Día 23 - Regreso y despedida

Aunque llevaba treinta y cinco días de viaje, hoy despertaba con la sensación de necesitar más tiempo. Quedaba ya muy lejos aquellos primeros días de Lhasa, pero a mi todo este tiempo se me había esfumado casi sin darme cuenta.

Me ponía a pensar en todo lo vivido hasta este día y parecía que fue ayer cuando embarcaba en Barcelona rumbo hacia China. Montones de vivencias, de anécdotas, de regalos en forma de paisajes, de gente, de kilómetros, de transportes... pensando en todo esto me daba cuenta que había vivido un experiencia enriquecedora, única, inolvidable. 

Lo único que me animaba era que había conocido a gente encantadora a la que estaba convencido que no me despedía de ellos, tan solo era un hasta pronto.

Nuestro avión salía a mediodía, así que aún teníamos unas horas en la ciudad. César aprovechó para ir a primera hora de la mañana a visitar Patan, mientras que yo me quedé paseando por Thamel. 

Eran mis últimos pasos por las calles que había paseado tantas veces durante mi estancia en ellas y tuve la suerte de poder despedirme de varios de los comerciantes que tan amablemente me habían tratado desde el primer día. El azar incluso me premió en forma de encuentro inesperado con la mujer que durante tantos días me había querido vender uno de sus monederos que vendía por las calles de Thamel. Estuvimos charlando un rato, despidiéndome de ella. Hoy sí que iba a comprarle, estaba obligado a hacerlo. Tenía que premiar su insistencia en forma de sonrisa que cada día me había regalado durante los días que pasé en Thamel. Lo de menos era el producto que vendía, quería agradecerle su sonrisa. Solo se trataba de eso.

Llegó la hora de marchar y Grande vino a despedirnos. También vino su hermano Ramesh y Dinesh. Un sentido abrazo con ellos dio por concluido nuestra visita a Nepal. 

Había llegado al país hacía algo más de veinte días. Venía con mucha ilusión e incertidumbre y me marchaba enamorado completamente del país y de su gente.  

Las últimas líneas de este viaje se las quería dedicar a Grande. Empezamos nuestra relación como guía-cliente y en los pocos días que pasamos juntos nos convertimos en algo más que amigos. Si hay algo que uno siempre recuerda de un viaje es la gente que se cruza en tu camino. Nosotros tuvimos la suerte de encontrarnos con Grande y su familia, algo que hizo merecer la pena todo el esfuerzo que conlleva llegar hasta tan lejos. Gracias por todo amigo.

Hasta pronto Nepal.