Día 7 - Ouarzazate - Marrakech

Hoy era nuestro último día de ruta y prácticamente de viaje, ya que al día siguiente marchábamos a primera hora del día rumbo a Barcelona. Desde Ouarzazate debíamos regresar por la misma carretera que habíamos tomado unos días atrás, así que hoy nuevamente volveríamos a subir el puerto de Tizi n'Tichka y a primera hora de la tarde llegaríamos a la ciudad de Marrakech.

Pero antes de regresar íbamos a realizar una visita que nada tenía que ver con lo que habíamos hecho durante los últimos días. En un principio nuestra idea era visitar la kasbah Taourirt que se encuentra a las afueras de Ouarzazate, pero como durante nuestra ruta al desierto de Erg Chebbi habíamos visitado bastantes kasbahs, finalmente cambiamos de idea y decidimos ir a visitar los estudios de cine de Ouarzazate que se encuentran en la entrada del pueblo y la verdad que la decisión fue todo un acierto.

Llegamos a primera hora de la mañana a los estudios y tras previo pago de la entrada (50 Dírhams) nos apuntamos junto a otras dos parejas al tour guiado por el complejo.

Se trata de un recinto al aire libre donde encontramos los decorados de muchas de las películas más taquilleras de Hollywood. En estos estudios se rodaron películas como Kundun, La Momia, Cleopatra, Gladiator o La última tentación de Cristo. 

Durante el paseo, el guía nos fue dando divertidas explicaciones sobre las anécdotas de los rodajes, nos enseñó los pequeños trucos que no vemos en las películas y pudimos ver objetos relacionados con las películas que tantas veces hemos visto por televisión. La visita duró unos cuarenta y cinco minutos y la experiencia nos encantó.

Tras la visita nos poníamos rumbo hacia Marrakech. Volvíamos tras nuestros pasos nuevamente subiendo el Tizi n'Tichka con unas sensaciones totalmente diferentes a unos días atrás. Regresábamos a Marrakech con unas expectativas totalmente superadas gracias a los paisajes que habíamos disfrutado durante estos cinco días, gracias a la gente que habíamos conocido y a lo bien que nos habían tratado.

Tras cuatro horas de viaje llegábamos a nuestro destino. Tan solo nos quedaba devolver el coche y aprovechar lo que nos quedaba de día para recorrer el zoco por última vez.

Una vez dejamos nuestras mochilas nos fuimos directos a Jemaa el-Fna a tomarnos nuestro último zumo de naranja recién exprimido. Nuevamente nos fuimos a buscar nuestro puesto preferido, el número 27, en el cual su simpático dueño nos recibió nuevamente con una sonrisa. 

Tras despedirnos de él nos adentramos por última vez en el zoco. Un último paseo por sus laberínticas calles nos servía de despedida.

A última hora de la tarde comenzó a llover y el frío que hasta ahora no habíamos sufrido hizo acto de presencia, restando algo de brillantez al gentío y resplandor de Jemaa el-Fna, pero nosotros ya habíamos tenido la suerte de conocer a la plaza en su máximo explendor. Quizás era la forma que Marruecos tenía de despedirse de nosotros, quien sabe. Pero para nosotros no era un adiós, ya que este precioso país nos había sorprendido tanto que estoy seguro que no será nuestra última vez en él.

Ilā l-lā Marruecos (hasta pronto).