el acto
reflejo de echarme hacia atrás, tenía a menos de medio metro un tiburón blanco
con su enorme mandíbula abierta y con ganas de llevarse a la boca lo primero
que encontrase.
El subidón de adrenalina fue instantáneo, de hecho estoy
convencido que en ese preciso instante si me hubiesen clavado un cuchillo no
hubiese notado dolor alguno, estaba totalmente superado por la situación. Sin
duda fue una imagen inolvidable. Tras alguna pasada más, aunque no tan
impresionante como la anterior, nuestro turno salió de la jaula. No tenía
palabras para describir la experiencia que había vivido hacía un momento. Tras
la segunda inmersión del primer grupo, de nuevo volvíamos a entrar en la jaula.
Estuvimos esperando un rato, ya que al parecer el tiburón se había alejado un
poco de nuestra zona, cuando de nuevo el grito de “down” nos hacía sumergirnos
de nuevo rápidamente en la jaula. Teníamos ante nosotros un tiburón hembra de
cuatro metros que aparecía de costado, pasando tan cerca de nuestra jaula que
parte su aleta lateral izquierda entró por una de las aberturas de la jaula e
impactó con mi mano que tenía apoyada en la jaula, increíble!!!
Tras alguna
pasada más se marchó y estuvimos un buen rato esperando encima de la jaula a
que apareciese algún tiburón más. De repente volvió a aparecer otro, momento en
el cual volvimos a sumergirnos en la jaula, aunque esta vez solo pudimos ver un
poco de su enorme cola. Tras varias pasadas más, dimos por concluida la
inmersión, con la sensación de haber vivido una experiencia única, algo
imposible de contar.
Tras quitarnos los neoprenos y
vestirnos con nuestra ropa, nos ofrecieron unos bocadillos y bebidas mientras
íbamos hacia nuestro siguiente destino, Dyer Island.
Se trata de una de las
razones por la que estas aguas están repletas de tiburones, ya que en la isla
habitan miles de focas que sirven de suculenta comida para los hambrientos
tiburones. Cuando digo miles no exagero, y seguramente me quede corto, porque
estoy convencido que hay decenas de miles de ellas. Tras una visita a la isla
desde nuestro barco, dábamos por concluida la experiencia del gran tiburón
blanco.
Al llegar a la oficina, de nuevo
nos habían preparado un pequeño aperitivo con sopa caliente y algo de comida
mientras nos pusieron el vídeo de nuestra inmersión (se puede comprar el vídeo
si alguien está interesado). Estuvimos viendo el vídeo mientras intentábamos
entrar en calor con un té bien caliente y comentado la experiencia única que
acabábamos de vivir. De nuevo me gustaría destacar la profesionalidad del
capitán McFarlane y todo su equipo que estuvieron pendientes en todo momento de
cualquier cosa que pudiéramos necesitar y siempre dispuestos a ayudar con una
sonrisa, un diez para todos.
Regresamos a Hermanus y eran ya
más de las tres, así que decidimos quedarnos el resto de la tarde por la ciudad
y sus miradores para intentar ver ballenas de nuevo. Nos comentaron que no se
habían visto en toda la mañana, pero nada más llegar a los acantilados, vimos a
lo lejos como dos enormes ballenas saltaban varias veces, volvíamos a estar de
suerte!!!
Nos quedamos el resto de la tarde observándolas, viendo como saltaban
y mostraban sus enormes colas, despidiéndonos de ellas y disfrutando de un día
inolvidable.
Desde estas líneas me gustaría agradecer a Brett Sumner, uno de nuestros compañeros de inmersión quien tomó las impresionantes fotografías submarinas que he publicado y que tras hablar con él y pedirle si era posible pasarme alguna de las fotos que había tomado con su cámara de fotos acuática, accedió encantado a ello, así que gracias a él he podido colgar las fotos que creo mejor reflejan lo que uno siente cuando está sumergido en la jaula. Mil gracias Brett!!!!
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