lunes, 12 de enero de 2015

Día 10 - Trekking ABC (Ghorepani)

Durante toda la tarde de ayer una fina lluvia nos había acompañado, pero no le dimos más importancia. La cosa empezó a complicarse durante la noche, ya que la fina lluvia se había convertido en lluvia torrencial, sumado a un viento huracanado que incluso movía muchos de los tejados de los albergues del pueblo. 
El transcurso de la noche hacía presagiar lo peor, cosa que confirmamos a la hora que teníamos previsto salir. Eran las 4:45h de la madrugada cuando despertábamos dispuestos a ver amanecer en Poon Hill y disfrutar de sus vistas, pero a esas horas la lluvia, el viento y la niebla arruinaban por completo nuestros planes. Decidimos dar una pequeña tregua y volver a reunirnos a las 7:00h para valorar el día, aunque sabíamos que era algo imposible que aquello mejorara dadas las circunstancias.
Efectivamente nuestras sospechas se confirmaron en nuestra segunda reunión del día. El día pintaba peor incluso de lo esperado. Los últimos coletazos del monzón se estaban dejando ver en Ghorepani y en aquellas condiciones era imposible hacer nada. Entre Grande, César y yo decidimos dar por perdido el día. Era un locura salir a andar en aquellas condiciones (veíamos atónitos como la lluvia caía en horizontal por la fuerza del viento). Cuando la montaña dice no, no hay nada más que decir. Decidimos recortar el recorrido un día por la parte final de este y dejar el día de hoy para descansar en el albergue.


Después de un suculento desayuno, pasamos la mañana jugando a las cartas y calentándonos al fuego. Grande nos estuvo contando historias sobre el hinduismo, las castas, Nepal.... y es que una buena conversación es la mejor forma de pasar el rato.


Mientras nosotros estábamos ocupados con nuestras cosas, los primeros trekkers iban llegando poco a poco al albergue empapados hasta las cejas, congelados por el frío y con cara de sufrimiento y resignación (no entiendo como la gente puede andar por la montaña en estas condiciones). Una sopa caliente y una ducha siempre ayudan a entrar en calor. 


Una siesta nunca viene mal para pasar las horas, mientras la lluvia y el viento no aflojaban en ningún momento, al contrario, teníamos la sensación que cada vez llovía con más fuerza. Las previsiones que llegaban desde fuera eran algo más alentadoras, ya que se decía que la lluvia remitiría a medianoche, algo que costaba creer viendo con la fuerza que llevaba cayendo desde hacía 24 horas. 
Una sopa caliente y unos momos para cenar nos hacían volver a entrar en calor nuevamente. Un té negro y una charla entre amigos hacían mitigar la espera. Hacía frío, mucho frío, pero esto formaba parte también de nuestro trekking, así que había que disfrutar estos momentos lo buenamente posible.


Al irnos a dormir, la lluvia por fin parecía que dejaba de caer con tanta fuerza, después de 26 horas seguidas cayendo torrencialmente. Nuestra suerte parecía que comenzaba a cambiar.







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