Todavía eclipsados por la
experiencia del día anterior nos disponíamos a hacer nuestro último
desplazamiento largo, ya que hoy teníamos previsto llegar a Ciudad del Cabo
durante el transcurso del día, ciudad que sería nuestro último destino. Nos
separaban unos 130
kilómetros de Ciudad del Cabo, pero antes de llegar
hasta ella teníamos pensado visitar algunos lugares que nos encontraríamos de
camino, el primero de ellos la colonia de pingüinos de Betty’s Bay.
Madrugamos como de costumbre y
salimos temprano para intentar aprovechar al máximo el día. Para llegar hasta
Betty’s Bay debíamos tomar la carretera R43 y en enlazar con la R 44, carretera que nos llevaría
hasta la colonia de pingüinos. Teníamos unos cincuenta kilómetros hasta nuestro
destino, así que en poco más de media hora llegamos al pueblo. Una vez
estábamos en Betty’s Bay, enseguida vimos una señal con un pingüino dibujado
que nos indicaba que debíamos girar hacia la izquierda, hasta aquí todo muy
sencillo, pero a partir de aquí todo se complicó. Fuimos siguiendo la carretera
que nos había marcado el desvío pero no encontramos ninguna señal más, hasta
que una vez pasamos las últimas casas del pueblo, volvimos de nuevo a la
carretera principal (quedaba claro que nos habíamos pasado). Preguntamos a una
patrulla de policía por la pingüinera y nos comentaron que debíamos dar la
vuelta y más adelante girar a la derecha para llegar a la playa. Así lo hicimos
y aparecimos en medio de una playa desierta donde no había ni rastro de
pingüinos. Volvimos tras nuestros pasos y seguimos dirección Hermanus por la
carretera secundaria que nos había indicado el cartel de la carretera
principal, hasta que casi por casualidad vimos una pequeña señal con un
pingüino dibujado señalando a la derecha. Resulta que la señal que debería
estar para el sentido contrario había desaparecido y tan solo quedaba el palo
de madera que la sujetaba…..así imposible encontrarlo!!!!
Una vez tomamos el desvío
correcto todo fue muy sencillo y fuimos encontrando varias señales con
pingüinos dibujados en los cruces que nos fueron guiando hasta llegar al
parking de la zona. Una vez dejamos el coche, nos fuimos andando hasta la
entrada de la pingüinera. Tras previo pago de 10 Zar por persona, nos subimos a
la pasarela de madera que recorre el lugar mientras centenares de pingüinos
aparecían a ambos lados de esta.
La pasarela recorre más o menos unos quinientos
metros, y la verdad es que uno disfruta mucho recorriéndola mientras contempla
a los simpáticos pingüinos moverse de esa manera tan extraña pero a la vez tan divertida.
La visita no lleva más de cuarenta minutos, así que es una buena parada si se
está por la zona, ya que el sitio creo que merece mucho la pena visitarlo.
Tras su visita continuamos
nuestro camino hacia Ciudad del Cabo. Teníamos dos opciones, o tomar la N 2 para pasar por el Sir Lowry’s
Pass, un paso de montaña que había leído que era bastante bonito o tomar la R 44, una carretera que bordea la
costa de la que había leído opiniones muy buenas. Finalmente decidimos tomar la R 44 y solo puedo decir que creo
que es una de las carreteras más bonitas por las que he circulado nunca
(Sudáfrica todavía guardaba un as en la manga).
Nada más entrar en ella me dejó
sin palabras, teníamos ante nosotros una panorámica de toda la carretera con el
océano a nuestra izquierda y enormes montañas a nuestra derecha, una imagen de
postal.
La carretera tiene montones de miradores, cada trescientos o
cuatrocientos metros y creo que paré en cada uno de ellos. No podía evitar la
tentación de pararme a disfrutar de aquel paisaje. Cada curva era más
espectacular que la anterior. Además el lugar es un buen sitio para el
avistamiento de ballenas, aunque nosotros no pudimos ver.
Si se tiene intención
de ir de Hermanus a Ciudad del Cabo o viceversa considero un sacrilegio no
pasar por este tramo de carretera, el tramo de la R 44 que corresponde de Gordon’s Bay a Betty’s
Bay, una auténtica maravilla.
Tras llegar a Gordon’s Bays,
enseguida vimos el desvío para la N 2,
carretera que nos llevaría hasta Ciudad del Cabo, pero en el mismo cartel vimos
indicaciones para Sir Lowry’s Pass, cosa que me hizo dudar si desviarnos para
visitarlo o no. Tras un rato de duda la curiosidad pudo conmigo y decidimos
desviarnos hacia Sir Lowry’s Pass. Subimos un trozo de carretera hasta el mirador,
desde el cual se obtiene una bonita panorámica de la zona, aunque no queríamos
perder mucho tiempo en cruzar todo el paso, ya que se nos iría bastante tiempo
en él, así que decidimos tomar de nuevo la
N 2 dirección Ciudad del Cabo.
En poco menos de una hora
llegábamos a nuestro destino. Nos costó un poco encontrar la zona que
buscábamos, Green Point, ya que nos salimos en una salida que no era la
nuestra, pero tras alguna vuelta de más dimos con nuestro destino, un
backpacker bastante popular en la zona, Atlantic Point Backpackers, un bonito
hostel bastante bien situado y con un personal encantador. Preguntamos por
alojamiento y conseguimos cama para el resto de nuestro viaje.
No queríamos perder tiempo, así que
tras dejar las mochilas nos pusimos en marcha hacia nuestra primera visita de
la ciudad, el barrio de Bo-Kaap.
Se trata del barrio musulmán de la ciudad,
aunque la comunidad malaya también tiene fuerte presencia en él. Lo que más
llama la atención del barrio son los llamativos colores de sus fachadas, dando
al vecindario un colorido muy especial.
Estuvimos paseando por sus empinadas
callejuelas, respirando la tranquilidad que transmiten sus calles y su gente,
aunque su visita no nos llevó demasiado tiempo. Tras la visita de Bo-Kaap,
vimos que Table Mountain estaba despejada, así que decidimos subir.
Table
Mountain es posiblemente el icono más representativo de Ciudad del Cabo, y es
que esta se puede ver desde prácticamente cualquier punto de la ciudad. Desde noviembre
de 2011 forma parte de las siete nuevas maravillas del mundo (no voy a negar
que sea un sitio precioso, pero de ahí a ser una de las siete maravillas del
mundo…..) y si se visita Ciudad del Cabo creo que es imprescindible subir a su
cumbre. Para visitarla se puede hacer de dos maneras, o bien subir andando (2’5
horas de subida) o bien utilizar el teleférico (también se puede subir en
teleférico y bajar andando), siendo este en sí una atracción más.
Nos fuimos hacia Table Mountain y
una vez llegamos a su base, tras seguir las indicaciones del gorrilla de turno,
aparcamos nuestro coche y nos fuimos a comprar los tickets del teleférico (205
Zar ida y vuelta). El trayecto dura unos tres o cuatro minutos y la cabina gira
sobre sí misma 360 grados, así que no hay que preocuparse de coger un buen
sitio, ya que todo el mundo disfruta de la misma perspectiva. Una vez llegamos
arriba, varios caminos salen a nuestra izquierda y derecha, pero nosotros
fuimos directamente a los miradores situados a nuestra izquierda, los cuales
nos regalaron una vista panorámica de la ciudad con Robben Island al fondo
sencillamente espectacular.
Tras decenas de fotos en varios de los miradores
que salían a nuestro paso, decidimos dar un paseo por la montaña, ya que esta
ofrece montones de rincones apartados de la zona más visitada desde los cuales
se obtienen bonitas vistas de la ciudad. Aprovechamos para comer en la cima, ya
que una vez fuera de la zona principal, uno puede disfrutar de la tranquilidad
de Table Mountain. Nos dirigimos hacia la otra cara de la montaña, desde donde
se obtienen de nuevo unas vistas increíbles de Camps Bay y de toda la península
del Cabo.
Aunque habíamos subido con buen tiempo, una vez arriba nos pilló algo
de niebla, cosa bastante habitual en la zona, comprobando de primera mano lo
rápido que cambia el clima en Table Mountain. Tras algo más de dos horas en su
cumbre, dábamos por concluida nuestra visita al icono de la ciudad, visita que
me gustó muchísimo.
Para terminar el día teníamos
pensado ir a ver la puesta de sol a Signal Hill, otra de las montañas que
rodean la ciudad, desde donde se obtienen unas preciosas vistas sobre Table
Mountain, Lion’s Head, Los Doce Apóstoles y Ciudad del Cabo.
Es una zona muy
frecuentada por grupos de gente que traen comidas y bebidas a modo de picnic
mientras se disfruta de una bonita puesta de sol. Nosotros llegamos con tiempo
y estuvimos recorriendo la zona un rato. Encontramos un sitio perfecto desde
donde esperar el momento, y tras un rato de espera, tuvimos la suerte de
disfrutar de una puesta de sol perfecta. Sin duda, un lugar imprescindible.
Tras la puesta de sol, nos fuimos
de regreso a nuestro backpacker, no sin antes pararnos varias veces mientras
regresábamos a la ciudad, ya que desde Signal Hill uno puede ver como la ciudad
se va iluminando poco a poco mientras la noche se apodera de ella. Una imagen
inolvidable.
Betty's Bay, un secreto bien guardado al que nos encanta ir y llegar. Gracias por compartirlo.
ResponderEliminarSi podéis escaparos y hace un día claro no os perdáis las vistas sobre el valle desde Franshhoek Pass!
:)
Hola Jordi,
ResponderEliminarLa verdad que Betty's Bay me gustó mucho. Por lo que leí mientras preparaba el viaje, la gente suele visitar más The Boulders, en Simon's Town, pero una vez vistas las dos, sin lugar a dudas me quedo con Betty's Bay. Sobre Franschhoek Pass no lo conocía, así que espero que tu recomendación pueda ayudar a alguien vaya a visitar la zona.
Muchas gracias!!!!!