Por fin llegó el gran día. Si todo iba bien, hoy por fin llegábamos a nuestro destino. Campo base de Annapurna nos esperaba y nosotros estábamos impacientes por encontrarnos con él. Los nervios a primera hora de la mañana eran inevitables. Llevábamos ya muchos kilómetros en las piernas, pero los que nos quedaban hasta ABC iban a ser sin duda especiales. Por suerte amanecíamos con un día totalmente despejado, aunque a primera hora del día hacía bastante frío. Tras el desayuno salíamos ilusionados al encuentro de Annapurna.
La etapa de hoy se dividía en dos fases, la primera llegar hasta campo base de Machhaphuchhare (3.700 mts) y una vez allí, tan solo nos separaba una hora de camino hasta nuestro objetivo, ABC (Annapurna Base Camp), a 4.130 metros de altitud. Unas cuatro horas de camino que seguro que iban a ser especiales.
La etapa de hoy se dividía en dos fases, la primera llegar hasta campo base de Machhaphuchhare (3.700 mts) y una vez allí, tan solo nos separaba una hora de camino hasta nuestro objetivo, ABC (Annapurna Base Camp), a 4.130 metros de altitud. Unas cuatro horas de camino que seguro que iban a ser especiales.
Empezamos a caminar a las 7:15h y enseguida vimos que el paisaje de bosque que habíamos disfrutado hasta el día de hoy dejaba paso a la alta montaña. Poco a poco íbamos subiendo altura, mientras los primeros rayos de sol entraban tímidamente en el valle. Hoy no había tantas subidas y bajadas, hoy simplemente subíamos hasta nuestro objetivo.
Poco a poco y con nuestro ritmo tranquilo y sin prisa llegábamos a Machhaphuchhare Base Camp. Las vistas desde allí comenzaban a dejarnos sin palabras.
Cola de pez (6.993 mts), que durante tantos días nos había acompañado en nuestras pateadas por todos los valles que habíamos recorrido nos saludaba cara a cara, imponente, precioso.
Machhaphuchhare ( 6.993 mts)
Annapurna I (8.021 mts) y Annapurna III (7.555 mts) nos daban la bienvenida por fin. Comenzábamos a ser testigos de un lugar único. Un rincón que nunca olvidaríamos.
Annapurna I (8.201 mts)
Un té caliente y un puñado de frutos secos nos hacían recuperar fuerzas para nuestra segunda fase del día, mientras águilas y cabras salvajes se dejaban ver a lo lejos de la montaña. El paisaje que estábamos disfrutando desde MBC (Machhaphuchhare Base Camp) nos dejaba sin palabras, pero por fin llegó el momento. Había llegado la hora de afrontar lo que habíamos venido a buscar desde tan lejos.
Machhaphuchhare ( 6.993 mts)
Annapurna III (7.555 mts)
Muchos meses de preparativos, muchas horas frente al ordenador preparando rutas, buscando información, enviando decenas de emails. Muchas horas de avión, bus, coche... Muchos kilómetros en las piernas, muchos días fuera de casa, y por fin íbamos a conseguir lo que habíamos soñado durante tanto tiempo. Hasta este preciso momento el miedo siempre había estado presente. "¿Lo conseguiríamos?, ¿saldría todo bien?, ¿seríamos capaces?", eran preguntas inevitables que me habían acompañado durante muchos días, pero ahora sí que estaba seguro de tener la respuesta. Sentíamos nuestro destino más cerca que nunca y nada nos iba a impedir conseguirlo.
Annapurna Sur (7.219 mts)
Las dos horas que nos separaban hasta ABC eran un regalo, un disfrute personal que cada uno de nosotros quería vivir íntimamente. Eran dos horas de sensaciones fuertes, pensamientos privados que sin duda disfruté en cada paso. La nieve caída días atrás aún daba más encanto si cabe al momento. No sabía donde mirar. Poco a poco nos adentrábamos en el 360º que es el santuario de Annapurna. El lugar era mágico, el momento era único. A cada paso que avanzábamos éramos engullidos por la cordillera de los Annapurnas. Insignificantes entre montañas de más de siete mil metros, respetuosos por estar en un lugar tan maravilloso. Y por fin llegó el momento. No sé si en realidad quería llegar, porque las dos últimas horas habían sido demasiado especiales. Momentos de muchísima emoción, abrazo sentido entre los tres y simplemente querer fotografiar el momento y el lugar en lo más profundo de la memoria.
Tras los momentos de shock, costaba recuperar la normalidad, aunque poco a poco la consciencia volvía a retomar el control.
Llegaba la hora de comer y había que recobrar fuerzas. Como cada día, sobre las 12:30h las montañas se tapaban y una tímida nevada caía en campo base, aunque a nosotros no nos importaba ya nada. Íbamos a disfrutar cada segundo que pasáramos en aquel lugar.
Machhaphuchhare ( 6.993 mts)
La tarde la pasamos en el refugio, tomando té caliente, jugando a las cartas, cada uno lo mejor que podía, pero todos saboreando lo vivido unas horas atrás. Sabíamos que estábamos en un lugar único, uno de esos sitios que dejan huella para siempre.
Annapurna Sur (7.219 mts)
Annapurna I (8.201 mts)
Tras caer una fina nevada, lo que parecía imposible se hizo realidad. Las nubes se esfumaron rápidamente y dejaron desnudas las montañas, regalándonos una puesta de sol inolvidable.
Estábamos de suerte, la montaña era generosa con nosotros y no íbamos a desaprovechar esa oportunidad por nada del mundo. Nos calzamos de nuevo rápidamente y salimos al encuentro de los Annapurnas. La luz era única y el momento también. Parecía imposible, pero estábamos siendo testigos del atardecer en ABC, simplemente inolvidable.
Annapurna Sur (7.219 mts)
Annapurna III (7.555 mts)
Tras miles de fotos y momentos únicos, nos fuimos de nuevo al refugio, ya que rápidamente anocheció. Tras la cena, nos fuimos a dormir aún con la adrenalina por las nubes.
Machhaphuchhare ( 6.993 mts)
Annapurna III (7.555 mts)
A esas horas de la noche (20:00h), debían de haber unos cinco o seis grados bajo cero, pero la emoción del día hacía olvidar todo el frío.
Poco a poco y con nuestro ritmo tranquilo y sin prisa llegábamos a Machhaphuchhare Base Camp. Las vistas desde allí comenzaban a dejarnos sin palabras.
Cola de pez (6.993 mts), que durante tantos días nos había acompañado en nuestras pateadas por todos los valles que habíamos recorrido nos saludaba cara a cara, imponente, precioso.
Annapurna I (8.021 mts) y Annapurna III (7.555 mts) nos daban la bienvenida por fin. Comenzábamos a ser testigos de un lugar único. Un rincón que nunca olvidaríamos.
Machhaphuchhare Base Camp
Un té caliente y un puñado de frutos secos nos hacían recuperar fuerzas para nuestra segunda fase del día, mientras águilas y cabras salvajes se dejaban ver a lo lejos de la montaña. El paisaje que estábamos disfrutando desde MBC (Machhaphuchhare Base Camp) nos dejaba sin palabras, pero por fin llegó el momento. Había llegado la hora de afrontar lo que habíamos venido a buscar desde tan lejos.
Muchos meses de preparativos, muchas horas frente al ordenador preparando rutas, buscando información, enviando decenas de emails. Muchas horas de avión, bus, coche... Muchos kilómetros en las piernas, muchos días fuera de casa, y por fin íbamos a conseguir lo que habíamos soñado durante tanto tiempo. Hasta este preciso momento el miedo siempre había estado presente. "¿Lo conseguiríamos?, ¿saldría todo bien?, ¿seríamos capaces?", eran preguntas inevitables que me habían acompañado durante muchos días, pero ahora sí que estaba seguro de tener la respuesta. Sentíamos nuestro destino más cerca que nunca y nada nos iba a impedir conseguirlo.
Las dos horas que nos separaban hasta ABC eran un regalo, un disfrute personal que cada uno de nosotros quería vivir íntimamente. Eran dos horas de sensaciones fuertes, pensamientos privados que sin duda disfruté en cada paso. La nieve caída días atrás aún daba más encanto si cabe al momento. No sabía donde mirar. Poco a poco nos adentrábamos en el 360º que es el santuario de Annapurna. El lugar era mágico, el momento era único. A cada paso que avanzábamos éramos engullidos por la cordillera de los Annapurnas. Insignificantes entre montañas de más de siete mil metros, respetuosos por estar en un lugar tan maravilloso. Y por fin llegó el momento. No sé si en realidad quería llegar, porque las dos últimas horas habían sido demasiado especiales. Momentos de muchísima emoción, abrazo sentido entre los tres y simplemente querer fotografiar el momento y el lugar en lo más profundo de la memoria.
Tras los momentos de shock, costaba recuperar la normalidad, aunque poco a poco la consciencia volvía a retomar el control.
Llegaba la hora de comer y había que recobrar fuerzas. Como cada día, sobre las 12:30h las montañas se tapaban y una tímida nevada caía en campo base, aunque a nosotros no nos importaba ya nada. Íbamos a disfrutar cada segundo que pasáramos en aquel lugar.
La tarde la pasamos en el refugio, tomando té caliente, jugando a las cartas, cada uno lo mejor que podía, pero todos saboreando lo vivido unas horas atrás. Sabíamos que estábamos en un lugar único, uno de esos sitios que dejan huella para siempre.
Tras caer una fina nevada, lo que parecía imposible se hizo realidad. Las nubes se esfumaron rápidamente y dejaron desnudas las montañas, regalándonos una puesta de sol inolvidable.
Estábamos de suerte, la montaña era generosa con nosotros y no íbamos a desaprovechar esa oportunidad por nada del mundo. Nos calzamos de nuevo rápidamente y salimos al encuentro de los Annapurnas. La luz era única y el momento también. Parecía imposible, pero estábamos siendo testigos del atardecer en ABC, simplemente inolvidable.
Tras miles de fotos y momentos únicos, nos fuimos de nuevo al refugio, ya que rápidamente anocheció. Tras la cena, nos fuimos a dormir aún con la adrenalina por las nubes.
A esas horas de la noche (20:00h), debían de haber unos cinco o seis grados bajo cero, pero la emoción del día hacía olvidar todo el frío.
Habíamos tenido la suerte de vivir un día inolvidable, aunque aún nos quedaba ver amanecer en ABC. Las emociones aún no habían acabado. Aunque nosotros nos sentíamos los reyes del mundo.
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