lunes, 12 de enero de 2015

Día 11 - Trekking ABC (Ghorepani - Chuile)

La noche anterior nos habíamos ido a dormir con el pensamiento puesto en el tiempo que haría hoy por la mañana. Era nuestra última oportunidad de poder disfrutar de las vistas de Poon Hill, ya que no podíamos permitirnos perder otro día más en Ghorepani.
Nos despertamos a las 4:45h, igual que el día anterior, y en el albergue el trasiego de gente era enorme a esas horas de la madrugada. Se notaba las ganas de ver a las montañas de todos los que allí nos encontrábamos. 
Salimos rumbo a Poon Hill a las 5:00h y la cola de gente con frontales que subía hacia el mirador era importante. A esas horas de la madrugada la niebla se intuía bien densa mientras subíamos uno a uno los escalones hacia nuestro destino. Nervios e incertidumbre se mezclaban a partes iguales. Todo estaba muy en el aire, ya que lo poco que se veía a esas horas de la noche eran nubes y niebla.


Llegamos a la caseta de pago y tras el pago de la entrada, 50 rupias (no entiendo como hay que pagar para subir a la montaña), comenzamos la subida final hacia el mirador. El camino nos llevó unos cuarenta minutos.
A esa hora, pequeños destellos dejaban apreciar tímidamente la silueta de Annapurna sur (7.219 mts), cola de pez (6.997 mts) y Annapurna I (8.091 mts), aunque la niebla era todavía demasiado densa, demasiadas nubes, demasiados nervios.


Para hacer más llevadera la espera, nos tomamos un chocolate caliente allí mismo (160 rupias) que nos hizo entrar en calor rápidamente, cuando de repente, como por arte de magia aparecieron de la nada, majestuosas, en frente nuestro, imponentes, hipnotizantes, preciosas. Nos parecía mentira a todos los allí presentes, incluso la gente comenzó a gritar y aplaudir de alegría. La imagen no podía ser más bonita, teníamos ante nosotros una vista imposible de olvidar.



Pero Poon Hill nos tenía guardada una última sorpresa. De repente, de la nada apareció él, blanco, elegante, solitario. Dhaulagiri (8.167 mts), la séptima montaña más alta del mundo nos daba la bienvenida. De nuevo el grito de alegría de los allí presentes retumbaba en toda la cordillera del Himalaya.


No podía ser verdad, la densa niebla había desaparecido por completo y como por arte de magia teníamos ante nosotros la cordillera de Annapurna y Dhaulagiri en todo su esplendor. Sin duda todas las personas que nos encontrábamos en aquel lugar nos sentíamos afortunados, el espectáculo era indescriptible.





Los primeros rayos de sol comenzaban a asomar tímidamente entre las altas montañas. Sus primeros rayos eran para Annapurna  y Dhaulagiri, dando a sus altas cumbres un color naranja precioso. Pocos amaneceres tan bonitos he podido ver como el que estaba disfrutando en esos momentos. Estuvimos haciendo miles de fotos, con camara y sobre todo sin ella. Ese lugar había que guardarlo en la memoria para siempre.


Terminamos la visita y decidimos marchar a desayunar al albergue. Desde allí mismo, disfrutamos de uno de los mejores desayunos posibles, con vistas al Dhaulagiri.


Hicimos nuestras mochilas y con la adrenalina todavía por las nubes nos pusimos en marcha hacia nuestro destino del día, el pueblo de Chiule. Como siempre, paso tranquilo pero constante. Comenzábamos a subir mientras las nubes se entrometían en nuestro camino.


Volvíamos de nuevo a caminar por bonitos bosques de árboles centenarios, cascadas improvisadas por la lluvia del día anterior. El camino era precioso y nosotros lo estábamos disfrutando a cada paso.




Casi sin darnos cuenta llegamos a Banthati y paramos a comer. Tras los macarrones diarios, seguimos con nuestra ruta. Comenzábamos un tramo con el famoso llano nepalí, es decir subidas y bajadas, aunque del todo llevaderas.



Ahora ya nos quedaba una fuerte subida hasta Tadapani, lugar que muchos trekkers escogen para pasar la noche, aunque para nosotros se trataba de un lugar de paso.



Tranquilamente comenzamos a subir y de nuevo sin darnos cuenta llegábamos a Tadapani. Fotos de rigor durante un pequeño descanso y continuamos con una fuerte bajada hasta nuestro destino, Chuile. Después de seis horas de ruta llegábamos a nuestro destino. Las montañas estaban tapadas, pero las vistas del valle eran majestuosas.


El alojamiento en este refugio fue de lo mejor durante nuestro trekking. Las vistas que teníamos desde su terraza invitaban a relajarse con un té caliente y pensar en todo lo vivido durante el día.



Había sido sin duda un día con muchas sorpresas, aunque la montaña volvía a ser generosa con nosotros y nos regalaba un atardecer con Machhaphuchhare en todo su esplendor.


La montaña había sido generosa con nosotros y nos había regalado un día imposible de olvidar. Nosotros le estábamos profundamente agradecidos.





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